VIII

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El presente

Los cristales de la habitación comenzaron a crujir, una sensación rara invadió mi cuerpo.

—Necesitamos irnos de aquí -el mercenario ordenó.

—Yo necesito explicaciones.

—No tenemos tiempo -alegó.

—Dime porqué estás aquí, no le veo sentido a que solo vinieras por ese cuchillo en el brazo -señalé- quiero saber quién te hizo eso, y porqué quieres que vaya contigo.

Antes de continuar la conversación unos golpes en la puerta resonaron

—_______, necesitamos irnos -ordenó el detective.

Sin decir más el mercenario se dirigió a la puerta con la intención de abrir.

—¿Estás loco? -exclamé sorprendida.

—Estoy tratando de salvarte -alegó nuevamente.

Red Hood abrió la puerta dejando ver la expresión preocupada del detective Grayson quien portaba una pistola en manos.

—¿Qué haces aquí Todd? -el detective preguntó con molestia- ¿No has tenido suficiente ya?

—Tenemos que ponerla a salvo -se limitó a responder.

—¿A salvo? ¿Te parece que estará a salvo con tu presencia?

—Lamento interrumpir -el pelirrojo se adentró a la habitación- Ya vienen.

—¿Harper? -pregunté con incredulidad.

—No es momento de reencuentros -interrumpió el detective- tenemos que irnos.

Harper me tomó del brazo con dirección a las escaleras, todos comenzamos a correr cuando se escucharon disparos, era la primera vez que estaba en medio de un tiroteo y esperaba que fuera la última.

El mercenario se adelantó haciéndonos saber que tenía un auto así que ahora teníamos que seguirlo a él, pasaron más de cinco minutos en los que todos seguimos corriendo hasta que vimos un deportivo aparcado en medio de la calle.

—¿No pudiste estacionarte en un mejor lugar? -Grayson reclamó.

—¿Estamos a punto de morir y solo te preocupas por un mal aparcamiento? -repliqué.

De manera apresurada todos subimos y una vez dentro Dick puso el auto en marcha.

—Tenemos que perderlos -explicó mientras maniobraba el volante- ahora necesito saber qué está pasando, par de resentidos. 

—Jason y yo estábamos obteniendo información cuando la gente de Deathstroke llegó al lugar intentando cazarnos -informó el pelirrojo.

Así que Red Hood es Jason Todd, el hermano del que Dick me platicó durante el viaje -mencioné para mi misma.

—¿_______? No te parece que te faltó un poco de información en tu declaración -reclamó el detective.

—¿Conocer a un mercenario y su ayudante en qué podría ser útil? -repliqué.

—Que no soy su ayudante -se quejó el pelirrojo.

—Sí lo eres -Grayson respondió.

—¿Quieren callarse todos? Estoy tratando de idear un plan -gruñó Jason.

—El plan es que iremos a la mansión, es el único lugar en donde estaremos a salvo, tendremos refugio y también ayuda -interrumpió Dick.

—Yo no pienso volver ahí -contestó Jason.

Grayson frenó el auto haciendo que todos nos diéramos un golpe con lo que teníamos delante.

—Entonces bájate, si no vas a ayudar no quiero que estorbes -espetó.

Tan solo unos segundos bastaron para recibir respuesta del ahora malhumorado Red Hood.

—No lo hago por ti -espetó Jason mientras me miraba con molestia- lo hago por tu hermano.

—Venga ya -exclamó el pelirrojo- conduce que nadie se va a salir del auto.

Mientras Dick siguió con lo que estaba haciendo minutos atrás, ninguno de los presentes pronunció ni una sola palabra, lo que Jason me había dicho me bastó para sentir que estaba complicando las cosas en la ciudad del desastre.

—No te sientas mal -susurró Harper- él es así.

—Gracias -respondí en el mismo tono- vamos a la mansión Wayne, ¿cierto?

—Sí, ahí estaremos a salvo por el momento.

[...]

Al parecer lo que todos comentaban acerca de la mansión Wayne era cierto, las estructuras, los grabados en cada parte de sus cimientos, todo hacía juego con el ambiente oscuro y tétrico de la triste Gotham.

Grayson me había informado durante nuestro camino a esta ciudad sobre todo lo que ocurría dentro de su hogar, conocía los nombres de los habitantes que residían aquí, supongo que él sabía que tarde o temprano estaríamos buscando un refugio, si estuviéramos en otras circunstancias estaría muy feliz por esta nueva travesía.

—Si tan solo pudiera contarte todo lo que he vivido, Dom -susurré.

—Señorita Krig, permítame llevarla a su habitación, los jóvenes estarán reunidos y tomarán acuerdos con la policía de Gotham, el detective sugiere que descanse.

El hombre de aspecto mayor interrumpió mis pensamientos.

—Usted debe ser Alfred -sonreí- es un gusto por fin conocerlo.

—Veo que usted ya me conoce -sonrió mientras comenzaba a andar.

Por lo que veo no aceptarán un no por respuesta y aunque tenía demasiadas dudas sobre cómo un detective y su hermano mercenario pueden pasearse por la mansión del hombre más influyente de la ciudad, debía dejar de interponerme en su trabajo, solo rogaba porque pudieran conseguir un buen avance.

—Y usted a mí -respondí siguiendo los pasos del amable mayordomo.

La casa era demasiado grande, tanto que me resultaba intimidante, caminamos escaleras arriba hasta llegar a un pasillo repleto de puertas, no me molestaba el silencio, en lo absoluto, Grayson me había contado lo cálido que era estar en compañía de Pennyworth, ahora lo entendía.

—Bien, esta será su recámara, me encargué de que todo estuviera en orden, si necesita algo estaré en la cocina -informó- oh, y antes de que lo olvide, la habitación que tiene a su izquierda es la del joven Jason, como recomendación yo no haría demasiado ruido o podría tener a un vecino molesto creando una pelea innecesaria -mencionó con una sonrisa.

—Lo tendré en cuenta -agradecí- ¿Bruce Wayne también sabe que Jason es Red Hood? -solté sin más.

—Yo no me preocuparía por eso, es mejor que descanse, quizá el mismo Bruce le resuelva sus incógnitas -asintió.

—Bien, entonces descansaré, nuevamente agradezco su hospitalidad -una sonrisa acompañó mi mensaje.

—Siempre es un placer entablar conversación con un Krig -declaró.

Con la respuesta aún en el aire pude ver como el hombre se retiraba a paso lento, lo que había dicho hace unos segundos me había conmovido demasiado, ahora entendía que mi hermano vino aquí no solo para jugar al héroe sino que también formó buenos lazos con personas que nunca imaginé.


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Valhalla | Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora