Darkest Before Dawn || #2 ✔

Capítulo 7: Coming To Terms

7. Llegar A Un Acuerdo

Lily Evans-Potter no era una mujer estúpida, aunque sus acciones pasadas pudieran sugerir lo contrario. Valedictorian¹ de su clase en Hogwarts, era brillante, hermosa y de temperamento fogoso. Era una excelente estudiante de Encantamientos, Transfiguración y Pociones, aunque no tenía ningún título más allá de Hogwarts. Mientras su antiguo mejor amigo, Severus Snape, tenía su maestría en Pociones, Sirius su puesto de auror y James era el segundo auror con más rango en el DALM², ella se había quedado en casa.

Cuando James le había planteado la idea de que se quedara en casa y no siguiera estudiando, ella había protestado con vehemencia. Eso había sido al principio de la carrera de Auror de James, justo antes de la misión a la que había partido. Sirius se había mostrado comprensivo, entendiendo su necesidad de hacer algo más que quedarse en casa. Le había sugerido que hablase con su marido cuando volviese. Eso había sido a primera hora de la noche, antes de que unas copas de vino los convencieran a ambos de intimar el uno con el otro.

Enfadada consigo misma por haber traicionado a James, le había pedido fríamente que se marchara antes de desterrar rápidamente las sábanas que habían compartido en algún lugar. Con la cantidad de energía que había empleado en el hechizo, no le habría sorprendido que hubieran aparecido en el Sahara. Aquel día había recibido calurosamente a su marido en casa, firmemente sentada sobre su culpabilidad. Tomando la discusión de Sirius había intentado discutir su vida con James otra vez.

Mirando el anillo de casada en su dedo, reflexionó amargamente que tal vez no había sido una sorpresa para James cuando ella le había dicho un mes más tarde que estaba esperando un hijo. Por supuesto, James había insistido en que no intentara avanzar en su carrera durante el embarazo. El anuncio de los gemelos en su cuarto mes de embarazo había sido un shock, aunque bienvenido para ella.

Esa sensación se desvaneció en cuanto vio a su hijo pequeño. Tras el insoportable dolor de dar a luz, se había enfrentado cara a cara con su anterior sentimiento de culpa. El niño acunado en los brazos de las enfermeras tenía sus ojos y el rostro de Sirius, de huesos finos y estéticamente agradable. Había creído que James lo ignoraba; se había quedado prendado de su hijo mayor, Zachary. Lily había llamado al niño Harry James a regañadientes y se lo habían quitado.

Cuando presentaron a los gemelos a los ocho meses, James miró extrañado a Sirius, que sostenía en brazos a un Harry tranquilo y alerta mientras ella intentaba calmar a un irritable Zachary. Temió la expresión de su cara, algo que había visto pocas veces. Para calmar sus nervios, entregó a Zachary a su padre y cogió a Harry en brazos, negándose a mirar a los ojos demasiado inteligentes del bebé.

Un mes más tarde, su marido se había enfrentado a ella en su propio dormitorio después de una fiesta nocturna. James había estado glacialmente callado aquella noche y ella estaba asustada. Estaba despeinándose cuando él le dijo que había estado en St. Mungo's ese mismo día. La pregunta que le había hecho a uno de los sanadores era: "¿Es posible que dos niños de distinto padre sean portados al mismo tiempo?". La respuesta: "Sí".

Una de las poderosas manos de James había rodeado la trenza que le quedaba en la nuca mientras colocaba un pergamino de la línea de sangre delante de ella. Le puso un frasquito delante de la cara y le dijo: "Sangre de Harry". Con movimientos precisos, dejó caer tres gotas de líquido rubí sobre el pergamino. Ella miró asustada el papel mientras deletreaba el nombre Sirius Orion Black para el padre de Harry.

"Así que" James había respirado contra su cuello tembloroso, "has tenido el valor de acostarte con mi antiguo mejor amigo y no decírmelo".

Había sollozado incoherentemente por la pena y la culpa y por fin había encontrado el valor para decir que no volvería a ocurrir. El sonoro 'CRACK' había llegado antes que el hecho de que James la había abofeteado. La había mirado temblorosa con ojos duros y furiosos y le había dicho: "Claro que no volverá a ocurrir". No había sido la última vez que le había puesto la mano encima enfadado.