Lights, camera, action! [MECHOA]

SECUENCIA UNO

Guillermo Ochoa era conocido por ser uno de los más prolíficos directores de cine que la historia había visto. Cada uno de sus filmes era perfecto en todo el sentido de la palabra, cada una de las piezas que componían sus producciones estaba colocada al milímetro y formaba parte de una identidad más grande.

Pero con la fama también viene la desgracia, y todos los elogios y apreciaciones y premios se fueron al tacho cuando todos se dieron cuenta del gran problema que tenía.

Era demasiado perfeccionista. No podía admitir un solo error. Muchas personas dejaron de querer trabajar con él, pues al parecer nada lo contentaba. Ello lo convirtió en parte de la lista negra de cierta industria.

Así que aquí estaba, devuelta en sus comienzos, tratando de crear aún otra pieza maestra que cerrara las bocas de todos cuantos lo criticaron. Evidentemente no tenía equipo, él era un todo en uno: director, productor, guionista, incluso estaba componiendo él mismo el soundtrack.

Pero había un problema, no se puede hacer una película sin actores, así que aquí estaba, en un sucio y extraño almacén haciendo lo posible por no dispararse ahí mismo –morir así no se le hace nada especial, su muerte tenía que ser algo absolutamente espectacular–, está en medio de una audición para su película, ya no puede pagar ninguno de los grandes actores, pues ni siquiera tiene un presupuesto, solo puede confiar en personas totalmente desconocidas en el mundo de la actuación.

De pronto alguien entra al lugar, es bajo y su cabello es café. Viste con un sencillo suéter café muy claro, y con pantalones azules desteñidos. Guillermo no puede ver bien ninguna otra característica en particular. El chico está nervioso, se nota por su andar inseguro.

—Buenos días —saluda cordialmente
—Vi el cartel de afuera —dijo señalando la puerta—. Por cierto, se nota que no sabes nada de diseño gráfico, parece hecho por un niño pequeño —rió por lo bajo.

—¿Tienes experiencia en la actuación? —preguntó, ya aburrido y desinteresado, solo deseaba irse a su casa y beber hasta quedar inconsciente.

—Nop —contestó despreocupado—. La verdad, no tenía nada qué hacer.

Genial, Guillermo definitivamente se dispararía en la cabeza.

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Sorpresivamente, la audición de este muchacho –Lionel Messi, era su nombre–, no fue tan mal como creyó, lo que tenía de poco profesional, lo tenía de talentoso, cielos, se le hacía imposible creer que ese chico nunca había estudiado actuación. Su rostro era increíblemente expresivo y su lenguaje corporal hablaba por sí solo, no necesitaba ningún diálogo para transmitir sus emociones.

—Actúas bien —exclamó el de rizos, no podía salir de su asombro—. Mejor que cualquier otro actor que haya conocido. ¿Estás seguro de que no tomaste clases?

—No tomé ninguna, solo ví muchas películas —sonrió, haciendo énfasis en 'muchas' y rascándose la nuca—. Tomé un poco de cada uno de mis actores favoritos.

—Debo advertirte de algo antes de que aceptes participar. —Francisco se acercó hasta él, quedando ambos cara a cara, se dió cuenta entonces de que sus ojos no eran marrones, eran más de un color miel y, si mirabas cuidadosamente, había tonalidades verdes alrededor de las pupilas—. No tengo nada de dinero y me será imposible pagarte mientras estamos en producción.

—No es un problema, pero tengo una condición.

—¿Cuál? —preguntó sorprendido.

—Cuando todo termine, me invitarás a cenar, donde quieras. —Sonrió. Esto hizo reír al de rizos, su primera risa genuina después de mucho tiempo.