01

545 41 23
                                    

Este día no podía ser peor, muy temprano tuve mi consulta médica, hace unos días me he sentido mal y creí que podría estar esperando un bebé al fin.

Quizás, tener un hijo con mi esposo solucione todos nuestros males, y la verdad es que, desde hace un tiempo en esta parte, nuestras vidas no han estado tan bien.

Nos conocimos en la escuela, por mi parte fue amor a primera vista, siempre ha sido rehacio con la expresión sentimental, aunque me encargue de ello, con persistencia y detalles logré conquistar su corazón.

Cuando creí todo perdido, cuando la temporada escolar se acababa y el aún no me tomaba en cuenta y me daba por vencida el me declaro su amor.

Esa vez todo fue hermoso, nos graduamos, di mi discurso, y calabaza, cada familia llegó a su casa.

Ya no lo volvería a ver, estaba en mi alcoba sumergida en mi depresión sentimental, me dolía que perdí cuatro años en cursilerías, el seguía evitandome, sin importarle mi presencia y me decía que era un grano en el culo más que una persona por la que se podía tener sentimientos, mi corazón estaba devastado, me había rechazado miles de veces, y el último día lo ignore como nunca.

Evite su mirar, todo el día, en los ensayos y cada que se cruzaba conmigo, mis ojos se llenaban de lágrimas lo había perdido.

Dos meses después de eso, llegó a mi casa, mis padres no estaban y cuando lo vi por la cámara mi cuerpo se congelo, abrí el citofono y le hable.

— ¿Si?

— ¿Podemos hablar?

— ¿Puede ser así?... No estoy en condiciones de ver a nadie.

— ¿Estas enferma? —volvi a llorar, recordé sus últimas palabras "nunca me fijaría en alguien como tú, eres de esas personas que no miraría por ningún motivo.

— ¿Que necesitas Jungkook? —dije votando una lágrima.

— Te espero en la plaza a la vuelta, necesito decirte algo.

Y así como llegó, el desapareció.

No quería ir, pero seria bueno tener un término de ciclo ante eso, darme cuenta que en definitiva, jamás podría estar con el.

Tome un pantalón holgado y una sudadera, una mascarilla y acomode el gorro de aquel Hoddie gris y sin ganas en mi cuerpo me encamine hasta el lugar de encuentro.

Ahí estaba el, balanceándose sutilmente en uno de los columpios, mi corazón se apretaba con cada paso, hasta que llegue a su lado y use el que estaba desocupado.

— ¿Que necesitas? —dije viendo la punta de mis pies, vi como acercó un sobre en mi direccion, el que tome y abri.

— Me aceptaron en la universidad de Seúl.

— Felicidades, serás un maravilloso doctor.

— Esta a 20 minutos de la tuya, podremos seguir viendonos, podrás seguir intentando conquistarme.

¿Se burlaba de mi?

— Debo irme —me levanté y caminé con molestia

— Mel —grito en mi dirección, En serio odio que mi corazón lo ame tanto porque, le ordenó a mi cuerpo que se detuviera de inmediato— cuando recibí la carta, lo primero que hice fue venir aquí, hasta tu casa, necesitaba compartir mi felicidad contigo.

— ¿Tu felicidad? —le reclamé y gire con molestia— Lo único que quieres es que esté a la siga tuya, intentando algo que jamás sucederá —arranque la mascarilla de mi boca— lo único que quieres es seguir humillando a mi corazón.

— Postule a Seúl por ti.

— No, lo hiciste por tu egocentrismo, pues entérate Jeon, a mi no me aceptaron en la Universidad de artes, lo que quiere decir que no iré, búscate a otra idiota que caiga rendido a tus pies e intenté conquistarte, busca a otra a quien humillar.

— Te quiero! — dijo desesperado— no eres para nada mi tipo, eres persistente y divertida, eres pequeña y hermosa, y estás ahí, siempre, y cada logro que cumplía tu eras a la primera que le quería decir pero de alguna manera ya lo sabías —dio pasos a mi— me molestaba que siempre estuvieras pendiente de mi, eres un enjambre a mi alrededor, con tus zumbidos perfectos que me hacían ... Enamorarme de ti

— Yo no estoy para juegos, ni mucho menos tus bromas —llego hasta mi frente.

— Cuando supe que querías ir a Seúl, decidí ir contigo, y postule, por que no podría vivir sin tus bullicios alentando a más. Pero hace dos meses, hiciste eso tan ridículo que me lleno de vergüenza, pusiste mi rostro en todo el colegio pidiendo una cita, y las palabras salieron de mi boca, pero nunca las sentí —llevo su mano a mi rostro acariciando— y te alejaste, dejaste de verme, dejé de ser importante para ti y no sabes cuánto me dolió esa distancia.

— Lo dices porque te sientes mal, lo dices porque estabas acostumbrado.

— lo digo por que lo siento, me enamore de ti.

— Pues, yo ya no siento nada por ti —di un paso atras— Al parecer, tu ya no eres mi tipo.

Mis palabras eran mi condena, tenía muy en claro que no lo volvería a ver, y mi pecho quemaba por el sentimiento.

Apenas llegué a la puerta de mi casa me detuve en la entrada, pensando un momento.

¿Y si lo que dice es verdad?
¿Y si tanto esfuerzo al fin tenía su recompensa?

Fue ahi cuando gire mi cuerpo para volver a él, corrí unos cuantos pasos cuando noto que el tambien corre hacia mi, detuve mi cuerpo viendo cómo se acercaba a mi, dejó de correr para dar pasos rápidos y no se detuvo en mi frente, tomo mi cuerpo y camino conmigo en el aire.

— No sabes mentir — dijo y junto a nuestros labios, era nuestro primer beso, el mejor de los besos, el que nunca en mi vida había dado.

Delicadamente mis pies tocaron tierra y sus manos fueron a dar mi cuello deslizándose hasta mi nuca, atrayendo cada vez más hacia el, impidiendo que soltara aquella conexión, y cuando al fin nos separamos sonrió tan perfecto que me hizo caer rendida a sus pies.

— Sé mi novia, prometo, juro que apenas termine de estudiar nos casaremos, tendremos hijos y te haré la mujer más feliz del mundo, hasta que la muerte nos separe.

— Acepto —dije sonriendo y desde esa vez, no nos separamos más.

Hasta ahora. ..

Fuimos los novios más envidiados de sus amigos, se especializo en cirugía general, nos casamos apenas el término de estudiar, compramos una modesta casa solo para nosotros y con el tiempo nos mudamos a la que tenemos ahora, de eso han pasado 10 años, pero los hijos, jamás llegaron.

Hace unos días me he sentido mal, no le quise decir, esperaba darle una sorpresa, pero solo recibí malas noticias.

No sólo nunca podría ser madre, sino que, solo me quedaban unos meses de vida.

Y ahora, él me está entregando un foiler con documentos que tiene como título, "acuerdo de separación de bienes" en pocas palabras, me está pidiendo el divorcio y todo entre nosotros ha muerto.

30 días contigo.        ~Terminada~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora