5. Sueños lúcidos

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Lee Know era un hombre de rutina, de eso se había percatado Jisung en los quince días que llevaban de viaje por todo Corea del Sur. Sin embargo, no fue hasta que tuvieron la necesidad de compartir habitación la noche anterior que se dio cuenta de todas las pequeñas cosas que el mercenario tenía que hacer antes de dormir y después de despertar para poder empezar y terminar su día.

Lee Know se lavaba los dientes dos veces con dentífrico de hierbabuena porque "la gente no sabía la forma correcta de hacerlo" y la suya era, claramente, la forma correcta. Daba tres golpes a la almohada antes de recostar la cabeza sobre ella y debía tener un vaso con agua a un lado para poder tomarlo a primera hora por la mañana.

A pesar de eso, nada le pareció tan extraño como el que no pudiera dormir en una cama que no tuviera una vista directa a la puerta. Cuando Jisung lo cuestionó al respecto, Lee Know dijo simplemente siempre hay que estar alerta.

–Tú toma la cama del fondo, yo dormiré en esta –dijo Lee Know, puso sus maletas en el suelo y se tumbó en la cama.

La habitación era bastante amplia teniendo en cuenta que la renta por una noche costaba únicamente sesenta y cinco mil wones. Constaba de dos camas individuales, un tocador y un pequeño reclinable individual que parecía tener manchas más viejas que un coñac de millones de dólares. La luz que entraba por el gran ventanal era suficiente para alumbrar la habitación entera. La vista era de una carretera desolada a las dos de la tarde.

Jisung habría querido seguir conduciendo sin parar hasta llegar a Busan, pero estaba agotado, y, aunque Lee Know no lo expresara en voz alta, empezaba a hacer una mueca de dolor cada que movía el cuello. Así que decidió rentar una habitación en el motel más cercano por cinco horas y volver a la autopista cuando hubieran descansado lo suficiente.

Siguió el ejemplo de Lee Know y se sentó en la cama. Tomó su mochila y sacó papel y pluma. Empezó a escribir sin darle muchas vueltas al asunto.

–¿Qué tanto escribes ahí siempre? –Lee Know interrumpió la idea que no terminó de formarse en la mente de Jisung.

Se volvió hacia el mercenario, quien había dejado las botas negras en el suelo, a la orilla de la cama, y descansaba la cabeza sobre sus brazos, detrás de la nuca. El cabello le caía a los lados por la fuerza de gravedad, dejando ver su rostro por completo. Jisung intentó no mirar por mucho tiempo sus antebrazos, firmes por la flexión de la posición en la que los tenía.

–Nada importante –dijo Jisung, y regresó la vista a la libreta–. Nada con mucho sentido, de hecho.

–¿Puedo ver? –preguntó Lee Know.

Jisung detuvo su trazo y apretó el bolígrafo con fuerza en su mano derecha.

–¿Por qué querrías ver? –devolvió la pregunta.

Al no obtener respuesta, volvió a mirar a Lee Know, éste ya se encontraba observándolo. El mercenario esperó unos segundos antes de encogerse de hombros y volver su vista al techo.

–No lo hagas si no quieres –concluyó.

Para ser mayor que él, Lee Know podía llegar a comportarse como un verdadero niño berrinchudo cuando las cosas no salían a su modo. Jisung hizo un esfuerzo por no soltar un bufido de molestia. Qué más daba que leyera alguna de sus composiciones, en unas horas estarían en Busan, y si encontraban a Jun ahí, sería el adiós para ambos.

Jisung se levantó y le lanzó la libreta de media hoja a Lee Know, lo golpeó suavemente en el pecho, sorprendiéndolo. Jisung se dirigió al baño como excusa para no estar presente cuando el mayor comenzara a hojear el pequeño cuaderno. Pensar en el hombre de la habitación de a lado leyendo los pensamientos que pocas veces dejaba salir le provocaba un ligero mareo.

Emperor's Road [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora