16. Pacto

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Esa noche, Minho apenas pudo dormir. Y a pesar de haber caído en el inconsciente, no descansó.

¿Qué había hecho?

¿Qué había hecho?

Por treinta días se había convencido a sí mismo de que la cercanía de Jisung no le afectaba, que aquello que pasó en Japón no fue algo trascendental para él. Hasta cierto punto, aún lo creía. No era que sintiera algo por Jisung más allá de la atracción, de eso estaba seguro. Pero cada vez le costaba más trabajo mantener sus manos para sí mismo. Era una sensación extraña que ni siquiera estaba seguro de querer llegar a entender.

A lo largo de su vida, había conocido a muy pocas personas que no se ifentificaran como heterosexuales; mucho menos a hombres que se sintieran atraídos por otros hombres. La sola idea de pensar en Jisung de una forma física le resultaba extraña, sin embargo, no le parecía errónea, sino todo lo contrario.

Minho orbitaba alrededor de Jisung como un mosquito vuela hacia una luz incandescente: totalmente natural y esperado. Eso no quería decir que no le aterrara ser electrocutado por esa linterna.

Y a pesar de eso, no podía dejar de plantearse los pros y contras de intentar algo con Jisung. Meramente físico, claro estaba. Minho odiaba los sentimentalismos, no era bueno mostrando sus emociones, y mucho menos lo era para ser el soporte emocional de alguien más.

Pero ahí estaba el problema. Jisung necesitaba apoyo en ese momento, a alguien que le permitiera llorar sobre su hombro cada que lo necesitara, que lo mimara como el niño berrinchudo que creció siendo, que escuchara sus canciones y leyera su poesía, que le sirviera su americano helado con tres cucharadas de azúcar después de un día agotador.

Minho no era esa persona.

Pero, maldita sea, no había podido dejar de pensar en él desde el día anterior; en cómo su cuerpo se acopló a la perfección al suyo, con sus músculos contrayéndose por el esfuerzo debajo de las cálidas palmas de Minho. Y la fragancia que desprendía debajo de ese leve aroma a sudor.

Minho siempre se había burlado de todas esas escenas cliché en películas, series y libros. El típico momento en el que los protagonistas perdían el control al percibir el aroma de la otra persona.

Minho había estado con muchas mujeres a lo largo de su vida, había incluso intentando dos o tres relaciones serias, sin éxito. Y en cada caso, el factor olfativo nunca había jugado un lugar en el nivel de excitación que sentía. Incluso diría que a veces le ocurría lo contrario: mientras más fuerte fuera la esencia de la persona, menos podía disfrutar del acto. Lo distraían tantos estímulos olfativos.

Y aún así...

Jisung.

¿Cómo podría describir el aroma de Jisung? Era como una mezcla de su antitranspirante —que, cómicamente para Minho, tenía un deje de olor a talco para bebé—; jabón neutro y su colonia favorita, Sauvage, de Dior —cómo no—. Pero, debajo de todo eso, en cada entrenamiento, después de que Jisung llevara sudando por tres horas seguidas, su aroma era..., solo era como Jisung, intoxicante en el mejor de los sentidos.

Después del último entrenamiento, Minho casi pasó la peor vergüenza de su vida, cuando, después de que Jisung acercara sus rostros de esa forma tan abrupta, había sido consciente de todos y cada uno de los puntos en los que sus cuerpos se tocaban, y cómo Minho estaba prácticamente sentado a horcajadas sobre le regazo del otro.

Fue entonces que sintió cómo sus pantalones, a pesar de ser joggings, empezaban a apretar su entrepierna. Apenas y tuvo el tiempo suficiente para reaccionar, levantarse y salir de la habitación antes de que su erección hubiera terminado de formarse.

Emperor's Road [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora