19. El inicio del fin

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Han Jisung nunca se había enorgullecido en particular por sus decisiones de vida, sin embargo, hasta ese día nunca antes se había preguntado: ¿cómo diablos llegué aquí?

—¿Quieres que te pida otra? Ese trago lleva casi una hora en tu mano, estoy seguro de que sabrá horrible para este punto.

Le seguía pareciendo un tanto extraña la forma en la que la voz tan profunda del hombre frente a él contrastaba a sobremanera con su rostro de facciones finas; casi angelicales. Las pecas que decoraban sus pómulos y el arco de la nariz le daban un aura especialmente inocente.

—Ah. No, no, gracias. De hecho... —Jisung buscó con la mirada a uno de los camareros que rondaban por todo el lugar y entregó la copa casi llena a uno de estos. Su nerviosismo no le permitía llevarse nada a la boca sin sentir la necesidad de vomitar.

Felix —así es como Minho lo había presentado con Jisung al llegar a aquel evento— rió ante el notorio pánico que lo embargaba.

—Tranquilo, está bien —intentó calmarlo Felix.

Jisung le dedicó una mirada llena de preguntas a la deriva e incertidumbre.

—Lleva ahí dentro más de cuarenta minutos. ¿Crees que esté bien?

Felix tomó un trago de su bebida antes de responder:

—¿Lee Know? ¿El asesino a sueldo más cotizado de todo Corea del Sur? Yo creo que va a estar bien —rió de nuevo, y Jisung notó cómo su rostro parecía iluminarse aún más. La forma en la que sus caninos sobresalían especialmente, hacían que su sonrisa fuera una extraña y satisfactoria mezcla entre ternura y picardía—. Además, conozco a los tipos ahí dentro. No pasará nada.

Jisung tamborileó el pie contra el suelo, y al no tener ninguna otra forma de calmar su creciente ansiedad, tomó otra copa de la charola de uno de los meseros que se paseó por su lado, la vació de un sorbo y la devolvió a su lugar. Felix soltó una carcajada.

—Es interesante al fin conocer al famoso Han Jisung —comentó Felix burlonamente.

—¿Qué tiene de interesante? Soy solo otro nepobaby más de la infinita lista —acompañó sus palabras con un levantamiento de hombros.

Cada pocos segundos, Jisung dirigía la mirada a aquella puertecilla tras la que había desaparecido Minho cuarenta y tres minutos atrás. Mentiría si no agradeciera el hecho de que el mercenario lo dejó en compañía de un conocido..., o algo así. El cerebro de Jisung parecía haber sido lobotimizado, pues ahora la presencia de Minho lo hacía sentir seguro y en paz, por lo que cualquiera que se considerara su amigo cercano, no debía ser tan malo, ¿no era así?

Recorrió el lugar con la mirada, sin detenerse por demasiado tiempo en ningún punto, esto para evitar que alguien indeseable notara su presencia. El salón era bastante pequeño, probablemente de unos cincuenta o sesenta metros cuadrados. En este se encontraban aproximadamente veinte personas diferentes; hombres y mujeres con trajes y vestidos de gala que seguramente costaban más de lo que Jisung podría ganar en toda su vida trabajando por sí solo.

Minho lo había sorprendido aquella mañana, dos días atrás, cuando le comentó que el inicio del plan daría comienzo al fin, y el primer paso sería asistir a una reunión extraoficial con varias personalidades de la "alta alcurnia": directivos de empresas, líderes de negocios internacionales, incluso unos cuantos políticos. Ahí, mencionó Minho, se encontraría con un tal Spear B, otro mercenario que, al parecer, había estado ayudando a Minho a dar seguimiento de cerca al estado de su padre y sus negocios sucios desde hace semanas.

Así que ahí estaba Minho ahora, en aquella habitación a la que no había permitido a Jisung acercarse ni dos metros.

Le avergonzó la forma en la que lo había introducido a Felix, casi como si el mayor le hubiera encargado su bebé a una niñera.

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⏰ Última actualización: Jul 13 ⏰

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