Emperor's Road [Minsung]

8. Vuelta atrás

TW: este cap contiene homofobia, procedan con precaución.

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Jisung sobrepensaba gran parte de su vida, era algo a lo que se había acostumbrado ya. Pero la avalancha de pensamientos que lo inundaron cuando Lee Know... Minho, su nombre era Minho. No podía creer que le había dicho su nombre.

Eso en verdad le había dado la idea totalmente estúpida y errónea de que Minho comenzaba a ver en Jisung a alguien que podría llegar a significar algo más que un simple cliente. Pero no era así.

Realmente no le guardaba rencor por el hecho de rechazarlo, estaba en todo su derecho, pero mentiría si dijera que no sintió una punzada en el pecho cuando Minho se alejó con pánico después de que sus labios se rozaron por unos segundos. No debieron ser más de tres, pero le supieron a gloria.

La suavidad de los labios de Minho era algo para lo que su cerebro no había estado preparado. Su labio superior era carnoso, y tal vez deliraba, pero Jisung juraría que encajaban perfecto con los suyos. Cualquier mujer que disfrutara de ellos a complacencia, se había ganado la lotería.

Se preguntaba cómo sería tener ese privilegio. Ser la causa del deseo de Minho, ser bienvenido a sus brazos, su pecho y sus labios, incluso anhelado por el mercenario. ¿Alguna vez Minho habría ido tras alguien en lugar de recibir la atención de una habitación entera sin decir palabra? Lo dudaba. Jisung no podía imaginar a aquel hombre de mirada felina rogando a nadie.

—Listo, llegamos.

La voy de Minho lo devolvió a la realidad. Miró por el parabrisas y la ventanilla. Se encontraban frente a la entrada de una pequeña casa localizada a las afueras de Busan. Minho le había dicho que irían con un amigo para que los ayudara a cruzar a Japón sin ser localizados.

Jisung desabrochó su cinturón y salió del auto. Se abrazó a sí mismo debido al aire frío que golpeaba su rostro y brazos.

—Es esa casa de allá —Minho señaló la fachada corroída de un café que ahora era más bien grisáceo.

Jisung asintió y caminó hacia el lugar que señaló el otro. Escuchó el mosquitero de la entrada abrirse con un chirrido y un hombre alto y corpulento salió disparado hacia Minho, sin siquiera molestarse en mirar a Jisung.

—¡Minnie! —rugió el hombre. Su voz era áspera y grave.

Jisung observó la imagen frente a él. El hombre desconocido envolvía a Minho con sus largos brazos, le daba firmes palmadas en la espalda, como para dejar en claro que ese era un abrazo de hombres. Jisung rodó los ojos.

—También me da gusto verte, Mok —dijo Minho, devolviendo las palmadas.

Ambos se separaron y caminaron directo a la puerta. Minho miró atrás solo un instante para hacer una señal con la cabeza a Lino de que los siguiera. Así lo hizo.

El mosquitero chirrió al abrirse y se azotó contra el marco de la puerta cuando Jisung hubo entrado a casa de Mok. Era un espacio pequeño, olía a sopa miso y cítricos a punto de ranciarse. El lugar no tenía calefacción, por lo que el único calor provenía de las propias personas dentro de la casa y los pocos rayos de sol que entraban por la ventana.

—¿Cerveza? —preguntó Mok a Lino, quien asintió—. ¿Para ti también?

A Jisung le tomó unos segundos percatarse de que se refería a él. Al parecer no era invisible como se lo había hecho pensar en un inicio.

—Eh..., no, gracias —respondió.

Mok chasqueó la lengua y abrió la nevera, dejando salir un niñita entre dientes tras tomar una botella de cerveza. Jisung frunció el entrecejo, pero no le dio tiempo de replicar antes de escuchar a Minho.