Capítulo siete

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Al parecer la memoria de JeongHan parece mejorar, ha recordado a algunas personas y cosas.

Entre eso están algunos vecinos, familiares y amigos que aunque no sabe en dónde están los recuerda, y eso es lo que le importa.

Sin embargo, sus recuerdos con respecto a una persona siguen bloqueados y no sabe porque.

–¿Te parece si vamos al museo que viste en esa página el siguiente fin de semana? –Dice el azabache a su lado, trayendolo a la realidad. –Creo que tendré día libre.

–Claro, está bien.

–¿Estás bien? Puedo volver al sofá si así quieres. –Propone y JeongHan solo niega con la cabeza rápidamente.

–No, está bien, solo estaba pensando.

SeungCheol asiente y no pregunta más. JeongHan se levanta y camina a la puerta de la habitación.

–Haré el desayuno, te llamo cuando esté listo.

Sale de ahí para dirigirse a la cocina y apoyarse en el lavabo, respira y cierra los ojos.

Se siente mal porque aún no recuerda del todo a SeungCheol. Le ha pedido que duerman de nuevo juntos porque desde aquella noche que pensó que no llegaría temió por su vida.

Así que pensó que era una buena idea quitar los muros al rededor para así estar cerca y tal vez recuperar sus recuerdos respecto a su esposo.

Pero no fue así.

Tras el desayuno, JeongHan toma el álbum una vez más, y lo abre para buscar una fotografía que pueda ayudarle a recordar.

–Cheol. –Lo llama tranquilo, esté solo gira la cabeza a un costado para verlo. Están en el mismo sofá, el azabache leyendo un libro. –¿Esta foto porque fue?

SeungCheol se acerca al libro y al ver el cuadro con la imagen sonríe de oreja a oreja, después mira al castaño.

–Es del baby shower de tu hermana. –Dice aún sonriendo. –Se supone que no debíamos estar ahí, porque solo asisten mujeres, pero estabas tan aferrado a estar presente que...

–Me vesti de mujer para entrar. –Termina la oración y SeungCheol asiente.

Ambos están en esa foto, JeongHan en brazos del azabache, quien lo carga al estilo nupcial.

–Eras la chica más linda, déjame decirte.

–Pues si me veo bien. –Rié diciendo aquello y lleva su vista a otra foto. –¿Y está?

–¿Esa? –Medita un poco, al parecer esto también le ayuda a él a ejercitar la mente, porque algunos recuerdos le cuestan más que otros. –Si no me equivoco es de cuando fuimos chaperones en el baile de MinJi.

–¿Hicimos eso? –Se fija, y en la foto se ven en el fondo varios adolescentes y la decoración de los típicos bailes de invierno. –¿Y mi sobrina?

–No quiso tomarse la foto ese día, de hecho se quejó con tu hermana porque en toda la noche no la dejaste bailar las canciones lentas con su pareja.

–Oh, seguro tenía mis razones. –Se defiende, entre cerrando los ojos.

–Seguro... ¡Ah! Mira esta. –Señala SeungCheol otra fotografía y él dirige los ojos a donde su dedo apunta. –Esa es en una feria, ese día llevamos a GaOn y MinJi, pensando que pasaríamos un buen rato.

–¿Y que salió mal? –Inquiete JeongHan, cruzandose de brazos.

–GaOn se nos perdió de momento, después resultó que había escapado a una fiesta en casa de un amigo, y MinJi... Bueno ella en realidad solo volvió a casa; tu hermana nos llamó furiosa porque nosotros estábamos subiendo a todas las atracciones y nos olvidamos de ellos.

SeungCheol suelta una risa, claro que en su momento recibieron un regaño cuál adolescentes, pero ahora es un recuerdo que le causa gracia.

–Que irresponsables... –Murmura JeongHan, el contrario lo mira, deteniendo su risa.

–Si, lamento eso. –Se disculpa y entonces el castaño suelta una carcajada.

–¡Dios! –Aprieta su estómago, tenía mucho que no se reía así. –Seríamos pésimos padres.

–Creo que si. –Sigue el juego, volviendo a reír.

–Por cierto... –Retoma el castaño, calmando su risa. –¿Alguna vez hablamos de tener hijos?

La mirada en ojos de JeongHan, SeungCheol no sabría decifrarla. Es una mezcla entre ilusión, decepción, emoción y tristeza.

–No realmente, con el trabajo y los horarios, apenas teníamos tiempo para vernos por la noche. Por eso al tener tiempo para nosotros creo que nos centrabamos en compensar sentirnos alejados, no sé si me doy a entender.

–Si, todo claro... Solo creí, que tal vez tocamos el tema, cómo muchas parejas.

–Podemos tocarlo ahora, si quieres claro. –La mirada que le dedica SeungCheol es tan cálida, que JeongHan solo puede suspirar y negar levemente.

–No, ahora no es momento. –Comenta y el azabache asiente.

–Mira esta foto. –Desvia la atención del momento con otro recuerdo. –Esa foto es de cuando luche contra un toro.

–¿Tú peleaste con un toro? –Levanta una ceja mirándolo. SeungCheol asiente repetidas veces. –¿Y ganaste?

–Claro que gané. –Alardea, sonriendo orgulloso. –También gané diez mil wones y una medalla.

JeongHan abre los ojos sorprendido, mirando la foto de nuevo, la mira tan de cerca y a detalle que nota algo.

–Creí que hablabas de un toro de verdad. –Dice, mirándolo con indignación. –Y es un lugar donde hay toros mecánicos.

–¡¿Pensabas que iría cuerpo a cuerpo con un animal brutal como un toro?! –Exclama y JeongHan asiente. –¡Dios! ¡No! Sería un suicidio.

–O mínimo perderias la memoria, cómo yo.

Ríe levemente y SeungCheol solo lo mira lastimero. Le gustaría que así fuese, ser él quien no recuerde nada y que JeongHan este bien.

¿Ha sido egoísta? Se pregunta.

Cuando todo ocurrió, una parte de sí mismo le dijo que no fuera a buscarlo, que lo dejara en manos de su familia para que así recordara lo que valía la pena e iniciará de nuevo.

Pero SeungCheol ama a JeongHan, y a lo que sabe, él también lo ama a él, o eso antes del accidente; están casados por esa razón.

Así que renunciar a ello no era opción, y entonces condujo en medio de la noche y de la lluvia hasta el hospital en dónde JeongHan llegó mal herido. Se quedó a su lado hasta que salió de terapia intensiva, y estuvo en el momento exacto que despertó, para toparse con que su precioso esposo no recordaba nada.

Y esa, tal vez fue la señal de que debía irse, y no hizo caso. Ahora estaba aquí, contando cada recuerdo que tenían juntos, con la esperanza que aquel amor no hubiese muerto, solo escondido entre las tinieblas de la amnesia.

Si, el creería en su lazo, y en qué tarde o temprano él lo recordaría y volverían a verse como dos tontos enamorados. Porque SeungCheol seguía siendolo.

–Ey, no llores, era un chiste. –Dice JeongHan, limpiando con timidez su mejilla.

El castaño le sonríe y aparta el álbum para abrazarlo, es tan inocente, tan cálido, que SeungCheol solo se deja llevar y llora, en silencio, aferrándose tanto como puede al cuerpo contrario.

–Te quiero. –Murmua con miedo, a ser rechazado, a no obtener respuesta. Pero eso no sucede.

–También te quiero. –Responde en el mismo tono, y así se quedan, abrazados, intentando decir todo con aquel tacto.

𝗣h𝗼t𝗼g𝗿a𝗽h | 𝗝HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora