Capítulo 18

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Al amanecer, Mónica sintió un peso encima de su cuerpo, cuando recuperó razones, se dió cuenta que era su esposo.
A gritos y empujones lo hizo salirse de la cama.

Mo- Como se te ocurre meterte en mí cama, estúpido.

M- Así no fue como me recibiste en ella anoche, yo no me hubiera atrevido a quedarme si tú no me hubieras besado.

Mo- Que yo hice ¿qué?

M- Lo que hayas hecho Mónica Serrano, tu eres mi mujer y es normal que compartamos la cama, Mamita.

Mo- Mira Maximiliano, si tú no quieres que yo te lance todo lo que tenga a mí alrededor, deja de hacerte el chistoso y desaparécete de mí vista.

Maximiliano se queda viéndola a los ojos y comienza a reírse.

Mo- Ponte la ropa Maximiliano, que estas esperando.

M- En serio quieres que me ponga la ropa o quieres volver a repetir.

Mo- Vasta yaaaaaaaaaaa, que tú no tienes nada que hacer aquí. Por favor, no me hagas tener que ponerme a dar gritos.

M- Hazlo, solo hazlo, si de verdad tu eres todo lo macha alfa que te gusta hacerte, grita.

Mo- Yo hago lo que se me dé mí regalada gana, recuerda que soy una mujer libre.

M- Libre, cuando fue eso que yo no me había enterado.

Mo- Mira Maximiliano, deja de hacerte el chistoso, que tú no lo eres, lárgate de mí vista y ten vergüenza en tu vida, por asqueroso y vrga suelta, ya no somos nada, así que bendice y agradece estas últimas escenitas conmigo, porque nunca más, escúchame bien, nunca más, tú y yo, ni para  negocios, hasta aquí llegamos.
Por favor, evítame tener que abrirte la puerta para que salgas, recoge todo lo que desees, pero cuando salgas, llévate todo, porque aquí no regresas, pero jamás.

M- Eso es lo que tú deseas en realidad.

Mo- Cometiste un gran error, y lo sabes, ni pidiendo perdón, solucionas nada.
Mientras me decías TE AMO, estabas teniendo sexo en otro lado, como un perro.

M- Estoy tratando de hacer lo que puedo y muchas veces sin pensar lo que hago, lo siento.

Mo- Si ya estás aquí, vamos a hablar, pero antes me escuchas.
Voy a decirte lo que siento, verte morir en este mismo momento, es lo que deseo, asqueroso.

M- Me fue atrapando su mirada en silencio, y en su trampa sin querer fui cayendo, Mónica, por amor a Cristo, lo siento.

Mo- No quiero que me cuentes más, ya no más, quiero que te haga desaparecer el viento.
Fue como despertarme de un sueño, te vi tan grande, pero eras tan pequeño, que lástima.

M- Ya sé que aunque la culpa fue mía, no supe darte lo que tu más querías, una vez más. 

Mo- Es por eso que ahora solo quiero desahogar la rabia que llevo en el alma.

M- No me di cuenta y ya estaba todo perdido, lo siento.

Mo- No, no quiero escucharte más. Es que no me cabe en la mente como tú, dándote todo como lo hago yo, fuiste a meterte con otra más y con una cosa así, no te da vergüenza.
Ya nada queda para hablar, maldito traidor sin alma.

M- Nunca voy a tener tu perdón, verdad?

Mo- Nuestro amor Maximiliano, fue entre guerra y paz, entre tanta gente y tanta soledad, y vencimos juntos las mentiras con verdad.
Tú mejor que nadie sabes que nuestro amor, yo no lo comprendí hasta que sentí, que algo tuyo iba naciendo dentro de mí.

M- Eso nada en esta vida lo va a borrar.

Mo- Ya no siento ese sueño en la piel, despojaste de ti, mi vida, me apagaste el alma.

M- Mónica, mi amor, por favor.

Mo- En tu mar, yo estuve perdida, pero tú corriente me ha arastrado y ahora floto a la deriva, sin saber cuál es mi estrella, sin mañana y sin amor, sin rumbo.
Y aunque sin ti, yo no sé sobrevivir, hoy mi corazón se vuelve de piedra Maximiliano Ponce, y se olvida para siempre de ti.

M- Te estas escuchando.

Mo- Perfectamente, en un momento aquella noche, haz memoria, mi corazón a muerte condenaste tú, y mientras tú la desnudabas yo comenzaba a morir un poco cada segundo que trascurría.
Lentamente se me escapaba el alma de la vida, me quebraste el corazón, estoy herida, no me da miedo reconocerlo crjo.
Fuiste tú solito, quien condenó a mi pobre corazón a morir un poco, lentamente, cada día, ahora te toca aguantar que no soy de nadie, soy libre como el viento, te guste o no, ya no eres el dueño mi corazón.

M- Jamás vas a dejar de ser mía, me escuchas, jamás. 

Mo- Se acabó, se acabó, se acabó, pon punto final a este juego, no pienses en continuar una historia que ya ha pasado de tiempo. Sigue las reglas del juego, ahora no vale jurar, prometer, ni rogar, es muy tarde, lo siento.
Sabes cuantas lágrimas he llorado, que raspan mi cara.
Ya tus palabras ya no valen nada, solo hacen avispero mi calma.
Sabes algo, tal vez no soy la única que tiene un corazón loco, que ha terminado roto por culpa del amor.

M- Perdón, para mí no está siendo nada fácil tener que dejarte ir, yo no debí, pero tranquila, desde ahora mismo prometo que me voy, como bien tú dices, esto es una historia que ya ha pasado de tiempo, tengo que seguir las reglas del juego.

Mo- Convéncete, y ahora si vístete y vete ya, ya no más. Te cuento 3, para que te largues de aquí.
Ahora sí, eres libre de tomar agua en otro florero, adelante corazón, es tu turno de aprender que la vida con dolor, no sabe igual.

M- Nunca pensé escuchar tanto odio de ti hacia mí.

Mo- Yo nunca pensé que me fueras a poner el cuerno y ya vez querido mío, fuiste directo a tu destino.
Termina, se te hace tarde.

Mónica salió de su habitación, caminó hasta las escaleras y cuando creyó que no iba a poder andar, descubrió que no importa que se rompa el piso, ella seguirá caminando, venga lo que venga, tiene que poder enfrentarlo. 

Más que amigas, hermanas II (Amor & Desamor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora