— Narra Daniela
Los primeros rayos de sol se cuelan por mi pequeña ventana, chocando contra mi rostro, y yo me limito a revolverme perezosamente entre mis sábanas.
El roce de la almohada contra mi mejilla envía una punzada de dolor a mi sistema, y es la única prueba que necesito para descartar la esperanza de que todo lo sucedido ayer fuese un mal sueño.
Me incorporo sobre mi colchón, y me tomo unos segundos antes de salir de la cama para dirigirme al baño.
Una vez allí, alzo mi mirada con temor hacia el espejo, y abro los ojos de par en par al ver mi reflejo.
Dos grandes manchas negras de rímel se encuentran bajo mis ojos, siguiendo un claro patrón en cascada influenciado por todas las lágrimas que derramé ayer. Además, una pequeña marca roja se encuentra en mi mejilla derecha, a la altura del pómulo, y doy por hecho que es el resultado del golpe que me dio Gonzalo.
Los recuerdos de la noche anterior se agolpan en mi cabeza, e inmediatamente siento como un nudo familiar se empieza a formar en el interior de mi garganta.
Decido darme una ducha con la esperanza de apartar dichos recuerdos, pero es en vano, ya que en cuanto giro mi muñeca para abrir la llave de agua, ésta duele incluso con mayor intensidad que él golpe de mi mejilla.
Bajo mi mirada hacia unas marcas moradas que resaltan en la piel de mis muñecas, y no puedo evitar maldecir interiormente.
Puto Gonzalo.
Trato de analizar todo lo sucedido mientras el agua tibia se desliza por mi piel, y me encuentro a mí misma reflexionando sobre ese Gonzalo que me atacó anoche, el cual es la antítesis de aquel hombre que creía conocer, de aquel que fue mi pareja hace tan solo unos meses.
Él jamás me había puesto una mano encima, ni me había tocado sin mi consentimiento. Siempre se portó muy bien conmigo.
Hasta que me puso los cuernos, claro.
La imagen de un preocupado Gavi cobra protagonismo en mis pensamientos, y siento como mi vientre cosquillea en una cálida sensación al recordar la forma en la que me cuidó ayer.
El recuerdo de sus cálidas manos alrededor de mi malherido cuerpo envía una corriente por todo mi organismo que casi me hace sonreír, pero me contengo.
Ayer se portó así por que la situación lo requería Daniela, no te confundas.
Sigue siendo Pablo Martín "estúpidamente guapo" Paez "molesto" Gavira.
Salgo de mis pensamientos al escuchar mi tono de llamada sonar en la distancia, por lo que termino de ducharme apresuradamente antes de envolver mi cuerpo en una toalla y salir disparada del baño para poder coger mi teléfono.
Echo un vistazo rápido al contacto antes de atender la llamada.
- Dime Tanya.
- Dani, ¿estás en tu habitación? - Pregunta ella a través de la línea.
- Sí, ¿por qué? - Contesto, y automáticamente ella cuelga la llamada.
Frunzo el ceño por pura confusión, pero a penas unos segundos después escucho como alguien da unos toques en mi puerta.
- ¡Abre! - La voz de Tanya suena al otro lado de la puerta.
Acomodo mejor la toalla alrededor de mi cuerpo, y no tardo en dirigirme hacia la puerta, abriéndola a la vez que me escondo tras ella, para asegurarme de que nadie pueda verme desde el pasillo con estas pintas.

ESTÁS LEYENDO
La Niñera - Pablo Gavi
FanfictionTras perder su trabajo de camarera en un famoso restaurante de la ciudad de Barcelona, Daniela tiene la oportunidad de trabajar como niñera de los hijos de nada más y nada menos que el entrenador del FC Barcelona, Xavi Hernández. Un pasado que la pe...