La Niñera - Pablo Gavi

XI - La casa de Pepi, 3ª Parte.

Nota de la escritora:

Volví, jeje. Siento la tardanza, aquí tenéis nuevo capítulo.

Sé que much@s tendréis la historia en la biblioteca desde hace meses y ni os acordáis de qué va la historia, así que aquí abajo os dejo un pequeño resumen:

Contexto rápido para las desubicadas con la historia:

Daniela es la nueva niñera de los hijos de Xavi (Dan y Asia), y gracias a ello conoce a Ansu, Pedri y Gavi.

Por una parte, Ansu le tiene ganas a Daniela, pero se está acostando con Tanya, amiga de Daniela.

Por otra parte, Gavi le tiene ganas a Daniela, pero por ciertas actitudes se llevaban mal entre ellos a la vez que había una tensión sexual bastante curiosa (Enemies to lovers). Pero en una fiesta ellos discuten y Daniela decide irse, y su ex Gonzalo trata de violarla. Spoiler: Gavi la salva.

A partir de ahí parecía que iban a llevarse bien pero vuelven a discutir porque Daniela no quiere denunciar a Gonzalo y Gavi no lo entiende. Daniela suelta unos comentarios muy inoportunos, y Gavi se enfada aún más.

Posteriormente, Gavi, Pedri, Ansu y Fer se encuentran en casa de Pedri jugando a videojuegos, y gracias a una cagada de Ansu, hace que Daniela y Tanya vayan a casa de Pedri también. Como es de esperar, Gavi y Dani discuten de nuevo, se enfadan, se emborrachan, Dani se mete en la piscina en pantalón y sujetador, Gavi se va solo a beber en lo más profundo del jardín, Daniela va a buscarlo, hablan de chill, Gavi le da su sudadera, y cuando iban a besarse Daniela vomita. Y ahí se quedó la cosa.

Y bueno, Pedri es un santo.

Ahora sí, seguimos.

...

Dejo de sentir cualquier ápice de malestar en mi aparato digestivo en el instante en el que termino de vomitar, lo cual resulta un verdadero alivio para mi sistema. Pero ese alivio es momentáneo, ya que enseguida mi cabeza empieza a palpitar con fuerza.

Paso el dorso de mi mano por mis labios, tratando de limpiar cualquier rastro de vómito, y me maldigo a mí misma al ver una una pequeña mancha oscura de vómito en la manga de la sudadera.

- Mierda, lo siento. - Digo observando la mancha. - Te prometo que te limpio la sudadera.

Mi voz sale rasposa y lenta de mis labios. Pablo ni siquiera se molesta en bajar la mirada hacia la mancha. Su ojos no abandonan los míos en ningún momento.

- Olvídate de la sudadera Daniela, ¿estás bien?

- Perfectamente. - Aseguro a la vez que asiento con la cabeza, de lo cual me arrepiento al instante, ya que mi visión se nubla en un intenso mareo, haciéndome perder el equilibrio momentáneamente.

Las manos de Pablo me sostienen firmemente por la cintura, evitando la caída, y retengo la respiración casi por inercia al sentir su contacto sobre mi cuerpo.

- Ya lo veo. - Dice irónico, y sube una de sus manos hacia mi rostro para colocar un mechón rebelde de pelo castaño por detrás de mi oreja con delicadeza, y no puedo evitar avergonzarme al pensar en el aspecto repugnante que debo tener en este momento. - Vamos a echarte agua en la cara, anda.

- Sí, mejor. - Cedo comenzando a caminar, rompiendo el contacto con el musculado cuerpo del sevillano, y me dirijo hacia la luz que asoma de entre los árboles, la cual proviene de la gran mansión de Pedri.

Pero no duro demasiado en pie. Apenas consigo dar un par de pasos cuando tropiezo y caigo al césped.

Daniela, deja de hacer el ridículo, por favor.