XIII- Tu casa es mi casa, 1ª Parte

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Maratón 2/2

- Narra Daniela

Odio madrugar. De hecho, si hiciera un ranking de las cosas que más detesto en el mundo estoy segura de que madrugar se llevaría una de las tres primeras posiciones. Sin embargo, madrugar con resaca se lleva sin duda el primer puesto.

El pitido incesante de la alarma forma un estruendo en la habitación que me perfora los tímpanos, enviando una punzada directa de dolor que se instala en mi sien, y se extiende por completo a cada una de las dos partes laterales de mi cabeza. Hago un esfuerzo sobrehumano para lograr estirar uno de mis brazos y apagar el insufrible sonido, sintiendo mis músculos entumecidos, mis extremidades débiles y pesadas.

Hundo mi cabeza en la almohada, con la esperanza de que eso alivie el punzante dolor, y busco a tientas con mi mano una botella de agua que siempre dejo sobre la mesilla junto a mi cama, pero cuando mi sentido del tacto me traiciona al no hallarla palpando la superficie, giro mi cabeza hacia el lugar y entreabro los ojos perezosamente. Mi mirada recorrela habitación, y apenas tardo una segundo en darme cuenta de que no es la mía. Por un instante me quedo paralizada al no reconocer el lugar donde estoy, pero rápidamente los recuerdos de la noche anterior llegan a mi mente para concederme respuestas.

Recuerdo de forma nítida el momento en el que llegué a la habitación de Tanya anoche, desesperada por contarle mi beso con Gavi. Recuerdo perfectamente el llanto descontrolado de Tanya al confesarme aquello que tan preocupada y culpable la hacía sentir, su beso con Fer. Sin embargo, si bien recuerdo todo la anterior, no tengo ni la más mínima idea del momento en el que caí rendida al sueño en esta misma habitación.

- Buenos días, bella durmiente. - Dice una sonriente y perfectamente maquillada Tanya al salir del baño. - ¿Ibuprofeno o paracetamol?

Me tiende dos cajas de pastillas junto a un vaso hasta arriba de agua.

- Paracetamol, gracias. - Acepto, y me lo tomo de un solo trago. - Menudo resacón, no bebo más.

Tanya se ríe con ganas.

- Parece que me estoy escuchando a mí misma. - Dice entre risas. - Vamos Lady Vómito, que tenemos clase.

- Oh, no, ni de coña, las clases se aplazan hasta mañana. - Sentencio volviendo a acomodar mi cabeza sobre la almohada.

- Ya, eso díselo a la profesora y al trabajo de 200 páginas que tenemos que entregar la semana que viene.

- Esos son problemas de la Daniela del futuro, no pasa nada. - Digo con voz somnolienta, restándole importancia y sintiendo como poco a poco caigo de nuevo en los brazos Morfeo.

Sin embargo, Tanya y el payaso que vive dentro de ella deciden que es una magnífica idea lanzarme el resto del líquido que había quedado en fondo de mi vaso de agua directo a mi cara, haciendo que me levante de la cama de un salto.

- Vamos, arriba y con una sonrisa. - Dice con un tono rebosante de energía, que me hace preguntarme si es la misma chica cuyo mundo parecía haberse derrumbado bajo sus pies al pensar que Ansu jamás le volverá a hablar cuando se entere de su beso con Fer.

- No es que no me alegre por tu capacidad para ser feliz un lunes a las ocho de la mañana, pero, ¿y este cambio de humor?

- Bueno, digamos que he estado reflexionando mucho. - Comenta aumentando la sonrisa en su rostro.

- Ajá, ¿y a qué conclusión has llegado? - Pregunto casi contagiada por su entusiasmo.

- A que cuando tenga 70 años tendré muchas experiencias que contar, y eso es lo más importante. - Dice con una sonrisa de oreja a oreja, y no puedo evitar negar con la cabeza entre risas.

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⏰ Última actualización: Apr 17, 2024 ⏰

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La Niñera - Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora