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La campana del almuerzo había sonado, todos los niños salían presurosos de las aulas con ansias por jugar en el patio recreativo, ver a sus amigos y charlar con sus maestros pidiendo un par de consejos para mejorar académicamente

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La campana del almuerzo había sonado, todos los niños salían presurosos de las aulas con ansias por jugar en el patio recreativo, ver a sus amigos y charlar con sus maestros pidiendo un par de consejos para mejorar académicamente.

Izuku caminaba por el ajetreado pasillo siendo acompañado de su estudiante estrella mientras charlaban sobre el próximo decatlón académico y algunas sugerencias a tomar, el peliverde adoraba ayudar a sus queridos alumnos y ellos amaban sus clases a pesar de tratarse de matemáticas, la materia más aborrecida por los niños, tanto era el cariño que los chicos le tenían que empezaron a apodarlo "maestro miel".

La sonrisa que mantenía Midoriya se esfumó en cuanto vio a Bakugou cruzando el umbral del pasillo con un gran ramo de rosas en la mano, vistiendo un atuendo formal y una sonrisa galante.

— Adelántate sin mí — dio media vuelta tratando de escapar a toda prisa, sin embargo, fue seguido por el mayor que repetía sin cesar su nombre llegando a hartarlo y decidió confrontarlo — ¡Te dije que ya no quería verte!

— Solo quería explicarte algo importante

— Déjame explicarte algo a ti — con esas palabras tomó el ramo y lo botó en un cesto de basura cercano ganando la atención de todos los alumnos presentes quienes abuchearon al hombre — Yo no salgo con hombres casados — dejó en claro — Mi papá engañó a mi mamá cuando yo era pequeño, no pienso ser el cuerno

— ¡Adultero! ¡Fornicador! — exclamó uno de los niños

— Tómalo con calma, Damian ¿Si? — pidió amablemente Bakugou

— Oye se llama Silas, y no lo metas en esto — fue empujado por Izuku a una de las aulas

— Te asesinaré — amenazó "Damian"

— ¿Qué? ¡Cuando gustes, mocoso! — gritó antes de que la puerta fuera cerrada y el maestro miel desapareciera junto a ese maniaco

Los dos estaban de frente, Midoriya pedía explicaciones de su presencia, arrepintiéndose de haber tenido la confianza de contarle sobre su vida, ahora no tenía a donde escapar porque Bakugou lo sabría.

— Oye, si estoy casado — dijo esperando que el entrecejo del doncel se aligerara un poco — Pero es un matrimonio horrible, él ni siquiera quiere hablarme

— Es lo que todos los hombres casados dicen, si es tan malo, ¿Por qué no solo te divorcias?

— Lo haré — la mirada del peliverde cambió a una de conmoción

— ¿De verdad?

— ¡Si! Se acabó todo entre él y yo

— Dios mío, no lo puedo creer — definitivamente no era la respuesta que esperaba — ¡Destruí un matrimonio!, creo que voy a vomitar

— ¡No! Esto no fue por ti, lo decidí desde hace un tiempo, firmaremos los documentos en un par de días y estará muerto para mí — le explicó recordando lo que había ensayado con Kirishima, tal parece que aún recordaba el proceso de divorcio

Un esposo de mentira [Bakushima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora