❱Cap 11❰

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Capítulo 11

En el comedor solo se podían escuchar los cubiertos rozando la porcelana fina de la vajilla de Mew. Había sido un regalo de su madre de uno de sus tantos viajes a China y era de uso diario gracias a la intervención de Antonella. Por la noche, Mew había dormido solo cuatro horas, pero el desvelo parecía no afectarle. Gulf por su parte, había dormido incluso menos tiempo, ya que había permanecido alerta a los sonidos que pudiese escuchar durante la noche, pero a él si se le notaba mucho más el cansancio.

Para su fortuna, no había escuchado ningún gemido durante la madrugada. Solo pudo apreciar como Guido charlaba por los comunicadores que siempre llevaban en sus oídos, con otro guardaespaldas que estaba en el acceso principal de la casa sobre temas relacionados al fútbol. Sin embargo, cerca de las cinco de la mañana, el sueño lo hizo cerrar los ojos y despertó hasta que la alarma en su reloj inteligente le anunciaba que era hora de ponerse en pie.

- No tienes porqué mantenerte despierto cuando yo salga de casa – dijo de pronto Mew rompiendo el mutismo del lugar.

- ¿Eso significa que nunca iré contigo? – preguntó el menor y Mew solo rodó su cuello provocando que éste tronara. Ese gesto intimidaba a Gulf, pero no estaba dispuesto a quedarse con la duda. Mew podía enojarse todo lo que quisiera, pero él necesitaba respuestas. Y... ya no tenía tanto miedo de preguntar las cosas.

- ¿Se puede saber qué es lo que te tiene tan enojado? – el líder mafioso había ignorado olímpicamente el cuestionamiento de Gulf por la sencilla razón de que él era el jefe y su autoridad no estaba en duda. Él podía responder o no si así quería, Gulf sí o sí debía contestar cualquier cuestionamiento que le hiciera.

- No responderé hasta que tú lo hagas, yo pregunté primero y no he recibido mi respuesta tampoco – si bien Gulf no lo miraba a los ojos porque curiosamente encontraba más interesante observar la comida en su plato, la determinación en su voz comenzaba a cautivar a Mew, pero no dejaría que pasase su autoridad por alto.

Además, ¿Quién se creía ese mocoso engreído para hablarle de esa manera? ¿De dónde había sacado el carácter y las agallas para dirigirse a él de esa forma tan altiva? Ese niño a lado suyo, no tenía nada que ver con el chico que había rescatado de vita eterna, y aunque comenzaba a crisparle los nervios, no podía negar que le parecía un poco adorable esa actitud tan altanera. Y eso estaba mal, ya había permitido que Gulf burlara sus órdenes y por mucho. Estaba seguro que de si otra persona se tratase, no hubiese durado ni un solo segundo más a su lado. Y sin embargo...

- En algunas ocasiones irás conmigo – respondió Mew con seriedad. "Bravo", pensó con ironía, una batalla más que había ganado Gulf Kanawut.

- Y yo no estoy enojado, solo estoy frustrado, no sé lo que hago aquí, ni cuáles son mis funciones, y tampoco cuál es mi lugar dentro de todo este mundo que gobiernas – explicó Gulf cumpliendo con su palabra de responder en cuanto lo hiciera Mew pero omitiendo la verdadera razón de su enojo – soy un blanco fácil para todos ustedes, tú lo has dicho, ni siquiera soy miembro de la mafia de la cual eres el jefe –

- Mientras estés bajo mi protección, nadie de la N'drangheta actuará en contra tuya – le aseguró Mew.

- ¿Mi seguridad está garantizada solo porque me compraste? – preguntó Gulf levantando por primera vez la mirada hacia Mew, éste tampoco lo estaba observando pero igualmente dirigió su vista a él cuando sintió sus ojos se posaban en él - ¿Es por eso que dicen que soy tu compañero? –

- Yo no he dicho que seas mi compañero Gulf – le aclaró Mew – dije que estabas bajo mi protección –

- Todos los hombres que trabajan para ti me conocen como tu compañero, incluso Vicentico pensó que éramos... - Gulf bajó la mirada nuevamente hacia su comida – que éramos pareja o algo así... -

El señor del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora