Destino (Reyna x Sage)

Capítulo final

Sage no sentía nada, flotaba en la nada.

–¿Así se siente morir?-se preguntó a sí misma, empezó a sentir frío, sus manos empezaron a congelarse.

Muchos recuerdos pasaban por su mente. Su viaje con Jett y Neón en el año chino. El día del entrenamiento. Halloween. Las misiones que había realizado junto con Reyna. Un sin fin de momentos que vio pasar por sus ojos y sonrió llena de nostalgia.

–Sage, no puedes morir. -dijo una voz. Sage lo reconoció muy bien. –no puedes dejarte vencer.

El escenario a nada había cambiado al santuario donde ella realizaba sus prácticas. Apareció otra Sage. La miraba preocupada.

–Ya sabes todo lo que ocurrió entre nosotras. –dijo Sage Omega. –puedes cambiar el destino con lo que tu creas. Su dimensión Alpha no está tan destrozada como el nuestro.

Sage empezó a llorar, estaba aterrada.

–¿En serio fuiste asesinada por Reyna?–dijo la centinela entre lágrimas con voz quebrada. Le dolía que su contraparte de la dimensión Omega haya sido asesinada por su compañera.

–No tienes porqué preocuparte por eso. Ya pasó. –la abrazó Sage Omega.

–No puedo evitarlo, porque creo que yo casi corro el mismo destino. 

–No es cierto. Tu Reyna te salvó. La mía solo me vio como un peligro. Solo a veces me pregunto si Reyna me llegó a mirar como una amiga al menos una vez.

–¿De verdad Reyna y tú no tenían buena relación?

–pues teníamos la misma relación que ustedes tienen. Solo que durante nuestra disputa, nunca vi a Reyna dudar en matarme. Siempre estuvo dispuesta a hacerlo. En cambio yo, odié pelear con ella. Pensaba que teníamos algo especial o al menos ser compañeras. -Sage espejo tenía en su voz un ápice de tristeza.

–te entiendo. –Dijo Sage comprendiendo. –cuando me intentó matar yo también me asusté. Ella es realmente aterradora. Estaba sintiendo que me faltaba el aire pero por fortuna Reyna logró detenerse y nos dejó irnos. –suspiró pesadamente. –Pero no creo que pueda sobrevivir sola. Mi cuerpo no tiene nada de energía vital. Además no creo que Reyna me quiere viva, para ella, no soy más que un guardián con una armadura de papel. –dijo al recordar todas las palabras hirientes que le había dicho. 

De repente Sage empezó a sentir una leve sensación de calidez. No sabía a qué se debía. Su cuerpo ya no sentía frío.

–Yo creo que si te quiere, y viva. –dijo Sage espejo mientras empezaba a desvanecerse poco a poco. -Les deseo lo mejor. -dijo por última vez y desapareció completamente.

Sage estaba abriendo los ojos. Estaba en el laboratorio de Viper. Sentía un ligero peso en su cuerpo, era el brazo de Reyna, estaba abrazándola, sentía su calidez, tenía los ojos cerrados ya que estaba concentrada. Nunca la había visto tan cerca. Después analizó el lugar mientras su vista se establecía ya que no sabía si estaba en la dimensión Alpha u Omega. 

Reyna abrió los ojos y la miró.

–¿Sage?- Reyna no podía creerlo, le tocó suavemente la mejilla de su compañera para ver si era real. -¡Funcionó!

–¿qué pasó?-preguntó Sage sorprendida mientras seguía aturdida. –¿Qué hiciste?

–Intenté darte con mi poder algo de vida. Nunca lo había hecho ya que no estaba segura de que funcionará. Nuestra Viper nos ayudó.

–Al parecer si funcionó. –Dijo la estadounidense con su bata blanca, confirmando los resultados -Fue muy raro ver mi yo muerta en la dimensión.–suspiró. – Bueno, voy a avisarles a los demás, mientras tanto, creo que tienen algo de qué hablar.

La científica sonrió, giró sobre sus talones y salió de ahí dejándolas solas.

Reyna abrazó de nuevo a Sage, apretándola con sus fuerzas.

–Perdoname Sage, por todo el daño que te hice. No tengo pretextos, pero quiero que sepas, que eres la mejor guardián que cualquiera puede tener. Me salvaste de aquella oscuridad. 

Sage no podía ver su rostro ya que estaba recargada en el pecho de Reyna pero escuchaba sus latidos. Estaba agitado su corazón.

Sonrió ante tal acto ya que le parecía tierno. Y le correspondió el abrazo dando señal de aceptar sus disculpas. 

FIN

Notas: espero que hayan disfrutado esta obra.

Agradezco que hayan llegado hasta aquí.
Cuídense mucho mis estimados lectores.