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Draco
Doce semanas del sexto año de Hogwarts
15 de noviembre de 1996

Draco llevaba la cuenta de las veces que su padre había hablado con el sobre la pureza de sangre, sin contar las menciones al aire sobre los sangre sucias, su padre se había acercado a Draco veinte veces en sus 16 años.

Realmente no le interesaba lo que tenía que decirle, solo le interesaba saber que su padre estaba ahí.

Pero eso nunca lo admitiría.

Ahora que su padre se encontraba en Azkaban, nada de eso tenía sentido, porque muy por debajo de la piel, Draco no pensaba igual que él.

A veces, le gustaba el hecho de la superioridad, de la importancia del apellido Malfoy, pero realmente no creía en ello.

Cuando Draco recobró la noción del tiempo, visualizo el gran comedor, el sonido de los cubiertos mezclado con risas siempre le pareció fastidioso, al igual que las voces sus amigos, que siempre se la pasaban hablando de la comida y como iban a molestar a los de primer año.

Entonces se preguntó si ellos realmente eran sus amigos o solamente las circunstancias los mantenían juntos.

¿Si no fuese un Malfoy, seguirían siendo sus amigos? Pensó

A lo lejos pudo visualizar a Hermione, se encontraba de espalda a los Slytherin y picoteaba su comida cada dos minutos.

Draco llevaba la cuenta.

Y, por un momento, fantaseo con ir y sentarse a su lado y escucharla hablar de temas que no le importan, pero que cobraban sentido porque ella las decía y tal vez tomar su mano.

Pero Draco Malfoy estaba programado para odiar a los sangre sucias, así que el simple pensamiento de el y ella, le hacía sentir enfermo. Pero a salvo, todo al mismo tiempo.

Y, es que, en todos sus años en Hogwarts había logrado empujar, tan lejos, a tantas personas, que creía imposible que Hermione pudiese sentirse cómoda con su presciencia.

Así que se sentía enfermo y a salvo, todo al mismo tiempo.

HUMAN ERROR | DRAMIONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora