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Al revivir un sin fin de veces aquella noche, bailando con Jeon Jungkook, no pudo evitar recriminar asimismo su actuar tan impulsivo. Taehyung no es una persona vengativa, obvio no.

Muy en su remordimiento, le carcomía su pequeño acto de despecho. Le consumía ver involucrado a Jungkook en sus sentimientos, más allá de su amistad, lo arraigó a la fuerza a cuidarlo cuando él se sentía fatal, cuando necesitaba a una persona que no era él, cuando deseo por varios momentos que la persona que esperaba llegara en cualquier instante, con esa persona tener el bello recuerdo que tenía con Jeon, esperaba que Moon Jingyi hubiese creado la emoción que guardaba su corazón.

Pero Moon Jingyi estaba ocupado…

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Últimamente Jeon Jungkook se percató de una incertidumbre que no recordaba tener en días anteriores.

El espejo del baño se hallaba cubierto por una toalla, se alistaba pobremente el cabello con un espejo diminuto. Veíase envuelto en dudas.

¿Quién soy yo?

¿Cómo soy yo?

¿Cuáles son mis creencias?

¿Qué me hace feliz?

Hace rato ignoraba de sí ese lado suyo por querer descubrir. Reconocía por sueños recientes heridas de su niñez, veía una distancia abismal con el ser brillante y pensaba no merecer a Jieun en su vida. Todo aquello que le hace bien lo siente mal.

Su trabajo no era nada nuevo, últimamente lo consultaba Namjoon para sugerencias, si, se ganó más atención por el trabajo que ayudó a realizar.

¿Era tan importante?

No, no podía disfrutar las cosas que no merecía. Tenía un pensamiento mediocre, aspirando a más sin realmente salir de su propia comodidad.
En su lugar de trabajo no pertenecía, nunca quiso entrar a esa empresa pero cuando menos se vio se hallábase festejando su entrada.

Si tan solo…

Jeon Jungkook en un arrebato del momento, tiró fuerte de la toalla que cubría su espejo, se criticó a profundidad cada fracción, cada trazo y cada lunar de su cara.

¿Quién eres Jeon Jungkook?

Y le brotó una pequeña lágrima. Podía ver colores en otras personas.

¿Por qué no ve nada en él?

Si fuera capaz de…

Oh, no. La puerta sonó, intentaba ser abierta por un juego de llaves y quizá llegó su mejor amiga en el momento inapropiado, en un momento demasiado vulnerable y posiblemente si fuera otra persona hubiera dejado de llorar. Pero no.

Quería, anhelaba ver a alguien, a quién pudiera darle las respuestas. Lee Jieun entró en la habitación de Jungkook, en otras ocasiones no tendría importancia.

Siempre hay excepciones.

Lo halló de pie, con su ropa cómoda, parado en la puerta del baño, abrazándose asimismo en un solitario consuelo.

—Kook ¿Qué pasa guapo? —preguntó, casi tan confundida como él—. Perdón por no pasar contigo navidad ni año nuevo, por favor, no llores.

Jeon, aspiró fuerte y prolongadamente, seguido de una espiración, acompañada de un dolor que guardó por mucho tiempo y que lo perseguía desde… ¿Desde cuándo?

Será que desde que tuvo el valor de recibir una carpeta con una sugerencia a cambiar una estrategia de trabajo de días. A lo mejor desde que cambió su rutina de almuerzo para estar con el ser brillante. Hipotéticamente hablando, desde que vió los ojos de Kim Taehyung, de su inalcanzable… y quizás, por un momento, en un efímero pensamiento.

Pensó que quería alcanzarlo.

Se estaba volviendo loco.

—Noona —habló Jeon Jungkook—, ya no quiero sentirme así.

Su noona lo vió extrañada, sin pensarlo dos veces lo guío a la cama, ella se sentó e hizo a Jungkook acostarse, recargando su cabeza en el regazo de ella, Jieun se concentró en sobarle, con cariñoso cuidado que normalmente dan las madres.

—¿Sentirse cómo? —preguntó, animándole a continuar.

Jungkook miró a un punto fijo de su armario, apretó un poco sus dientes, finalmente le salió otra lágrima.

—¿Quiero ser feliz?

—Me estás preguntando lo que quieres —cuestionó la mujer.

—Quiero ser feliz, noona.

Que subjetivo y raro anhelo Jeon Jungkook.

¿Qué es la felicidad?

—¿En el camino caminarías si te dijeran que jamás lograrás ser dichoso? —preguntó la fémina, un poco seria, demasiado angustiada por el camino que emprendería su menor.

Y Jeon Jungkook no supo qué contestar, se calló por mucho tiempo, seguía recibiendo las muestras de cariño de Lee Jieun. No obstante, se sintió peor, no supo qué responder y probablemente no lo hará nunca.

Era como todos los que veía en blanco y negro, las personas monocromáticas sin brillo, sin color. Era como todos los individuos conformistas que se refugian en aquello que ya conocen, esos seres no piensan, no escuchan, no hablan…

¿Cómo cambiar si tiene miedo de hacerlo?

Ay. Jeon Jungkook, si supieras que la felicidad no es aquello que todos dicen que te la dará.

Por fortuna, Jieun era comprensiva, pero también es su mejor amiga. Para ver la felicidad de su amigo necesitaba más que solo darle mimos, ser tirana sin dejar de ser amable.

«Incluso cuando uno falla en la consecución de sus propias aspiraciones, puede encontrar valor al ser consciente de que ha ayudado a su compañero en la realización de las suyas. Hay quienes, a pesar de no haber logrado deshacerse de sus propias cadenas, detentan la posibilidad de redimir a sus amigos de las suyas.»

Eso leyó una día en sus épocas de universidad, creyó que el tipo estaba loco.

¿Quién diría que Zaratustra no se equivocó?




PRISMA DE NEWTON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora