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Pareciera como si el mundo conspira en contra del pelinegro, veía al ser de luz en todos lados, el día estaba menos contaminado que otras veces el panorama se veía claro, las carteleras y anuncios tenían el rostro del ser brillante.

Su corazón tiene al ser brillante.

Salió a caminar como parte de sus actividades para romper la rutina, era demasiado temprano para ser fin de semana pero ahí estaba, tomó un camión sin realmente ver la dirección, se bajó en una estación que lo dejó cerca de un centro comercial. No pensó comprar nada, no tiene necesidad por el momento, su ropa está bien, tiene zapatos funcionales, hace poco surtió la despensa, no hay nada en especial que quiera... oh.

En una tienda notó como una señorita acomodaba en el maniquí un pañuelo muy bonito, de color verde con adorno de flores de ese color en otra tonalidad. Contrastará adecuadamente si ese pañuelo fuera acompañado por una persona de cabello rubio algo ondulado, de ojos ámbar, de nombre Kim Taehyung y casualmente es inalcanzable de Jeon Jungkook.

Pensó en que debería comprarlo, pero era probable que el ser de luz ya tuviese uno, como quizá no le gustaría tanto como lo imaginaba, o probablemente el color no le gusta.

Tantos factores que serían una tragedia.

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Se hallaba así mismo con una caja de regalo muy bonita con un pañuelo de seda que compró en un impulso. No la guardó en la gaveta de la oficina porque a veces tendía a estar sucia por factores externos.

Esperaba que ese día él, Taehyung, su inalcanzable tuviera un rato libre para deleitarse con su magnífica compañía. Deseaba verle en persona, como pocas personas pueden, gracias a fuerzas irreconocibles él tiene la suerte de ser ese número limitado de personas.

—Jungkookie.

Hasta podía escuchar su voz ¿Será que lo extraña tanto?

—¡Jungkookie! —el grito de quién quería ver lo exaltó, dió un brincó en su silla—. He venido a verte y tú...

—¡Shh! ¡Esto es una oficina! —regañó Park Hansa—. Dejen de ser molestos hasta en la hora de la comida.

Kim Taehyung se enojó, no estaba haciendo nada malo.

—Amargada —le dijo a la pelinegra, después tomó la mano de Jeon para poder irse—.

Esta vez no fueron a la azotea, se sentaron en la banca donde se conocieron, el ser de luz como la persona maravillosa que suele ser, llevaba comida para su amigo de ojos encantadoramente melancólicos, aunque últimamente, después de aquella noche que Jeon Jungkook le proclamó que se volvería el hombre que quiere ser, después en esos dos meses su mirada era poco menos melancólica, de cuando en cuanto más absorbente, un fulgor que hacía a su corazón feliz, como un abrazo consolador que le llenaba.

Lo que no sabe Kim, es qué en esos dos meses el plan para ser el hombre que quiere estar a su lado comenzó. Inicio en un cuarto acogedor, un sillón lleno de peluches y un profesional de la salud mental escuchándolo por dos horas a cambio de un pago por cada terapia.

Ambos adultos comenzaron a comer, sobró tiempo para platicar. El ser brillante, como es de esperarse fue llamado para entrevistas y hubo algunas casas de alta costura que se pelearon porque fuese él la nueva imagen. Jungkook solo comenzó a dar caminatas, empezó a hablar consigo mismo, ha estado analizando su vida, le prohibieron autocriticarse y que abrazara su soledad. No sabe cómo hacer eso, pero hace actividades que antes disfrutaba y resulta que algunas todavía son placenteras.

Eso le recuerda... que tiene un regalo por dar. No se festeja nada, bueno, se puede dar algo sin festejar.

El contador sacó de su bolsillo la caja de bonito decorado, si inalcanzable no pudo no ver, al contrario, su atención estaba más que concentrada en ver a Jeon Jungkook.

Es tan guapo...

—Para ti.

—¿Para mí? —preguntó alegre, sonriendo con los labios juntos y con una mirada de ilusión—.

El ser de luz recibió la caja, e impaciente como niño pequeño, quitó la tapa para luego ver doblado cuidadosamente un pañuelo de seda, suave, muy bello. Alzó su mirada para ver a Jungkook quien observaba atento, los ojos de su inalcanzable detallaron cada facción de Jeon Jungkook, y, se perdió más en ver el rostro de su amigo que en el objeto. Su corazón latió con fuerza, su boca hablaba pero su mente estaba dispersa.

Al parecer, en algún momento pidió que le colocarán el regalo alrededor de su cuello. Jeon lo colocaba con cuidado, intentando colocarlo lindo para hacerlo lucir (aunque nada luce tan bien como su inalcanzable). La cercanía era mucha, Taehyung olió el perfume fresco de Jungkook, ah, era una fragancia exquisita. Sus manos grandes, no había notado los brazos fuertes, debería tocarlos solo para ver si son tan firmes como parecen o...

—Ya está, se ve bien en ti.

Oh. La sonrisa, esa sonrisa que arruga sus ojos y los cubre de felicidad. Él es tan amable, tan atento con su inalcanzable, es inevitable no quedar atontado por una persona tan buena como Jungkook.

La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora. Eso es comprobable, Kim Taehyung sentía tu corazón acelerado como una arritmia, sus mejillas sonrojadas, todo en él alborotado por querer lanzarse a besar a Jeon Jungkook.

Ay. ¿Cómo es posible ser de luz?

Has caído desde antes por él, solo que no querías admitir lo inevitable.

—Jungkook ¿Qué clase de hombre quieres ser?

Coqueto, el inalcanzable es tan coqueto, con esos orbes que piden por aquello que no dice en voz alta. Al menos, el azabache no le profesa lo que realmente debe decir.

¿Qué clase de hombre quiere ser?

«Uno que pueda hacerte feliz.»

—Quiero ser más valiente, para cuidar de mí y de las personas que quiero.

«A la persona que quiero.»

Acércate un poco más chico de los ojos brillantemente melancólicos, tal vez, solo tal vez, puedas ver qué el ser inalcanzable está a tu disposición para que lo beses.

¿Pero todavía no es...?

Entre las inhibiciones, alguien debe tener el valor. Aunque solo los tontos se apresuran, Kim jura que esperó mucho, desde la primera vez que sus labios cosquillean en deseo por los de Jeon. Y puede que sea casi tan malo como su ex, porque sin querer sus afectos cambiaban, se desvío a la persona que le devuelve el beso, al hombre que posa sus manos temblorosas en su quijada, deseando profundizar el toque.

Si aquel contacto terminaba tenían miedo de volver a la realidad, una dónde su relación se vuelve incierta, y da miedo, lo que uno desconoce da mucho miedo.

—Ah, Jeon Jungkook —susurró en un jadeo, volviendo a buscar el contacto con los labios.

Jeon Jungkook, desde el momento que rozó por primera vez, hasta ese milagro de tener el contacto con la boca supo que…

—Me gustas mucho…

Realmente, solo los tontos guardan silencio.

PRISMA DE NEWTON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora