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Semanas después del acontecimiento en el trabajo, Jeon Jungkook volvió a su habitual vida.  La vida que era sin su inalcanzable, porque últimamente Kim Taehyung luchaba por alcanzar un nuevo objetivo y no pasaban tanto tiempo juntos. Nunca se dió cuenta de la dependencia que desarrolló al ser de luz, y puede que sí, como puede que no, el contador compró la última revista con la sesión de fotos del modelo rubio.

En plena madrugada, como se empezaba a hacer una costumbre, llamaron a su puerta. Detrás de ella se hallaba Kim, sonriendo lindo, sosteniendo un poco de pollo frito y refresco. Lo dejó pasar.

—Hyung, no quiero sonar grosero, pero es un poco tarde para cenar.

El ser brillante sonrió, asintió frenéticamente estando de acuerdo con el pelinegro. Sin embargo, no dejó de acomodar las cosas para sentarse a comer.

—No te he visto, quiero pasar tiempo contigo —le dijo, entusiasmado, con la sonrisa pícara de niño travieso.

Comieron juntos todo el pollo y tomaron las bebidas que llevó. Ambos se sentaron en el sofá, hablaron de un par de trivialidades, hasta que Taehyung, su inalcanzable sonrió tan hermoso, con el brillo opacando las tenues luces prendidas y alborotando el corazón del pelinegro.

—Me ofrecieron un papel —anunció jubiloso, esperando la respuesta del amigo que le animó—, es un personaje pequeño, pero es un buen inicio.

Ah, vaya. Jungkook amplió sus ojos, compartió la felicidad de su inalcanzable, tanto que lo atrapó en un abrazo.

—¡Eso es genial! ¡Haz trabajado duro! —gritó pareciendo más emocionado que el propio ser de luz.

Kim Taehyung correspondió el abrazo que Jeon Jungkook le daba. Sentados, pudo recargar su mentón en el hombro ajeno del chico de ojos brillantemente melancólicos.

—Recibí la noticia antes de venir, quise que fueras el primero en saber.

¿Qué?

Estando a punto de preguntar, Jeon obtuvo por anticipado la respuesta.

—Gracias, por seguir estando ahí, muchas gracias Jungkookie.

Hey, un momento, debía parar ese acercamiento ahora, su corazón estaba como loco y su rostro no debería ser tan rojo. Jungkook, es el momento para alejarte.

—Estaré para ti siempre, Hyung.

Oh.

Un poco dubitativo, el rubio apretó un poco los labios, queriendo escuchar lo que tanto ama. Ya que Jungkook solo sabe decirlo así, no hay nadie que pueda decirle un apodo con tanto aprecio.

—¿Puedes decirme…?

Que suerte tiene que ilusoriamente le pueden leer los pensamientos. A veces.

—Quiero estar siempre para mí inalcanzable.

El inalcanzable se quedó ahí, en los brazos de Jeon un gran rato. Tal vez no se dio cuenta que lo extrañó mucho, demasiado en ese mes y por ello requería ese cómodo contacto.

Kim Taehyung, abre los ojos y date cuenta que la emoción y calidez en tu pecho es contagiosa, una grave enfermedad que infecta a una  persona llamada Jeon Jungkook. Ese tipo de personas desconoce sus síntomas y es ignorante en descubrir el significado.

Tanto que se vuelve un estado de alerta.

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¿Que se puede hacer cuando descubres emociones nuevas?

Puede autoevaluarse o contar con un buen amigo que escuche.

Lee Jieun, la mejor amiga que pudo haber encontrado en su catastrófica vida, ella se hallaba a su costado sentados en el mismo sillón, escuchando una ligera música de fondo porque el silencio no le gusta, no funciona para ordenar ideas y menos para esperar a que Jeon Jungkook hablara, no se desesperaba porque esa no es la forma de hablar con él. En situaciones así, era bueno calmarse y ver el flujo. Lo cual dió frutos.

—¿Por qué, noona? —preguntó bajito, evitando mirarla a los ojos.

—¿Por qué? —respondió, sonriendo ligeramente aunque no fuese vista.

—Doy un paso y retrocedo al inicio, quiero ser mejor. —De pronto la imagen del ser brillante vino a su mente, lo cuál provocó que arrugó su entrecejo—. Tengo que serlo.

Jieun se rió, el pelinegro parecía un niño descubriendo la vida y experimentando emociones a las que temía, eso es un gran paso.

—No tienes que ser impaciente Jungkookie. No es ir de prisa, es sanar con calma.

Claro que debía, quería volverse fuerte, poder verse a lado de la vida de su inalcanzable. Si supera a su previo yo, lograría ser fuerte y darle felicidad a la persona que merece sonreír.

—Es que no entiendes —se quejó infantilmente.

—No entiendo porque de repente tu cambio, me gusta que quieras ser mejor. Pero, Jeon Jungkook, no hay motivos para ir rápido. —Sonó severa, como es propio de ella no vaciló al regañarlo, pero sí se sintió un poco mal al ver su puchero—. ¿Si hay un motivo? —Él asintió.

—Vi llorar a mi inalcanzable.

Oh. Así que ese es el motivo.

—¿Qué sentiste?

—Solo… me dí cuenta que quiero estar ahí cada vez que llore —de pronto recordó el primer día que lo vio llorar y luego la sonrisa que dedicó, porque esa vez logró hacerlo sonreír—, ¿sabes? quiero ser la persona que busque cuando eso pase.

Lee se quedó callada, más tiempo del que ella quería. Su mejor amigo, la persona a la que cuida como un hermanito le dijo algo realmente hermoso.

—¿Te das cuenta lo que estás diciendo Jungkook?

—Creo que sí.

—Qué sientes, cuando estás con él, cuando lo ves. ¿Qué sientes?

—Ríe lindo,  sonríe cuando ve algo que le gusta. No me gusta que llore porque derrama su felicidad… cuando, cuando está con los aprendices es muy dulce, especialmente con los más jóvenes. —El ser de luz apareció otra vez en su mente mientras se expresaba verbalmente, e inevitablemente su corazón se aceleró.— Simplemente eso, cada que lo veo deseo estar a su lado para ver más. Cómo cuando descubrí que no le gusta el picante o cuando me di cuenta que ama la comida pero es un poco quisquilloso con ella…. Al mismo tiempo, duele, me duele aquí —señaló su pecho—, sé que no puedo estar con él… no sin estar a su altura.

Jeon Jungkook quedó impactado con su confesión. Hablarlo con alguien, mencionarlo en voz alta le hizo percibir el cariño con el que menciona al ser brillante, a la persona más hermosa que ha visto. Su corazón late fuerte, sus ojos quieren lagrimear y una sonrisa instantánea nace al pensar estar con él, sólo para hacerle feliz.

—Jungkook.

Le gusta Taehyung, no, eso es imposible. Nunca se sintió así, tan perdidamente confundido y al mismo tiempo, tan estúpidamente feliz. Dolía no imaginarse con él. Dios, quién quiera que se encarga del mundo y de la creación de su vida, por favor, explícale que demostrar emociones no es vivirlas. Tantos años vivió aparentando la normalidad que se acostumbró ver en la sociedad, no quiso quedar atrás. Pero esa normalidad no es como su inalcanzable, su inalcanzable vive el duelo de un corazón roto, su inalcanzable hace un revuelo en sus emociones.

—¡Noona! —Se exaltó sorprendido de sí—. Ya no quiero, mi corazón, me gusta mucho Taehyung.

La mujer joven sonrió. Porque ha visto a un Jungkook con pareja, pero nunca vio a un Jungkook enamorado. Debía agradecerle a Kim Taehyung todos los cambios que ha presentado, porque le dio pie al autodescubrimiento de una buena persona.






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