Capitulo 8. Gastos y adicciones

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Narra Toni:

Despertar esta mañana al lado de Olivia me removió algo en mi interior, nose si bueno o malo. Me fui de allí sin hacer ruido. Pensando en cómo intentar olvidar o mejor dicho, superar el pasado, pero hay problemas que no puedo dejar escapar.

- Toni, ¿Me oyes?

Estoy en un almacén que compramos con un nombre anónimo para el equipo, ahora estoy reunido con Hai y Jose.

- Sigue buscando —respondo sin mirar a nadie—

- Toni —empieza Hai— hemos estado más de un mes buscando a tu hermano y nada. No sabemos absolutamente nada y me temo que no tendremos respuestas si seguimos buscando a alguien que probablemente esté...

Al instante le agarro del cuello de la camisa y le estampo contra la pared.

- Probablemente esté ¿Que? —digo en tono amenazante—

- Ey, tranquilízate —me dice Jose con una mano en mi hombro, rápidamente se la aparto—

- Vuelve a decir que mi hermano está muerto y el que lo estará serás tú, ¿me has entendido chino? —aprieto el agarre cada vez más mientras hablo— no permitiré que un Gambino se deje abandonado. Así que, vuelvo a repetir, sigue buscando

Esas dos últimas palabras las remarcó más. No dejaré por ahí a mi hermano, probablemente herido o secuestrado. Quién sabe.

Me dirijo hacía la puerta y salgo de ahí. Necesito algo rápido.

Subo a mí deportivo y conduzco rápido hacia mi piso. Cuando llego subo rápido busco en un cajón en el interior del departamento y agarro la pequeña bolsita.

Cuando vuelvo al auto abro la bolsita y me tomo dos pastillas. Sé que está mal, que debería haberlo dejado ya pero no puedo evitarlo, es lo único que me tranquiliza y solo tomo en casos extremos como este.

Tampoco debería conducir pero no me quedaré en mi piso. Voy a una zona desierta un poco lejos de la ciudad.

Y ahí me quedo, sentado en el interior del coche, en medio de la nada.

El efecto de la droga llega más rápido de lo que pensaba. No es de mi mercancía si no de otros a los que le compramos una bolsa hace tiempo para probar.

El mareo se hace presente y el calor es casi insoportable. Mi corazón se acelera y mi pierna se empieza a mover de arriba a abajo frenéticamente.

Me quito la chaqueta y abro mi camisa para que no muera de calor. Empieza el cosquilleo en las manos y se intensifica en los dedos.

Y de repente mi móvil suena.

Joder, es Olivia.

Dejo que suene ya que no estoy en condiciones para contestar. El móvil suena otras dos veces más y no he tenido intención de cogerlo.

El efecto de calor empieza a desvanecerse.

En los últimos momentos de el mareo se intensifican a tal punto que salgo del coche y vomito.

Me enjuago la boca con agua que encontré en la parte trasera del auto y me subo al coche. Ahora me siento mucho más relajado, tanto que no me deja pensar con claridad, estoy en blanco.

Otra llamada entra cuando estoy ya sentado en el asiento del conductor. Pero esta vez es de Conway.

¿Y ahora que quiere?

Sin pensarlo mucho descuelgo.

- ¿Si?

- He estado investigando un poco estos días sobre la mafia y no he encontrado nada, parece que han desaparecido o se han ido de aquí. Hablaré con algunos departamentos de policía que estén en algún país de alrededor a ver si hay mafias nuevas o algo.

- Gracias por la información, y lo siento por no poder ayudar —nose por que dije eso, pero en el fondo me sentía culpable al no hacer nada—

- No te preocupes, prefiero que descanses un tiempo, te he visto cansado y no quiero que enfermes o algo.

Me quedé en silencio durante un momento. No sabía que responder, una extraña sensación me invadió por unos segundos.

- Gracias —dije en un susurro— que vaya bien, hablamos.

Colgué antes de que se despidiera.

Sin pensarlo dos veces conduzco hasta el único lugar que siento paz aparte de mi piso.

Narra Olivia:

- Señorita Olivia, ¿estará bien aquí sola? —me pregunta un guardaespaldas —

- Si —respondo casi cansada— estaros tranquilos, necesitáis un descanso y yo estaré el mayor tiempo aquí.

- Perfecto, cuídese y no deje pasar a cualquiera.

- Tranquilo, venga estáis tardando.

Me da una sonrisa amable y se marcha con el resto.

Es el único segurata que me cae bien.

Después de su salida estuve viendo una película en el salón.

Cuando a la película le falta diez minutos para terminar el ascensor suena indicando que alguien a subido.

Ya tenía miedo por la maldita película que era de terror, haciendo que a cada rato escuchará ruidos, seguramente imaginarios, pero ese si fue real.

Reúno la poca valentía que tengo y me acerco a la entrada, veo a alguien de pie, con una chaqueta en la mano y ropa muy arrugada.

- ¿Toni?

La pregunta hizo que él se girará, se veía muy mal.

- ¿Tienes un rato libre? —me pregunta aparentando normalidad pero noto que su voz suena apagada—

- Si, claro. Pasa, estaba viendo una peli.

Me sigue hacia el salón y nos sentamos los dos en el sofá. Él suelta un largo suspiro y yo lo miro de reojo.

- ¿Ha pasado algo?

Me giro en redondo hacia él buscando su mirada, y lo que vi no me gustó mucho.

- ¿Estás drogado? —mi voz salió un poco más dura de lo que quise—

Toni me miró de reojo y empezó a jugar con los dedos, nunca lo había visto así. Recuerdo que me dijo algo sobre que dejó las drogas por los malos momentos que pasó. Pero el hecho de que ahora esté drogado significa que algo malo ha pasado.

- ¿Puedes responder? Al menos dime si o no. —me desesperé y mi tono de voz empezó a elevarse—

- ¿No me vas a decir nada? Si es así ¿Para que vienes? Esta mañana no estabas y cuando te he llamado no contestabas. Mira Toni, si no me lo quieres decir está bien pero creo que lo necesitas.

Eso último se lo dije en un tono más suave.

Toni tenía los codos en las rodillas y apoyó la cabeza en sus manos ocultando su cara. Por un momento siento que me va a decir algo pero no lo hace.

Un minuto después siento como se sacude levemente y ahí me doy cuenta de que está llorando.

- Eh, no llores. Vamos, seguro que lo que haya sucedido se puede arreglar, no te preocupes —empecé a acariciarle la espalda y me acerque más a él—

Toni empezó a negar con la cabeza y susurraba que no una y otra vez.

- ¿Quieres hablarlo? —le pregunté mientras le seguía acariciando para que se calmara—

De un momento a otro siento como me abraza y esconde su cabeza en el hueco de mi cuello. Siento como mi corazón se acelera pero intento tranquilizarme por el momento. Toni aprieta más el agarre y me eleva, poniéndome en sus rodillas a horcajadas.

Yo le abrazo por encima de los hombros y siento como todo su cuerpo se va relajando.

Cuando habla, si voz se vuelve un susurro.

- Creo que mi hermano está muerto.

Toni Gambino ~London~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora