siete; un dolar por tus pensamientos

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CAMILA POV

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CAMILA POV

— Estás linda hoy. —escuché la voz de Shawn susurrarme a la oreja mientras nos balanceábamos en una canción lenta en el centro de la pista junto con otras parejas de alumnos, pero yo no estaba observándolo a él.

Desde que había llegado, captó mi atención; llevaba sentada en las gradas del gimnasio una eternidad, solo mirando a los demás como alguien que se creía por encima de todo esto, como si ella misma no fuera una adolescente intentando lidiar con la vida.

Entonces vi a Dinah acercarse a ella y conversar lo que me puso nerviosa solo de pensar que cosas esa tonta estaría diciéndole.

— ¿Camila? —me llamó Shawn, distrayéndome un momento de mi observación tras su hombro— ¿Siquiera estás escuchándome?

— Lo siento, no. —dije sincera, realmente no tenía ganas de pretender ser la chica educada y amable, sobre todo no con él.

Entonces volví a mirar tras él solo para notar que ni Dinah ni Lauren estaban ya en donde se suponía debían. Busqué rápidamente por el perímetro al problema andante y lo encontré atravesando las dobles puertas del gimnasio que daban al pasillo de casilleros y las demás aulas.

Oh no, no iba a arruinar esta noche escabulléndose y causando problemas

— Camila ¿es en serio? —dijo Shawn cuando me despegué de él para irme.

— Si, además nos estamos haciendo un favor ¿Tu y yo? —nos señalé con mi dedo indice— Jamás pasará. —dije viendo su cara perpleja por mi brutal honestidad, entonces decidí que era momento de alejarme.

Caminé entre la multitud atravesando los cuerpos sudorosos y exaltados hasta salir de la pista y perseguir a Lauren, salí justo a tiempo para ver a lo lejos como una de las dobles puertas de la piscina olímpica se cerraban.

¿Qué diablos hacía yendo allí?

Caminé precavida, mirando a los lados para asegurarme que nadie estaba siguiéndome, sobre todo Shawn.

[Sun - Talisco]

Cuando llegué a las puertas, miré una vez más a mis costados y cuando me vi sola, decidí entrar cautelosamente en dado caso que ella estuviera nadando y pudiera sorprenderla infringiendo el reglamento escolar.

Cuando la hallé, estaba sentada al borde de la piscina, con los pies y pantorrillas descubiertos sumergidos en el agua, solo miraba al interior de la pileta, distraída en si misma.

Entonces me miró cuando hice ruido al entrar y sin más remedio caminé hasta ella.

— Ahí estás. —ella me miraba con cierto brillo extraño en los ojos sin embargo suponía que el reflejo de la luz dentro del agua ayudaba a que su mirada verde se viera más viva—. No puedes estar aquí, la piscina está cerrada para alumnos hoy.

YA NO SIENTO NADA | CAMREN G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora