O14 • PASTILLAS PARA LA INDIGESTIÓN.

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Esa misma noche.

Resoplando, destapé la parte superior de mi cuerpo mientras miraba a mi alrededor, enojada con la nada.

Desde hace como dos horas Seo Yoon y yo nos habíamos acostado a dormir por pedido de los mayores luego de comer un poco y reposar, ya que la verdad si era un poco tarde.

En el caso de la pequeña Seo Yoon si pudo dormirse apenas y tocó las suaves sábanas con las cuales estaba acomodada la diminuta cama, sin embargo, en mi caso solo alcancé a dormir unos cuantos minutos ya que después me desperté de golpe y con la respiración agitada, mientras que de mi cuello y rostro salían gruesas gotas de sudor que no hicieron más que disgustarme y hacerme sentir súper asquerosa ya que la sábana con la que me arropaba estaba pegada a mis piernas y húmeda por mi sudor.

Me senté en la cama sintiendo mi cuerpo pesado mientras con una de mis manos tocaba mis labios, notando que éstos se encontraban resecos, agrietados y doloridos cómo si no hubiese tomado ni una sola gota de agua en días.

Busqué a mi alrededor mis pantuflas y justo ahí fue cuando noté que Sae bom no estaba en la habitación, lo que me confundió aún más y alertó, por alguna razón que desconocía, mi sexto sentido.

En cuestión de minutos, repentinamente rn mi mente solo rondaba un pensamiento, que por la persistencia del mismo logró ponerme los pelos de punta y me hizo cerrar los ojos, mientras colocaba ambas manos en mis orejas intentando calmarlos, pero fue en vano, solo aumentaron su volumen.

“Sal”

“Ve con ellos”

“Sal"

“Ve con ellos”

“¡Sal ya mismo!”

La gota que derramó el vaso fue el hecho de que mi estómago empezó a rugir y en mi pelvis empecé a sentir una diversa cantidad de calambres, dolorosos calambres que inmovilizaban mis piernas mientras intentaba con todas mis fuerzas ponerme de pie. Sabía de que se trataba y eso me asustaba. Querida persona que me tiró aquí, ¿No sé te podía ocurrir otro día para hacer que me bajara?

Me levanté por completo de la cama e intentando no despertar con mis quejidos a la niña que dormía a mi lado me acerqué a la puerta luego de ponerme las pantuflas, abriendo y cerrando la misma con suavidad.

Mientras más me acercaba al final de el pasillo, poco a poco pude escuchar una voz masculina llenar el ambiente con suavidad y como si fuera por instinto, mis pasos se dirigieron hacia ella. Pero justo antes de llegar por completo, mi cuerpo se dobló cuando otro calambre atacó mi pelvis y me agaché, sosteniendo mi estómago y soltando un gemido de dolor.

“Entonces nunca me infectaré...” Escuché decir con confianza al mayor, quién se sobresaltó al notar mi gemido detrás de el volteando con rapidez y mirándome agachada “Oh, ¿Que pasa? ¿Porqué estás aquí?” Mencionó, acercándose con rapidez a mi cuerpo acurrucado y colocando su mano izquierda en mi espalda baja y poniéndome a su lado, para después acercarme al balcón al lado de Sae bom, la cuál me tomó de la mano y me sentó a su lado con delicadeza.

“Solo... No podía dormir y...” Hice una pausa y pensé, si decía de manera tan explícita que tenía sed ¿Podrían pensar que estaba infectada?. No llegué siquiera a demostrar mi duda ya que a mis labios llegó un vaso que contenía un líquido claro, que poco después reconocí como agua.

“Toma un poco, se nota que estás sedienta.” Me aconsejó la mayor, acercando el vaso a mis labios y con gusto acepté, relajándome al instante al sentir las frescas gotas de agua bajar por mi garganta.

Otro calambre interrumpió mi buen vivir y me quejé, mordiendo mi labio y acurrucándome, llamando la atención de los mayores.

“¿Que sucede?” Preguntó el mayor y solo sonreí sin fuerzas.

“Solo son unos cuantos calambres pélvicos, suelen darme días antes de... Esos días” Respondí sonrojada evitando verlo a los ojos, mientras que miraba a mi alrededor. Mis ojos se fijaron en un pequeño tarro de pastillas que por alguna razón llamó mi atención y decidí preguntar de qué se trataba. “¿Qué es eso?” Señalé.

“Son pastillas para la indigestión, cuando jugaba béisbol solía tomarlas ya que me ponía nervioso y me daba dolor de estómago” Comentó con una sonrisa el mayor, mientras miraba al suelo con nostalgia.

“¡Oh! ¿Puedo tomar una?” Pregunté, pero el mayor inmediatamente se acercó y quitó el frasco de mis manos, impidiendo que abriera el mismo.

“Las conseguí en un campamento en Italia, pero saben asqueroso, lo más probable es que hagan peor tu malestar, no las tomes...” Aseguró haciendo una mueca con la nariz y dejó el tarro en un lugar mucho más alto, lo cuál me hizo dudar.

¿Ocultaba algo? 

𝗜𝗡𝗦𝗜𝗗𝗘 • 𝗛𝗔𝗣𝗣𝗜𝗡𝗘𝗦𝗦 𝗞𝗗𝗥𝗔𝗠𝗔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora