Capítulo Treinta y Seis: Madurez...

1.2K 96 1
                                    

Esa noche lloré, lloré por mí, lloré por ella.

Lloré porque no sabía qué hacer con los sentimientos que habían nacido en mi corazón y que no supe cómo detenerlos.

Lloré por pensar que sería diferente, lloré porque mi corazón se había roto.

Pero sobre todo lloré por ser tan ingenua y creer que podía lograr tocar su corazón.


————————————

Podría mentir y decir que: "el tiempo cura todo", pero no es así, es el empeño que le pongas, es la lucha constante, es el recordarte que vales más que eso.

No mentiré, muchas veces a las dos de la mañana entraba en su contacto y empezaba a escribir, para luego borrarlo.

Pero los días pasaron y poco a poco pude controlar las ganas de saber de ella.

Aunque cambiará de móvil, solía guardar su numero por si acaso.

Y así pasó el tiempo, quizás cualquiera podría pensar que nos volveríamos a ver, quizás cualquiera pensaría que alguna de las dos buscaría la forma de encontrarse pero no fue así.

Tengo que reconocer que el dinero me sirvió de mucho, tanto que logré cubrirlo todo.

El tiempo trae consigo nostalgia, madurez, errores y nuevos comienzos.

—Te ves divina — dije ayudándole a acomodar su abrigo.

Sonrió —Gracias, estoy nerviosa — sacudió sus manos.

Asentí — No todos los días haces una fiesta de compromiso — aseguré.

—¡Lo se!, ¡estoy emocionada! — dice en un chillido dando pequeños saltitos.

—Yo también estoy muy emocionada — digo observándola con ternura.

¿Quién diría que a pesar de todo este tiempo seguiríamos siendo mejores amigas?

Si hace tres años me hubieran dicho que estaríamos celebrando la fiesta de compromiso de Abigail y Liam, me hubiese reído.

—Liam invitó a muchas personas — pausa y relame sus labios — Paula, ¿estarás bien hoy? — pregunta.

Suspiré — Ya pasó mucho tiempo Abigail, no va a cambiar nada si la veo de nuevo — digo indiferente.

Asiente — Yo traté de evitarlo, pero Christian y Liam son muy buenos amigos — trata de excusarse y sonrío.

—No te preocupes — encogí de hombros.

Ambas bajamos de su habitación, la casa estaba adornada y llena de vida, no podría estar más que feliz por ella, la música sonaba de fondo, había muchos meseros, mucha comida y muchas personas.

De mi parte intentaba mantener la calma, y quedarme en un lugar alejada y pasar desapercibida.

—¿Por qué tan sola? — preguntan detrás de mí.

Giro para observarlo — Supongo que tratas de ser amable, ¿no? — digo arqueando una ceja y toma un sorbo de mi copa de vino.

Echa su cabello hacia atrás — El tiempo te ha sentado de maravilla.

Bufé — Para — digo fastidiada.

Sonrió — Me enteré lo qué pasó entre tú y ....— toma un sorbo de su trago — fue brutal, inclusive ahora formas parte de las discusiones entre Dante y Selena, te lo agradezco — sonrió ampliamente.

Me mordí el labio — Debo irme — digo dejándolo solo.

Dejé escapar el aire de mis pulmones, ni siquiera sabía porque me sentía incómoda después de esa conversación, sé perfectamente que es la personalidad de Chris, pero me exasperaba un poco.

—No le hagas caso — Liam me mira con una sonrisa, tratando de apaciguar la actitud de su amigo.

Me encogí de hombros — Le hace falta un poco de tacto — digo indiferente.

Asiente — Ya se lo he dicho, muchas veces — se rasca la nuca por frustración.

Sonreí — Tranquilo, hoy es una noche muy importante para ustedes, disfrútalo y no pienses en nada más — digo.

Sonrió, sus ojos se iluminan y brillan como una estrella en el cielo, supongo que eso es amor.

El brindis fue de lo más emocional, Abigail lloró mientras dedicaba algunas palabras a su futuro esposo y los ojos de Liam se habían cristalizado.

Era imposible no notar lo mucho que se amaban, esas miradas cómplices y esos besos que solo podrían darse los enamorados.

¿Qué podría decir yo?, me había enfocado tanto en mi carrera, y de cuidar tanto a mi familia que sentía que había descuidado, que he pasado todo este tiempo sola.

—Debo irme — dije tocando su brazo y hablando a su oído — he dejado pendiente algo — no me malinterpreten, me emociono por ella pero ya había tenido suficiente de todas estas personas.

Asiente — ¿Quieres que te acompañe a tu auto? — pregunta.

Niego — No es necesario, te quiero — beso su mejilla.

Camino hacia la salida rápidamente para luego dirigirme a mi auto.

Suspiro al quitar la alarma y tirar mi cartera en el asiento, lo rodeo para entrar, encenderlo, busque en mi playlist las mismas siete canciones para reproducirlas y luego poner mi auto en marcha.

Amor Prohibido •| Selena Gomez |•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora