06.

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"¿Qué pasó?"


— No hay otra forma, a menos de que le tiremos un balaceo en la frente, no me niego pero llamaría un chingo la atención. - Ochoa comentó.

— Ya, deja de quejarte, te queda bien, ve. - Los tres miraron a guardado. — ¿Qué dije de malo, wey?

— Que conste que lo hago por kevin, - Acomodo los tacones rojos fuego. — me debes mucho kevin, mucho.

Hirving comenzó a acercarse a uno de seguridad, captando su atención cómo si fuera un turista.

Primer fase del plan, coquetería básica.

— Disculpe, ¿usted sabe dónde puedo encontrar una estación de autobuses? - Murmuró apenado, tocando su cabello de vez en cuando. — Hace un ratito había venido con un amigo mío pero, creo que me perdí.

— Uh, no sé, estoy trabajando... - El hombre lo miraba de arriba abajo cómo si fuera comida recién salida del horno, que asqueroso. — Podés buscar ayuda a alguien más por acá, pibe.

— Creí que podrías ayudarme tú, digo, - Apoyo su espalda en la pared, posando un poco. — Tú sabes a lo que me refiero, ¿no?

— No debo.

Desde el automovil los cuatro observaban cómo procedía hirving con el plan, impacientes por la lentitud que tomaba el lugar.

— ¿Cuanto tiempo se va a tardar ese wey? ya me tiene hasta la madre. - Guardado veía repetidas veces su reloj.

— Cálmate, estás apestando todo el carro con tus perras feromonas. - Diego fue el primero en quejarse por el olor a café amargo que desprendía el alfa.

— Cómo si tu olieras mejor que yo. - Defendió su fragancia, diego también desprendía un olor a picante del fuerte.

— Ya parenle, ninguno de los dos tiene un aroma agradable, pero uno los aguanta. - Javier harto del comportamiento de los dos alfas lo desconcertaba. — Guillermo, ¡tú también pon los puntos! no puede ser que cada vez que ocurre algo estés ahí de mamerto, bien calladito.

— ¿Yo qué chingados hago ahí?, virgencita. - Hizo cómo si rezara. — Parece que chucky se lo está llevando, ándele.

Lozano luego de mil intentos logró llevar al alfa a un callejón apartado del lugar con la promesa de un "rapidín" cómo experiencia de turismo, la única experiencia sería la de un arma en su cabeza y así fue.

— Que puto asco, wey. - Murmuró luego de dormir al guardia, limpiando sus labios con la camisa aquella. Observo que haría con el adormilado alfa, ocurriendole la idea de intercambiar ropa. Ya no tendría frío. — Al menos serviste pa' algo, cabrón.

— ¿Todo bien? ¿no se intentó sobrepasar? - Guardado lo atacó con preguntas al verlo. — Apestas.

— Sí genio, no es mí ropa. - Respondió lo obvio. — Intercambie trapos con el wey, quedo dormidito en un callejón. Ya entrenle detrás de mí.

Por suerte tenía un casco de protección, serviría para que no reconocieran que no era de allí.

— Disculpe, ¿su identificación? - La recepcionista le pregunto rápidamente al verlo pasar con dos personas más detrás suyo.

— Aquí, acá está. - Corrigió las palabras usadas, aún sostenía a diego y a andrés de los brazos. Los dos vestidos de enfermeros. — Me informaron que debían entrar enfermeros.

— Ah, claro señor gonzalés. - Murmuró la beta, pasando la tarjeta para poder autorizarles el paso.

— Muchas gracias. ‐ Pasaron por el pasillo hasta llegar al ascensor, sino mal recuerda, no habría más de una persona en la habitación de kevin y el personal de limpieza. 

Ese omega va a ser mío, ¡cueste lo que cueste!.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora