Cinco

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La cabaña estaba dotada de una pequeña chimenea que los cazadores usaban para cocinar y calentarse, pero también había ahí una cocinilla que funcionaba con mecha. No había más que unas latas de conserva y una caja de té además de una azúcar humedecida, de aspecto nada agradable. Mali reviso las cosas en busca de algo que comer. En su mochila tenía solo unas barras de chocolate de las que tomó una para apaciguar a su exaltado estómago. Bardock dormía y Zarbon parecía hacer lo mismo, pues estaba muy quieto por lo que se sintió un poco más relajada.

-¿Eso que tienes ahí es chocolate?- le preguntó Zarbon, súbitamente, haciendo que la muchacha diera un pequeño brincó al oír su voz.

-Sí- respondió Mali con voz trémula y una mirada sorprendida.

-Dame un poco- le pidió con tono demandante.

Mali miró su golosina con una expresión un poco triste, pero no le negó a esa criatura un pedazo de la barra. Se hincó junto a él para entregarle el trozo de chocolate, comentando que nunca imaginó que ese alimento existiera en otros planetas.

-Es una de las cosas más deliciosas del universo- exclamó Zarbon casi ofendido- Pero es escaso. Casi se puede considerar algo valioso. Por eso tropas como las fuerzas especiales Ginyu lo usan en sus odiosas apuestas.

-En este planeta, en cambio, es muy abundante- le señaló Mali sin mostrarse sorprendida por lo que él le contó- Toma. Puedes quedarte con el resto.

Zarbon había recibido el primer trozo y lo había mordido, pero ese segundo lo hizo pensar ella sintió lastima de él, por lo que sin ninguna consideración le golpeó la mano haciendo que ella tirará el chocolate y dejando la huella de sus uñas en el antebrazo de la chica que cayó hacia atrás. Obviamente Mali se asustó muchísimo con aquella reacción por lo que rápido se puso de pie y se apartó de él, terminando del otro lado del estrecho lugar con la espalda pegada a la pared.

Zarbon no sintió ni un mínimo de culpa por lo que le hizo a la muchacha y de forma arrogante escupió el chocolate que había mordido. Mali apretó la herida con su mano sana y pronto sus dedos acabaron bañados de sangre. Por un momento Zarbon creyó se iba a echar a llorar, pero en lugar de eso la chica lo miró con rabia y salió corriendo del lugar con la intención de no volver allí nunca más. No fue hasta que la vio cruzar la puerta que Zarbon se preocupó por lo que había hecho, pues sin ella no había nadie que cuidara de él. El saiyajin parecía mucho más afectado por la resonancia. Molesto se acomodó en esa cama improvisada. No había nada que hacer. No podía ir detrás de esa mujer y con toda certeza ella no iba a volver después de lo que le hizo. Quizá era mejor así, pensó, pero de inmediato reflexionó en que ella podía decirle a alguien más de ellos, de él. Lo mejor que podía hacer era buscar otro lugar donde esconderse mientras se recuperaba, pero moverse le era tan doloroso que se tardó varios minutos en solo volver a sentarse.

Mali huyó tan rápido como pudo. Estaba lloviznando suavemente, el suelo se volvió resbaloso y las nubes que cubrían la montaña se volvieron una niebla densa que fácilmente hubieran desorientado a cualquiera. Por suerte Mali tenía un excelente sentido de orientación y alcanzó el río en un par de horas. Desde allí todo fue más fácil. También tuvo suerte de encontrarse con un equipo de emergencia que estaban en la zona buscándola.

Cuando Mali llamó a sus compañeros informando que había encontrado un hombre herido, dos guardabosques subieron en su ayuda. Estos fueron los que se encontraron con Zarbon y sufrieron el accidente. A ellos subió a rescatarlos un grupo de emergencia que también salió en busca de ella y el herido, pues los compañeros de la chica les contaron de ellos, mas al no encontrarlos se dio la alarma y se inició todo un operativo de búsqueda. Mali imaginó que algo así podía haber sucedido, pues conocía los protocolos. Lo que nunca imaginó fue la magnitud del despliegue del operativo de rescate. Claro que eso nada tenía que ver con ella realmente. Sucedió a raíz del testimonio del guardabosques que dijo haber visto a un ser con aspecto de reptil que intentó atacarlo y al que él logró herir. Los oficiales encontraron rastros de una sangre azulada por el sendero que el hombre indico como la ruta de escape de la criatura y unos kilómetros más allá parte del uniforme de otro guardabosques. Mali no lo notó, pero cuando cayó en la cuesta donde conoció a Zarbon una de las ornamentas de su atuendo se desprendió. 

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