Once

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Sentada en la cama viendo su pie lastimado y todavía rodeado por esas dos ramas y el cordón de su zapato, Mali se preguntaba que estarían pensando hacer con ella esos dos sujetos que la retenían con ellos.

Bardock volvió por la tarde cargando un jabalí joven sobre sus hombros que limpio y trozo para poner más carne a asar en la chimenea. Zarbon apareció unas dos horas después. Se veía mucho más limpio y compuesto.

-¿Tienes que cocinar aquí adentro? Todo el lugar queda oliendo a carne y humo- gruñó el comandante.

-La mujer dice que es peligroso que nos vean afuera- contestó Bardock que estaba hincado frente al fuego.

-¿Y te preocupa lo que los habitantes de este planeta te puedan hacer? Que absurdo. El saiyajin de clase baja más débil que puedas conocer podría conquistar este planeta en un día o menos- le dijo Zarbon.

-Eso en condiciones normales, pero no estamos en condiciones normales- le indico Bardock y aunque su tono de voz era rudo, su postura corporal manifestó una ligera sumisión al comandante. Claro que su mirada no recibió la misma orden que sus músculos.

Zarbon no contestó. En el fondo sabía que él tenía razón, mas cuando miro hacia donde estaba Mali, que lo estaba viendo fijamente, Zarbon arrugo el entrecejo y exclamó:

-Más te vale no dejar apestando este lugar. El espacio aquí es muy reducido como para tener que respirar ese olor y el tuyo... saiyajin.

Bardock se sintió tentado a levantarse y hundirle el puño en la cara y por un momento dio la impresión de que lo iba a hacer, pero solo se puso de pie para ir hacia la puerta y abrirla por completo, para que entrara aire fresco. Mali no pudo evitar medio reírse al ver eso y aquel gesto la hizo obtener la atención de los dos alienígenas.

-Puedo saber ¿qué tienen pensado hacer conmigo?- les preguntó la muchacha- Estoy herida. Soy un estorbo. Déjenme volver a casa- les pidió.

Bardock y Zarbon casi que se miran en busca de una respuesta, pero al final fue el de mayor rango quien respondió:

- Eres un rehén. Si una tropa terricolas aparece tú serás nuestro escudo- Mali arqueó una ceja al oír eso- ¿Qué esperabas? ¿Acaso creíste que te trajimos aquí por gratitud? No seas ilusa- agregó y miró a otro lado como si buscará algo, pero solo terminó sentandose en un rincón.

Los ojos de la muchacha buscaron los de Bardock, pero esas pupilas negras no hicieron más que verla de manera helada y fija, por lo que ella terminó por apartar la mirada.

-¿Y qué les hace creer que yo soy un buen escudo? Tal vez ni siquiera tengo valor como rehén- les dijo la chica.

-Las mujeres siempre enterneces a los hombres. Los varones rara vez no muestran clemencia a una dama- le respondió Zarbon.

Mali guardo silencio. En ese momento se sentía bastante tonta por prestar ayuda a esos sujetos. Todo lo que logró fue empeorar su situación.

-Mí pie se está poniendo negro- murmuró con una expresión de preocupación y Zarbon la miró de un modo más sereno.

El resto del día fue bastante aburrido. Mali se recostó en la cama después de tomarse unos analgésicos  y se durmió un rato. Bardock se quedó fuera de la cabaña y Zarbon estuvo jugando con el rastreador un rato. Esa cosa funcionaba a momentos, pero ni aunque hubiera estado en óptimas condiciones le hubiera permitido salir de ahí. No se podían enviar señales de auxilio mediante ellos ni establecer algún tipo de comunicación. Cansado descansó la espalda en la pared y giro la cabeza hacia Mali. La chica estaba de costado. Su rostro a ratos reflejaba dolor. Bajó la mirada por sus desnudas piernas hasta su pie y el aspecto que tenía no auguraba nada bueno.

Era para mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora