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No podía quitar la vista de aquella lastimada mujer, su rostro cubierto de moretones y la sangre seca en su cabello castaño reluciente había despertado su curiosidad.

- ¿Eres la nueva? -preguntó.

Sus ojos casi desenfocados cubiertos de lagrimas quedaron centrados en los suyos, sorprendida de verlo ahí.

- Ayúdame.... Por favor, ayúdame.

Sintió cierto malestar por no recibir la respuesta que buscaba.

Todo indicaba que era la nueva amante de su padre, todas eran iguales: castañas, ojos negros y de una contextura delgada, casi como si se tratara de encontrar mujeres totalmente vulnerables.

- Papá se enojará si te ve rondando por los pasillos -advirtió.

Él tampoco esperaba ver cerca de su habitación a una mujer casi arrastrándose por los suelos, ensuciando las costosas alfombras que su madre tanto amaba bañadas con tierra y sangre.

- Deberías volver a la habitación -recomendó.

No había nada que le indicara que el siguiente movimiento de la mujer fuera sostener con fuerza sus brazos buscando algo de apoyo, o incluso algún cariño. Estaba sorprendido, era primera vez que alguien se le aferraba de esa manera, deseando con desesperación su ayuda. Aquel sentimiento fue abrumador, tanto que no pudo evitar sonreír.

- ¿Quieres que te ayude?

- Sálvame... de él.

Estaba arrodillada frente suyo, implorando por su atención y ayuda.

Tomó su rostro con cierta delicadeza y acarició su lastimada mejilla.

- Haré lo que desees-dijo con voz baja para no asustarla.

La ayudó a ponerse de pie, sus piernas lastimadas apenas soportaban el poco peso que suponía debía tener, a pesar de ser más bajo que ella se apoyó en sus hombros y se quejo por el dolor.

Reposó una de sus manos en su cintura para sostener lo máximo que pudiera, pero una voz profunda y arisca lo detuvo. Su padre, a solo seis metros de ellos los observó por un rato logrando que la mujer a su lado volviera a caer para sollozar de forma descontrolada.

- ¡Por favor, no me dejes con él! – suplicó sin soltar su ropa.

Al ver los ojos de su padre supo que aquella acción lo había hecho enfurecer, no soportaba ver como otros desvías la atención que ganaba con esmero por un simple niño de diez años que después de todo era la viva imagen de su madre a quien más odiaba, cabello pálido y ojos poco comunes que volvían locas a las personas de su alrededor por tomar su atención.

No era su culpa, jamás pidió ser alguien tan llamativo que eclipsaba a su figura paterna.

- Satoru -pronunció con disgusto-, aléjate de ella.

No quería, le gustaba sentir las manos de mujer aferrado a sus prendas, la manera desesperada con que pedía su ayuda y sus oscuros ojos viendo su interior desesperado por un poco de cariño sincero, pero el miedo fue mayor. Se alejó dejando a la mujer temblando tirada sobre el piso y diciendo una y otra vez "No te vayas, por favor".

Vio como su padre tomaba a la chica con cuidado murmurando calidad palabras mientras la guiaba al final del pasillo de vuelta a la habitación donde se hospedaban las favoritas que normalmente cambiaba con frecuencia. Ahora comprendía el porqué.

No volvió a ver a su padre esa noche, solo se recostó sobre su cama pensando en la mujer que tanto lo había impactado. La manera en como lo miraba, su desgarradora mirada exigiendo ayuda le había encantado de tal forma que deseaba volver a verla.

ENEMIGOS - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora