III

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Su mente había sido llenada por largas piernas y firmes muslos que el hombre dejaba ver en aquellos ajustados pantalones de tela negros. La camisa blanca se adaptaba a medida en cuanto él levantaba su brazo para saludar a los clientes de su alrededor. La poca gente del salón VIP se amontonó y comenzó a murmurar lo bien que se veía en persona y sobre la realidad de su fría y distante mirada.

Dejo caer la vista cuando notó su descaro al observar cada parte de su cuerpo, con solo notarlo pudo ver que el hombre seria un semental en la cama. No lo entendía, pero su mente se centraba mucho en la ferocidad que Sukuna trasmitía, muy a diferencia de Satoru.

La vibras que su esposo demostraba eran cálidas y seguras, en cuanto aquel modelo solo exhibía peligro y un gran letrero que decía "Peligro, no acercarse".

Ahora entendía las palabras de Junpei, el aura que lo envolvía demostraba seguridad en su persona, extroversión y peligro para quien lo atacara.

Tomó el licor que aún le quedaba y bebió de él como si se tratara de un vaso de agua para una persona sedienta de días. Volvió su atención completa hacia su amigo quien continuaba hablando sobre los problemas que aún lo seguían molestado al punto de no dejarlo descansar durante la noche. Iba a prestar su ayuda y apoyo, pero no dejo salir una palabra cuando notó como aquel espécimen de feromonas comenzaba a acercarse a ellos.

- Ahí viene -dijo casi sin voz.

Junpei giró su rostro hacia Yuuji, extrañado.

- ¿Quién?

- Junpei, me alegra verte.

Sukuna palmeó el hombro de su amigo para luego abrazarse con confianza.

Yuuji por otro parte, estaba atónito por lo grave de su voz. La profundidad con la que hablaba lo hizo suspirar de miedo.

No se sentía seguro a su lado, era primera vez que experimentaba tal miedo, ni siquiera su trabajo lo hizo querer arrancar en alguna oportunidad en la que su vida corría riesgo. Sus manos estaban tensas y su vista solo se centro en ver al sonriente Junpei.

- Creí que jamás bajarían de tu trono para hablar con los plebeyos.

- Por favor, Junpei. No me tomes por imbécil, sabes que gracias a los plebeyos tengo mi castillo.

Ambos sonrieron.

- Quiero presentarte a un muy buen amigo mío -dijo Junpei e inmediatamente el corazón de Yuuji se contrajo-. Él es Itadori Yuuji.

Junpei rodeo sus hombros con un reconfortante abrazo.

- Un gusto -saludo Sukuna con una sonrisa bastante normal-, los amigos de Junpei siempre serán bienvenidos en mi bar.

- Gracias, señor.

Sukuna elevó una de sus cejas sorprendido por el apelativo.

- Prefiero ser llamado por mi nombre, si no te importa.

- Lo siento -lamento Yuuji, sonrojado-. Ryomen.

Él sonrió abiertamente.

- Si prefieres también puedes llamarme Sukuna. Para mi no hay diferencia.

- Gracias.

Muy a diferencia de su apariencia, Sukuna parecía ser alguien confiable y respetuoso, ante Junpei. Durante la corta conversación que tuvieron él solo miraba a su amigo, estaba relajado e incluso la fachada de hombre poderoso e indomable había desaparecido.

- Iré a saludar a unos amigos -intervino de Junpei de pronto-. Cuida a Yuuji. No dejes que nadie se le acerque.

Y aquí estaba el momento que toda persona introvertida odia con suma fuerza, ser dejado con alguien que apenas conocía. Le indicó al bartender que le entregara un segundo coctel del mismo sabor, Sukuna a su lado con una sola mirada le ordeno a su empleado que le sirviera otro tipo de licor un poco más fuerte que el suyo.

ENEMIGOS - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora