02. El temor de ver a otros caer.

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Una de las noches más largas que había tenido pasó en la casa de un desconocido. Tenía una gran suerte a mi lado, claro.

Mis ojos no podían cerrarse por más que lo intentara. Permanecí quieto tumbado boca arriba hasta perder el conocimiento y ser despertado por un portazo estruendoso, como los que oía todos los días en casa, pero no estaba ahí y al ser conciente de eso, comencé a entrar en pánico.

Recordé lo que había hecho.

O más bien, lo que estuve a punto de hacer.

Escuché pisadas rápidas subiendo las escaleras que yo también había recorrido. El edgy que me había recogido como a un Pokémon, entró asustado a la habitación haciéndome señas para que guardara silencio.

Luego de varias horas, pude ver a la perfección su rostro gracias a la luz del día que entraba por la ventana de su habitación. Mi pánico creció en aumento porque no sabía que estaba haciendo, pues caminó hasta un librero de madera que parecía tener un buen tiempo con él por el mal estado que -al parecer- no estaba dispuesto a arreglar. Comenzó a buscar entre cajas de zapatos y bolsas negras algo que, cuando lo encontró, se levantó más rápido de lo que llegó dejando todo en desorden. Ni siquiera pude ver aquel artículo que lo parecía verse tan alterado.

⏤Buenos días, TaeHyun. Quédate aquí sin hacer mucho ruido, ¿está bien? Iremos a desayunar pronto ⏤susurró acercándose a la puerta con precaución. Su voz era inestable, temerosa y por si fuera poco, salió escondiendo su desconocido artículo en el bolsillo de su sudadera, la misma que llevaba puesta cuando interrumpió mi plan perfecto de huida saliendo victorioso de él. Parecía que quería defenderse de algo, o quizás, de alguien.

Cerró la puerta con sigilo antes de bajar de nuevo al recibidor. Me levanté de inmediato. Al irme a recostar no había quitado las zapatillas de mis pies por si tenía que salir corriendo, y aunque hace unas horas parecía una exageración, ese era el momento. Al acercarme a la puerta lo que pude escuchar fue la voz de un segundo hombre, uno que parecía ser bastante más maduro que el emo o yo, no parecía cuerdo del todo y la manera en que hablaba lo hacía parecer más un borracho o algo similar. Y lo sabía porque estaba acostumbrado a tratar con adictos.

⏤En el último nivel de la alacena ⏤Indicó el emo, pude reconocer su voz en un segundo. Nadie más que conociera podía irritar mis oídos con tan solo escucharlo, solo que en esa ocasión no fue irritante para mí, si no, preocupante.

Lo que escuché después no fue del todo de mi agrado, pues el sonido de un vidrio chocar con otro me alteró de inmediato. Como dos botellas grandes.

Comencé a buscar en la habitación algo con lo que pudiera defenderme si es que intentaban hacer algo conmigo. Aunque, si soy sincero, solo quería desaparecer, pero desparecer de una manera menos... violenta. Al encontrar un cúter entre los artículos del librero medieval, escuché gritos que no se podían descifrar y como fin a la secuencia, el portazo volvió a hacerse presente.

¿Ya habría terminado?

No lo sabía, hasta que él ingresó de nuevo a la habitación sin dar un anticipo antes.

⏤¿Cómo vas? ⏤preguntó como si nada hubiera pasado. Se veía normal, tan normal que no le hacía justicia a la ansiedad con la que lo había visto hace solo minutos.

⏤¿Qué pasó allá abajo?

Su sonrisa despareció. Continuaba mirándome a los ojos, pero no de forma reconfortante haciéndome saber que se veía como una mala, una malísima idea haber aceptado ser arrastrado hasta esa casa llena de incógnitas con él. Enseguida dirigió aquella mirada insegura a mi mano izquierda que sostenía mi nueva arma de defensa. Oh, no.

Fight Bleed Lose | TaeGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora