1: I like big cocks, i can't help it

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- ¿Me estás jodiendo? - Exclamó el pelinegro, alterado. El flujo acelerado de su excitación tuvo que cortarse de golpe al conocer el pequeño.. muy pequeño amigo de su acompañante.

El chico bajó su vista, confundido.

- ¿De qué estás hablando? - Inquirió levemente molesto, ya que el menor había decidido pararlo todo en el peor momento.
Su erección dolía y el otro solo se dedicaba a joderle.

- ¡Ese jodido tamaño! - Gritó Agustin, rojo de la rabia. - ¿No te da vergüenza andar con esa miniatura entre las piernas?

El chico abrió la boca, pero las palabras no salieron. Necesitaba un momento para entender lo que estaba pasando.

- Debes estarme jodiendo tú a mi. - Murmuró, frunciendo el ceño. Agustin apretó los dientes. - ¿Miniatura, en serio? ¿Qué demonios esperas? ¿Treinta centímetros?

- Y bueno tampoco esperaba cinco.

- ¡Diecisiete! - Exclamó el chico, incrédulo. - ¡¿Unos jodidos diecisiete centímetros no son suficientes para ti?!

El silencio proveniente por parte del menor fue suficiente para que el chico alcance su máximo nivel de vergüenza e indignación. Se alejó con furia del pelinegro arrodillado frente a su hombría y caminó con pasos desequilibrados y rápidos hasta su ropa, tirada en un extremo de la habitación.

- ¡Espera! - Exclamó Agustin, poniéndose de pie precipitadamente. Su acompañante lo miró sin dejar de ponerse su ropa. - Y-yo..ehhh...p-podría intentar hacerlo con vos..

Un jadeo de exclamación salió de los labios del chico.

- ¿Intentar? - Inquirió, sintiendo el enojo crecer cada vez más. - Vete a la mierda.

- P-pero... - Agustin se quejó, revolviéndose el cabello con frustración. - ¡Uh, la puta madre! No es mi culpa que no cumplas con mis expectativas..

- ¿Qué clase de expectativas tienes? - Exclamó el chico, haciendo una mueca de horror. - Zorra traga pollas.

Agustin se indignó. - Quizá sí, pero solo pijas grandes, no como la tuya, hermano. Suerte con ese gusanito. - Canturreó empujando al chico fuera de la habitación sin dejarle tiempo de agarrar su camiseta y cartera, lo que había sido completamente a propósito, pero su acompañante estaba siendo cegado de indignación, ya que no reparó en volver por ellas.

Agustin se recostó contra la madera de la puerta, soltando un suspiro pesado.

- Y yo creía que porque era extranjero me había ganado el premio gordo. - Se quejó para sí mismo. - Culiao, realmente es mejor mi vibrador.

El pelinegro se mordió su labio inferior. Se consideró un poco culpable por herir el orgullo de su acompañante, pero no pudo evitarlo.

Simplemente cuando un hombre no cumplía con aquel requisito especial tan importante para Agustin, este enloquecía.

Caminó hasta el bolso que había llevado al club esa noche, (Donde había tenido lo que creía que podía llamar suerte al conocer a ese guapo extranjero que acababa de salir echando humo de de la habitación de ese hotel.) en el cual guardaba lo que era clasificado por sí mismo como "Botiquín de emergencia" para casos como estos, el cual contenía un consolador rosa y un vibrador del mismo color, los cuáles medían aproximadamente veintitrés centímetros cada uno, más una botella de lubricante.

Se encogió de hombros y se tiró a la cama, dispuesto a resolver por sí mismo el problema que el extranjero le había ocasionado con besos, pero no había sido capaz de de resolver con su polla.

Era un poco patético, él lo sabía, pero simplemente no podía evitarlo.

Él era así y no recordaba un momento de su vida en el que había aceptado que el miembro de su acompañante midiese menos de veinte centímetros, simplemente era su gusto, su filia. Adoraba los miembros grandes, y era vergonzoso, pero no podía repararlo.

Falofilia - margusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora