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El lunes, puedes desmoronarte.


Charles estaba haciendo lo mejor que podía para ayudar a los mutantes que ahora parecían ser su responsabilidad.

Alguna vez le había cruzado la idea de tener familia. Una de esas familias grandes, con niños revoltosos corriendo por todas partes y una pareja amorosa con la que pudiera criarlos. De esas familias que salen a hacer grandes y largos viajes a lo largo del país, que se sientan por la tarde a mirar la televisión juntos, que salen al parque con sus cientos de mascotas que evidentemente tienen porque hay demasiado tiempo y amor para ellos. Siempre había querido una familia con mucho cariño para dar y recibir. Y tenía que ser grande para llenar la vacía y solitaria mansión de Westchester.

La odiaba, realmente lo hacía. Pero ni siquiera había tenido tiempo para pensar en la soledad que normalmente acompañaba sus recuerdos cada vez que lo atormentaban, no había tenido tiempo para fantasear mientras ayudaba a todos esos adultos que parecían más bien niños pequeños corriendo de un lado a otro.

Erik y él se estaban haciendo cargo de ellos y no sabía cómo se sentía con eso. Pero tampoco tenía tiempo para hacerlo.

Una cita con la CIA para reunir información. Tenía que ayudar a Hank con el traje de Alex, pues aún no habían encontrado la forma en la que pudiera contener toda la energía y enfocarla en un solo objetivo, debería hablar con Raven sobre lo que sea que le estaba sucediendo últimamente, aunque quizás eso podría esperar hasta el final, ya que le urgía seguir intentando que Sean encontrara la vibración correcta de las ondas sonoras y seguía haciendo ecuaciones y fórmulas para entender lo mejor que pudiera y ayudar en lo que pudiera ser útil. Erik, oh Erik solo trataba de ayudar, pero no era suficiente, simplemente había tanto que hacer y Moira ni siquiera estaba en la mansión la mayoría del tiempo.

— Charles, ¿crees que podríamos...? — Erik estaba tocando la puerta de la que había designado su oficina y que en algún momento había sido la de su padrastro. Trataba muy fuerte por no recordarlo cada vez que se sentaba en el escritorio para no dejar que sus malos pensamientos pudieran llegar hasta las demás personas que actualmente vivían en esa casa.

Igualmente, la simple presencia de Erik era usualmente suficiente para dejar de querer salir corriendo de aquel lugar. Estaba bien la mayor parte de tiempo, pero de vez en cuando una memoria no bienvenida se colaba en su mente y el sonido conocido de los pensamientos y de la mente brillante de Erik lograba tranquilizarlo.

Así que le dio una sonrisa y con los ojos brillantes le dijo que pasara, cosa que el otro hizo con cuidado antes de cerrar la puerta y dirigirse hacia el escritorio con una sonrisa plantada en la cara. La conocía bien, y casi podía saber lo que seguiría después de que hubieran comenzado con ese juego que siempre lo entretenía. Erik se había sentado en el borde del escritorio, apartando cuidadosamente los papeles y lápices de la esquina y estaba inclinándose cada vez más hacia él, y Charles no era nadie para quejarse, sino que él mismo se encontraba vibrando con la excitación de saber cómo terminarían, acercándose inocentemente como si no estuviera ansiando que esos dedos largos llegaran por fin hasta su rostro.

— Charles, necesito... Oh — Hank había entrado a la habitación con una buena cantidad de papeles en su mano y solo se dedicaba a mirar entre ellos, alternadamente como si no supiera bien qué hacer. Erik lo miraba como si con eso pudiera hacerlo desaparecer y él mismo ya se había movido hacia el respaldo de la silla para disimular lo que estuvo a punto de pasar — puede esperar.

Friday I'm In Love [Cherik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora