Interludio

44 12 1
                                    

El sábado, espera.


La vida en Genosha es buena. Quizás los últimos años de Erik no lo han sido precisamente; ha perdido a muchas personas, incluso dos familias, pero a pesar de todo, la vida allí es buena.

Es tranquila, sobre todo, a veces demasiado. Lo suficiente como para que se aburra de la monotonía que conllevan sus deberes de líder.

Y aunque siempre hay algo que hacer, a veces solo puede pensar en lo mucho que quiere que llegue el viernes.

— ¿Me estás escuchando? — Emma lo está llamando, probablemente desde hace mucho tiempo y él no estaba contestando. Ni siquiera recuerda de que estaban hablando — necesitamos provisiones, creo que podríamos...

Ella sigue hablando y él sigue sin poner atención, mirando por la ventana al sol en su punto más alto después del amanecer, mientras espera a que el día termine de una vez.

— Llámame cuando dejes de pensar en los ojos de Charles — no puede evitar mirarla cuando escucha su nombre, es casi un reflejo para ese punto y ella solo rueda los ojos. Tal vez estaba pensando muy fuerte o quizás solo era evidente que lo extrañaba — se acaba de ir, literalmente acabas de despedirte de él.

— Quiero que se quede — Emma lo mira con lástima y luego se va, sabiendo que no puede hacer nada para ayudarlo y que tampoco le prestará atención.

A veces recuerda a su hija y a su esposa, en todo lo que perdió y en Charles. Imagina la vida que pudieron tener, a los mutantes que murieron en el camino y los muchos otros que se unieron. Solo quiere que Charles se quede a su lado y por más que lo lleva a visitar los huertos, por más que le presenta a sus niños, por más que le demuestra que Genosha es un lugar maravilloso, la respuesta de Charles es la misma y siempre le rompe el corazón.

Solo puede esperar a que se acabe la semana una vez más para poder verlo en su único día libre.


Y el domingo siempre llega demasiado tarde.


— No sabía que tuviera esos gustos — Rogue está hablando con otras personas, algunas que no conocía y otras que ciertamente había visto antes.

No quiere entrometerse, pero no puede evitar escucharlos cuando están tan cerca en el huerto. Ellos aún no lo han notado y duda que lo hicieran a menos que dijera algo.

— No se le notaba — responde Callisto.

— Tampoco es como si fuera tan atractivo... — Gambito también habla y no se sorprende de que esté ahí.

— ¿Qué tanto harán? Cuando viene solo se encierran en la biblioteca y no se va hasta la mañana siguiente — todos giran para mirar a Rogue con una mezcla de vergüenza e incredulidad — ¿qué?

— Una vez los escuché decir que iban a jugar ajedrez — Callisto se encoge de hombros, Erik no puede evitar levantarse enojado por lo que está escuchando. Es evidente que están hablando de él y de Charles y eso es inaceptable. Es su vida privada.

— ¿Es un eufemismo?

— ¿Tan siquiera puede...? Está en silla de ruedas y están viejos, no creo que... — antes de que Gambito pueda seguir hablando de su intimidad se aclara la garganta y todos se giran a mirarlo asustados.

— Deberían trabajar más y hablar menos — los mira con los ojos entrecerrados y puede sentir como saltan ligeramente hacia atrás por la impresión — y dejar de hablar de la vida privada de las personas — al principio no se mueven y solo siguen mirándolo con los ojos bien abiertos hasta que les da un ademán con la mano para reafirmar que se retiren — sigan trabajando.

— Alguien debería mandarle al profesor para que se relaje.

Los deja ir, aunque puede que Gambito se tropezara ligeramente con el cubo de metal que estaba en el suelo, haciéndole sacar un gruñido mientras caminaba detrás de los demás.

Cuando se alejan lo suficiente, no lo piensa dos veces y saca su cartera donde tiene una foto vieja de Charles que alguna vez le regaló Raven. Charles aún tenía cabello y no necesitaba de una silla de ruedas para poder transportarse, pero su sentido de la moda siempre había sido malo, por lo que su suéter parecía digno de un anciano a pesar de lo joven que era. En la foto se podía apreciar a la perfección el rostro esperanzado propio de él, la ilusión juvenil que aún conservaba en algún lugar y sus ganas de crear un mundo mejor.

Quizás algún día lo lograría, puede que incluso lo hicieran juntos, pero no era el momento aún.


Pero el viernes nunca duda...


Va a recogerlo donde siempre.

Los nervios se acumulan en sus hombros y no puede evitar revolver los dedos detrás de su espalda como si no lo hubiera hecho miles de veces. Claro que el saber que tienen ciertos espectadores a la distancia no lo hace sentir nervioso, o quizás solo un poco. Puede sentir la mirada de cierto grupo de personas sobre él y está seguro de que en cualquier momento las vigas de metal se comenzarían a mover en contra de su voluntad hasta poder poner a Rogue y sus amigos contra la pared y no dejarlos moverse hasta el otro día.

Sin embargo, cualquier sensación se desvanece en cuanto ve el rostro de Charles salir de entre los árboles con una sonrisa tranquila. Cualquier peso sobre sus hombros simplemente se desmorona, cualquier nerviosismo que pudiera haber tenido le abandona y solo se queda mirándolo como el tonto enamorado que es.

El Charles de la fotografía está ahí, con un par de cambios y un par de años más, pero la sonrisa encantadora y el rostro que inspira confianza sigue ahí, y probablemente seguirá hasta el final de los tiempos como siempre ha sido.

Hace que la silla se acerque rápidamente hacia él sin que Charles tenga que mover sus manos ni un segundo más. Tiene ganas de levantarlo hasta que esté a su nivel y poder besarlo como ha estado deseando toda la semana y sentarse en sus piernas y esconder su rostro en su cuello hasta quedarse dormido, embriagado por el perfume del ojiazul. Espera que no esté pensando muy alto, aunque las mejillas del otro se están sonrojando y eso solo significa una cosa.

— No siempre eres el mejor para controlar tus pensamientos, querido amigo — una vez más ha sido atrapado, pero no le puede importar menos.

Un suspiro abandona sus labios y mueve la silla a su lado. Avanzan juntos hasta el camino de piedras que lo lleva hasta su casa, donde el tablero de ajedrez y una cama muy cómoda los están esperando y solo puede concentrarse en lo mucho que quiere tomar su mano y no soltarla jamás.

— ¿Algo que te moleste? — pregunta Charles, quizás lo nota más callado de lo normal, pero no puede evitarlo cuando casi siente la mirada de los demás perforándoles como si tuvieran rayos láser.

— La gente cree que estamos saliendo — no le importa lo que los demás opinen, nunca lo ha hecho y no empezará ahora, pero tampoco sabe lo que tiene con Charles y quizás nunca lo sepa, solamente no quiere hacerlo sentir incómodo.

— Oh — Charles no parece sorprendido, aun así se queda en silencio un momento y luego extiende su mano, entrelazando sus dedos delicadamente como tanto quería y luego sonríe coquetamente — ¿y no lo estamos?

No se resiste y termina haciendo que Anne Marie y sus amigos queden atrapados contra una pared, con el rostro enterrado en ella y ambos escuchan el grito ahogado que sueltan en ese momento.

— ¡Erik! — comienza Charles, pero no puede seguir regañándolo, pues sus labios están ocupados con los suyos, derritiéndose en el otro como tanto habían esperado.

Al fin es viernes y Charles está con él. Puede respirar de nuevo.

Friday I'm In Love [Cherik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora