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TW: Implicaciones de abuso sexual. Proceder con precaución.

No me importa si el lunes es azul.


La vida no había sido amable con Erik y fue consciente de ello desde muy pequeño.

En un principio no lo notó, era joven, demasiado inocente y los demás niños demasiado manipulables por sus padres. Por lo que creció siendo arisco con la mayoría de personas, tan cerrado que no dejó que nadie, por más amable que pareciera, se acercara a él, tan agresivo que se juró que no dejaría que las personas crueles lo pisotearan.

Claro que, sus problemas eran infantiles comparados con lo que estaba sucediendo en el mundo, porque siempre es así, insignificante en el conjunto de cosas más grandes que existen acechando en la obscuridad. El mundo sigue girando sin detenerse, ni por él ni por nadie. El pobre e ingenuo Erik no se dio cuenta de ello hasta que fue muy tarde. Precisamente, en el momento en el que estuvo frente a las puertas de los malditos campos de concentración, que no sabía lo que eran hasta que puso un pie dentro de ellos, hasta que lo separaron de su madre y el miedo en su interior lo llevó a desatar todo ese dolor contra las rejas de esa prisión.

Ese día aprendió que podría ser un niño inocente que no debería estar sufriendo de todo ese abuso, que nadie debería sufrirlo jamás. Pero no sería indefenso.

Fue un lunes cuando los soldados lo levantaron del suelo y lo obligaron a caminar dentro de lo que sería su infierno durante muchos años. Fue en un lunes la primera vez que entró a la oficina de Shaw y le obligó a mover una moneda con la mente. Un lunes en el que le dispararon a su madre y fue ese mismo día el que destruyó la oficina, condenándose a ser uno de los experimentos favoritos de todos en el lugar y la primera vez que asesinaba a alguien.

Estaba demasiado ocupado con su cólera y tristeza como para sentirse poderoso y ellos se hicieron cargo de que eso siguiera así hasta que pudiera escapar.

Los lunes eran los días favoritos de Shaw para llamarlo a su oficina y pedirle cosas simples al inicio. Mover la campana, las llaves, abrir el cajón. Simple, casi se sentía tan natural como respirar. Si lo hacía bien, a veces le tocaría doble cena por la noche y los demás niños lo mirarían con envidia por ello.

Luego, cuando Shaw se convenció de que podía hacer más que eso, de que deberían saber cómo era que funcionaba Erik y comenzaron a experimentar con los métodos poco ortodoxos, no hubo más cena caliente por la noche, muchas veces ni siquiera creía que pudiera comerla de todos modos. Un lunes de enero, cuando la nieve aún caía afuera de la oficina, pintando todo el campo de blanco y azul, no fue solicitado para mover cosas simples con su maldición, sino a uno de los laboratorios. Shaw le dijo que se sentara en la silla, y aunque Erik no quería hacerlo, no sería capaz de hacerle nada al hombre frente a él. Era poderoso, intocable. Ese día sintió tanto dolor que hasta la fecha no sabe si era físico o mental, pero lo que sí sabe es que gritó, rogó, lloriqueó y se resistió lo más que pudo, pero no había nada que pudiera hacer, al menos desde ahí, sabe que sintió un dolor igual o similar al que sintió en su corazón el día en que le arrebataron a su madre, el día en que se le fue privada su libertad. Nunca supo cuál era el propósito, solo sabía que las cosas a su alrededor se movieron frenéticamente y que la sonrisa de Sebastian mirando a su alrededor con orgullo era dolorosa. Tal vez si no estuviera tan enfrascado en su propio sufrimiento, se habría dado cuenta de las paredes recubiertas de aluminio arrugadas, de las herramientas volando por todos lados, y la forma en que el científico que lo tenía atado movía cosas en una máquina para controlarlo, ¿pero cómo iba a saberlo?

Friday I'm In Love [Cherik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora