Interludio

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El sábado, espera.


Erik lleva preso cinco años, quizás. Ya perdió la cuenta.

La cárcel es solitaria y quizás esa debería ser la peor tortura. En realidad disfruta del silencio, de la tranquilidad, de no ser molestado. Finalmente se supone que esa era su sentencia por sus crímenes que no realizó.

No es que no haya apreciado su tiempo en Westchester donde todo el tiempo estaba rodeado de personas ruidosas, pero a veces necesitaba tiempo para él mismo y ese lugar no era el mejor para ello, sin duda.

El problema es que es demasiado silencio, demasiada tranquilidad. No hay paz, pero es lo suficientemente solitario para ser aburrido.

Tres comidas al día, el mismo guardia apático que solo la dejaba y salía. Una pequeña rutina de ejercicio y luego está solo con sus pensamientos ¿Charles estará pensando en él? ¿Cuál sería el modo más eficiente de acabar con los humanos? ¿Raven estará bien? ¿Charles estará bien?

Solo eso puede hacer, sentado o acostado en lo que las personas del pentágono osaban llamar su cama, pero que no es más que una colchoneta mullida y una almohada plana con una pequeña cobija que no le cubría mucho. Y eso era todo lo que hacía.

Erik espera. No sabía a qué, pero él solo espera.

Quizás a qué se acabe su condena, la cual no llegaría nunca, quizás al fin del mundo cuando todo se destruya y tenga la suerte de que cuando caiga todo el edificio pueda salir o irse con él, quizás a que alguien lo saque de allí, pero sabía que nadie lo haría.

Es aburrido y no le queda más que hacer que esperar, por el resto de sus días.


Y el domingo siempre llega demasiado tarde.


Cincuenta años en el futuro, Erik está preocupado y no puede encontrar a Charles.

Su corazón late con rapidez cuando no lo ve por ninguna parte y por un momento cree que Charles no lo logró, que tampoco lo hará y que todo está perdido. Una vez más, había fallado, le había fallado a sus mutantes y a Charles.

— Debí ir yo mismo — no se da cuenta de que ha empezado a caminar y a murmurar entre dientes, pero ya lo ha hecho

— Tranquilícese, llegará — Warpath pronuncia desde algún lugar, pero no le importa.

— El profesor es fuerte — dice Blink, tratando de que calmarlo con sus ojos amables y su voz calmada.

Erik no responde, solo sigue caminando en círculos con las manos entrelazadas en la espalda. No quiere perder a Charles, no puede hacerlo ahora que es lo único que le queda. Han sobrevivido a tanto, pasado por tantos problemas y los han sabido solucionar juntos. No puede dejarlo ir ahora que los dos se han vuelto a unir, cuando han dejado de pelear y de desperdiciar el tiempo. Están del mismo lado y no quiere, ni puede permitirse ello.

El día pasa lento, es insufrible.

Lo peor es qué pasa toda la semana y no sabe de Charles y está devastado.

Sigue peleando, sigue donde ambos se habrían quedado y sigue luchando sin su fiel compañero a su lado, pero la venganza y la ira, un poco desgastada, lo hacen seguir hasta el final, así que lo hace como si sus rodillas no dolieran cuando se agacha, como si sus ataques fueran precisos o como si sus ojos aún vieran correctamente, pero lo hace por Charles como todo lo demás en la vida.


Pero el viernes nunca duda...


Pero sin importar la época, el viernes siempre llega y Charles con él.

En una prisión en los años setenta ha llegado el día tan esperado en el que se sienta pacientemente en su cama y espera, ansioso como siempre, porque es la parte más emocionante de su semana, es ese día, ese mismo instante. Se prepara. Y no solo él, los guardias saben lo que sucede, o más bien lo que puede llegar a ocurrir y deciden darse la vuelta en la sala de control para darle algo de privacidad, pues ellos creen que Erik ya ha perdido la cabeza y que es una mera coincidencia que ocurra cada viernes. Da igual, ellos se voltean porque la última vez vieron de más cuando parecía estar demasiado concentrado dándose un poco de amor propio y era algo que no querían repetir. Darle un poco de privacidad al hombre era lo mínimo.

Cincuenta años después, Erik sigue rezando a quien sea que pueda escucharlo para recibir noticias de Charles y nadie responde. Nadie sabe nada y considera que en cualquier momento se volverá loco. Casi una semana y no sabe nada de él y no opina que pueda sobrevivir ni un día más así, en la incertidumbre de sí los habían atrapado los centinelas o no. También estaban ocupados preparando todo para el último plan que tenían, la última esperanza y que realmente necesitaban que funcionara. Así que no tiene mucho tiempo para mostrarse vulnerable ante sus mutantes como a los de Charles, y aunque le han dicho que debería descansar y dormir un poco, no piensa que entiendan que no podría hacerlo sin la respiración calmada del ojiazul a su lado. Rechaza a todos mucho más amable de lo que ha sido en años porque sabe que todos están igual que él.

Hasta que Kitty Pire entra como un torbellino por la puerta e interrumpe sus pensamientos.

La silla de ruedas de Charles la acompaña y siente que sus hombros se relajan, como si por fin le hubieran quitado un gran peso de encima y no puede evitar mirarlo. Sus ojos siguen tan imposiblemente azules como la primera vez que los vio y sus labios son tan rojizos que no cree que sea capaz de resistirse a besarlo enfrente de todos. Los años han sido amables con él, ni siquiera tiene tantas arrugas en la frente como él mismo y puede sentir aún esa energía tan característica iluminándolo desde dentro.

— Hola, viejo amigo — Charles le sonríe y no puede evitar acercarlo rápidamente gracias a la silla metálica.

"Hola, viejo amigo" susurra una voz en su mente y Erik siente que puede respirar otra vez. Sus labios se curvan en una sonrisa y se deja caer de espaldas contra la cama incómoda del pentágono, como cada viernes, con un suspiro. Parecía una adolescente enamorada, pero cae cada vez. Su voz siempre tiene ese efecto en él, aunque no tenga el placer de escucharlo con sus propios oídos, puede conformarse con solo escucharlo. Cierra los ojos dejándose invadir por el calor de la otra mente dentro de la suya.

En el futuro, había un Erik besando apasionadamente a un Charles que estaba de su lado mientras sus mutantes rodaban los ojos y vitoreaban.

En el pasado, Erik estaba discutiendo en los rincones de su mente con un Charles que lo había abandonado mientras los guardias se preguntaban cuándo terminaría de perder la cabeza.

Sin importar la época, el viernes siempre llegaba y Charles con él.

Friday I'm In Love [Cherik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora