El lunes puedes desmoronarte.
El odio que tenía contra los humanos nunca se desvaneció. Quizás había disminuido con los años, pero todo el rencor que sentía por ellos aún ocupaba un pequeño lugar en su corazón, en su alma del que nunca se desharía. Había aceptado a vivir con ello, pero ahora, ahora todo era distinto porque había algo más allá del dolor, mucho más allá del sufrimiento y de la venganza, más grande que el resentimiento y todo aquello que alguna vez le hirió.
En su corazón había amor, tanto que nunca pensó que aún sería capaz de tener espacio para eso después de tantos años. Había un espacio para la paz, para el amor, para el cariño y el orgullo que le daba el ver todo lo que habían creado con tanto esfuerzo.
Krakoa era su hogar, pero era mucho más que eso. Era su momento, era su lugar. Todo lo que siempre había querido y todo lo que la vida y Charles le habían prometido desde hacía ya tantos años atrás que parecían lejanos. Otra vida.
Pero ahí estaban ahora y él, por supuesto que estaba dispuesto a luchar por ese sitio, por hacerlo mejor cada día y por todos aquellos que vivían en él. Estaba dispuesto a intentarlo una vez más con Charles a su lado, dispuesto a amar tan libremente como nunca antes se lo había permitido.
El único problema eran los humanos. Siempre lo habían sido.
Las relaciones diplomáticas que Charles tanto se había esforzado en explicarle que eran necesarias, las pláticas exhaustivas que tenían que llevar a cabo con otros mutantes, con personas. No le agradaban. Eran jodidamente aburridas y los humanos simplemente nunca le parecerían tan fascinantes como a Charles. Pero lo amaba y ahora estaba ahí, esperando a que llegaran los embajadores para darles una bienvenida no tan amable. Todo era por el bien de su utopía.
— ¿Cuándo llegará Charles Xavier? — los embajadores, tan ruidosos como ellos solos ya habían llegado y solo pudo rodar los ojos y salir a su vista.
— Charles no se nos unirá hoy. Está demasiado ocupado — jadeos sorprendidos, expresiones de terror y la voz lejana de Charles diciendo que no asustara a los invitados en sus recuerdos era lo único en lo que podía pensar — debo admitir que no soy el mejor sustituto, pero creo que podemos con esto. Yo les daré un recorrido.
Los embajadores no parecían convencidos y no podía culparlos. Después de todo, él mismo había hecho tantas cosas en contra de los humanos que si estuviera en su lugar estaría igual de asustado. A final de cuentas, ellos eran los intrusos en su casa.
Pero aun así intentó poner su mejor cara mientras les enseñaba con orgullo lo que habían creado. Les mostró lo que consideró pertinente y sumamente necesario, pues tampoco necesitaban conocer cada aspecto de sus vidas. Les mostró su idioma, compartió su idea, los llevó por los caminos que Charles había programado.
— Krakoa es tanto una idea como un lugar real. Pero no iremos a la isla principal — terminó de decir cuando acabaron su pequeño recorrido.
— ¿Por qué no?
— Ya han escuchado la oferta de Charles — una oferta demasiado generosa con la que estaba un poco en desacuerdo. Ellos no merecían nada, pero por supuesto que su amado se había esforzado en hacer lo mejor que podía por ellos — los mutantes somos la herencia de este mundo. Todo ello. Pero en vez de reclamarlo se los estamos dando, quedándonos una pequeña parte de él. La isla es nuestra y los humanos no son bienvenidos.
Era tan especial que ni siquiera podía pensar en compartirlo con los humanos. Ellos no lo merecían. Y ahora tenía a Charles de su lado y era algo que no permitiría que se lo arrebataran. Él por fin lo había entendido.
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Friday I'm In Love [Cherik]
FanfictionPorque el viernes es simplemente un buen día para estar enamorado. Es su día.