♡| Terminando la conversación

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Spreen y Juan se besaron.

La preparación del ritual derivó a la charla más amistosa y larga que habían tenido desde que se conocieron, la tranquilidad y bromas llevaron a Juan a bajar su concentración y, cuando fue capaz de eliminar el humo de su conciencia, se vio a sí mismo enredado en los brazos de Spreen, comiéndole la boca.

Sobra decir que el hijo del Profeta se disculpó y disculpó hasta casi dejarse sin voz, incluso cuando el oso insistió en que no debía hacerlo, que sabía que era el hechizo, hasta llegó a decirle que había sido la experiencia más tranquila desde que su mala suerte empezó.

—De verdad Spreen, perdona, diablos, yo me prometí cuidar de todos en el pueblo y acá ando atacando a un amigo, perdóname.

—Dijiste su nombre. —Spreen rió ante la mirada confusa del hechicero, quien al fin dejaba de pedir perdón.— Mientras nos besábamos, decías "Rubí" a cada rato, como si la estuvieras viendo a ella y no a mí. Estás muy enamorado, es lindo.

—Je, bueno... —el chico de lentes rió, sintiendo sus mejillas arder ante la mirada burlona de su amigo híbrido.— Amo mucho a Rubí, no lo voy a negar.

—Da hasta asco verte, estás babeando. —Spreen había decidido mantener un poco de distancia, no creía que Juan volviera a perder la concentración y el control pero no estaba mal asegurarse de que si eso pasaba, esta vez tuviera tiempo para reaccionar.

—Ey, no me puedes juzgar, seguro que tú te pones igual cuando piensas en Carrera y Robleis. —tan pronto como habló, Juan se arrepintió de mencionar el enamoramiento que tenía a Spreen en esa situación: asustado por la idea de ser odiado a causa de un amor que no pidió.— Perdón, yo-.

—Tienes razón.

—¿Eh?

—Digo —Spreen se quitó sus lentes, acomodándolos en su cabello, contra sus orejas; una sonrisa tímida pintada en sus labios mientras sus ojos, todavía hundidos en dudas, miraban directamente a su preciado amigo.— que tienes razón, cuando estoy con ellos me vuelvo un pelotudo, hacen que sienta que no tengo que mirar detrás de mí y que no me juzgarán por ser yo mismo. Los amo, me hace muy feliz que estén juntos.

Juan pudo haber mencionado cómo obviamente Spreen sería más feliz si él también fuera parte de la relación, pero la mirada del híbrido dejaba claro que no era eso lo que debía hacer. El hechicero entendía bien la conversación silenciosa que se escondía detrás de la confesión de amor contraria.

Sin humo ni hechizo de por medio, Spreen y Juan se besaron.

Mirado por un tuerto | T!SpreenHaremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora