𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏

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La sonrisa de Odile

Las luces se apagaron, la audiencia aplaudía encantada y el canto de la sirena término.

Mi respiración agitada por el final de la presentación fue exasperada como todas las veces que me subo al escenario, cada vez que piso este lugar donde las personas aman y quedan embelesadas por el baile de Jimin, por el baile de mí yo público.

Las luces se encendieron nuevamente, dejándome ver al escenario junto a todo el elenco para agradecer a la audiencia.

Miré a todas esas personas que aplaudían largamente al escenario. Estaban aplaudiéndome a mí, estaban alabándome por la hermosa actuación que di como papel principal. La euforia, los recuerdos de mi niñez aplaudiendo a los bailarines vienen a mi cabeza cada vez que termino cada obra, un niño que soñaba con entregarle su alma al diablo, ese niño que no sabía que estaría aquí arriba recibiendo alabanza.

Las luces se apagaron y el telón bajó lentamente.

Así también la frialdad del otoño te abraza junto a la soledad y el vacío invernal de París.

Mis pasos se dirigieron a mi camerino que solo era iluminado por una tenue luz. Mi mirada estaba frente a ese espejo, esa mirada que estaba opaca mientras que las luces estaban escondidas. Tomé aquel pañuelo húmedo y empecé a retirar el maquillaje de mi rostro.

Todo brillo se va, toda alegría efímera es retirada dejándole paso a un rostro más limpio y más sincero, porque es ahí, en la soledad donde uno se aleja de las personas y puede mostrar su verdadero yo sin que nadie diga y opine sobre como piensas. La soledad es un lugar desgarrador pero empático, porque allí no hace falta tener una máscara para bailar.

Hoy era mi cumpleaños y tenía que irme directamente a mi casa, ya que mi padre estaba organizando mi fiesta. Yo quería quedarme un poco más, ya que ver el rostro de cada una de esas personas me daba repulsión, me daba asco y sabía que besarle los pies a cada una era el darle las gracias por darme este lugar tan importante. Me quedé mirando al techo acostado en el sofá.

— Joven Jimin, afuera lo están esperando — La voz a través de la puerta me avisó la llegada de mi carruaje.

Suspiré con cansancio. — Me cambio y voy — Respondí con suavidad esperando a oír los pasos alejarse.

Me miré nuevamente al espejo y vi mi reflejo con aquella máscara oscura.

—■—

Apestaba.

Todo aquí apesta a hipocresía mientras que sin opción yo también sonreía falsamente ante todas esas personas.

— Dime Jimin, ¿Qué papel te gustaría aceptar para tu próxima obra? — La pregunta de un conocido mío que me acompaño desde mi niñez me hizo aquella pregunta que desde hace años de mi carrera esperé. Sentí cómo algo se iluminaba desde mi interior y veía como aquella sonrisa de orgullo se expandía en su rostro.

Sonreí en público con sinceridad como en años no lo había hecho, y creo que los presentes se dieron cuenta. — Déjame ser el cisne negro en el lago de los cisnes — Sentí aquel silencio mortuorio de parte de mis invitados, de aquellos altos funcionarios que me observaban con sorpresa.

Yo lo sabía.

El papel del cisne negro, un papel que juega una importante parte de la trama en la historia y que tiene una aparición casi efímera. El papel de Odile, el cisne negro en la obra es sobre la hija de un brujo, la cual se hace pasar por Odette, el cisne blanco el más hermoso, la cual es la enamorada del príncipe, pero, Odile solo desea el amor de él. Odile está en la sombra de la protagonista, ella es el mal y es vencida gracias al bien, que es la pulcra Odette, pero... yo cuando vi por primera vez la obra en aquel teatro de Moscú quede encantado con la aparición de Odile, su belleza, la manera que embelesaba su ser al príncipe así mismo me hechizo de igual forma.

𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐬𝐰𝐚𝐧  ▪︎ 𝐏𝐉𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora