𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟓

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La melodía que se escucha en esta escena.

Melodías en la oscuridad


Esa hermosa melodía de piano se escuchaba en la casa de nuevo.

La música era sonora y provenía del estudio del joven Jimin. Yo solo me dedicaba a terminar de limpiar los platos que se habían utilizado en la cena, eran melodiosas estas noches; la música salir de aquel megáfono que tenía grabada esa bella canción, los sonidos del movimiento del joven, la paz en el hogar. Todo me permitía estar en paz.

La nostalgia del seno familiar, del aroma de mamá, papá y mi hermana.

Los rostros de mi familia aquella noche.

Extraño las comidas que hacía mamá antes de que venga papá de trabajar, para luego leer la Torá todos juntos y orar en nombre de nuestro Señor por darnos lo básico para vivir cada día.

Papá ¿Por qué te entregaste a ellos?

Las alabanzas en canciones que nos transmitían nuestros antepasados para cantársela a dios en silencio para que ellos no nos descubran.

No tenían por qué matar a mama y violar a mi hermana.

Aquellas noches donde nos contaban las historias que Moisés registró en la palabra del maestro, esas hermosas noches de verano donde el beso de despedida era orarle a Hashem* para que nos cuide en nuestros sueños.

Los rusos destruyeron mi hogar, me robaron mi felicidad.

Pude escapar aquella noche, mi Señor lo hizo posible para que pueda dignificar su existencia, la de mi familia y la mía.

Aquella melodía de piano removía la bella nostalgia de esos dolorosos y dulces recuerdos. Mamá, mi vida es tranquila y muy digna, puedo adorar a Hashem en paz y sin ocultarme, papá, puedo comer bien y tener mis cosas sin ser una esclava, hermana, las flores son hermosas y respetan nuestra piel. Repasé la cocina con la mirada, estando feliz de pertenecer nuevamente a un hogar.

Había terminado de hacer mis deberes, estaba lista para ir a descansar con este hermoso sentimiento, pero no todo termina bien, siempre hay algún suceso que sucede de manera imprevista. Mis pasos cansados se dirigían a mi habitación aun teniendo a ese piano susurrándome en la oreja, estaba ya a pocos pasos de mi cuarto cuando oigo una respiración agitada desde aquella puerta, con la lámpara de aceite que iluminaba las cosas a mi paso me adentré a esa habitación encontrándome con una figura escalofriante y delgada. Es Rosel. Verla vulnerable me hizo caer con delicadeza a su lado, ella estaba tan metida en sí, casi como poseída.

Aquellos susurros salían de sus labios rosados. — El cuarto oscuro no, el cuarto oscuro no... — Aquellas palabras se repetían una y otra vez entre sus lágrimas y su mirada perturbadoramente perdida. Sus ojos ya no eran claros, eran tan oscuros y opacos, tengo miedo.

— Ro-rosel, tranquila ¿Qué sucede? — Mi pregunta hizo que sus ojos se llenen de lágrimas y deje de balbucear repentinamente. — Puedes confiar en mí — Realmente me daba miedo verla así a oscuras.

Al fin salió de su trance luego de mirarme tristemente luego de unos segundos, solo lloraba para luego posar esas frágiles manos sobre las mías. — La canción, la canción es la misma — Señaló hacía arriba de donde provenía el canto del piano. — Él también la tocaba cuando estaba antes de dañarme, él estaba feliz cuando la tocaba... Y-Y el cuarto era igual de pálido que este...

Lo que terminó de decir me dejó perturbada también. No entendía muy bien el contexto, pero la angustia en su cuerpo me transmitía que debía temerle a aquella persona a la que llamaba Él.

𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐬𝐰𝐚𝐧  ▪︎ 𝐏𝐉𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora