𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

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Las plumas de Odile


Mi respiración agitada, la oscuridad me consumía.

Otra vez esa pesadilla.

Mire a mis costados y todo estaba oscuro, pero una luz tenue se desprendía de las cortinas. Ya era de día.

Me levanté sintiendo como mi pesado cuerpo pedía morir una vez más como todos los días, me sentía tan atado a este cuerpo, tan abrumado. Caminé por la habitación sintiendo lo frío que estaba el clima y también mi vida, nada interesante, muchas veces me replantee mi existencia y mi propósito ¿Por qué no nací como un espíritu para no llevar este pesado y sucio cuerpo? Fui a mi armario y de allí saqué un cambio de ropa que usualmente utilizo cuando voy a hacer algo en casa. ¿Será que Rosel tendrá ropa para estar aquí? Me auto reprendí al recordar que ese bastardo la dejó como dios la trajo al mundo.

En cuanto termine de vestirme y abrir mis cortinas para que entre luz salí de mi habitación para ir con las mucamas. Cuando bajé a la cocina vi desayunando a algunas y a otras limpiando sus cosas, las salude cortésmente y fui a buscar el té de jazmín para desayunar.

— Josefine ¿Sabes donde esta Ester y Rosel, la chica sueca? — Ella asintió continuando con lo que estaba cocinando, al parecer ya está haciendo el pan para la cena.

— Ester y ella desayunaron temprano y fue a darle una vuelta por la mansión, según lo que escuché Rosel quería ver el jardín — Aquello lo dijo de una manera triste. — Dijo que no ha visto flores desde hace 9 años — La voz de Josefine se escuchaba un poco quebrada. Cada vez que escucho algo de ella y su pasado me dan escalofríos ¿Qué tan inhumano pudo haber sido su dueño para que le prohibiera ver unas simples flores?

Asentí tenso por la molestia. — Gracias por la información Josefine — Dije dándole unas palmaditas en su hombro. — Dile a las demás que comenzaremos a limpiar en una hora.

Ella asintió y fue suficiente para irme al jardín. Aquel jardín era muy grande, ya estaba con la casa cuando me la obsequió mi padre, decidí restaurarlo, ya que me gustan las flores, me hacen recordar que hay cosas bellas en este mundo y me ayudan a aumentar mi esperanza de vida para no tirarme a algún río cercano. Me iba acercando, eso me lo decían los dulces aromas de las flores, hace poco florecieron por la llegada de la primavera, pero temía que el frío de las mañanas las lastimaran. No fue complicado encontrarlas, se hallaban cerca de la entrada. Vi como el rostro de Rosel estaba tan colorido, con tantas emociones a comparación del día de ayer. Ester la miraba con cariño y la ayudaba a cortar algunas con una tijera de jardinería. Me acerqué con cuidado para no llamar la atención.

— Estos son narcisos, son hermosos, tienen una historia muy dramática, pero con una buena fábula — Ester le hablaba de forma cálida y explicándole con paciencia. Me parece que deje a Rosel en buenas manos, después de todo es judía. — Mira, también podemos cortar estas flores aromáticas, se llama lavanda, puedes hacer perfume con ellas y... — La explicación se detuvo en cuanto Ester y yo conectamos miradas, pero fue extraño cuando vi a los ojos de Rosel, mostraba pánico en sus ojos.

— Perdóneme, no debí pedirle a Ester que me corte algunas flores, no castigue a Ester, castígueme a mí en su lugar ella no hizo nada — No entendía su reacción de terror y miedo. Ella estaba en el suelo arrodillada y a punto de llorar juraría, no deje que se humille así por algo no hizo mal.

Me puse en cuclillas tratando de elevar sus hombros. — Hey, está bien, no hiciste nada malo — Traté de calmarla con un tono suave para que no le dé algo. Dios cada vez esto es más denso. — Todos tienen el derecho de disfrutar de las flores, es más, estas flores no son mías, son de todos los que están en esta casa — Le comenté logrando que por fin se enderezara y me mirara a los ojos. Tiene miedo. — Está bien que agarres flores, agarra las que quieras, puedes decorar tu parte de la habitación con ellas si gustas, mi casa es tu casa ¿Si?

𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐬𝐰𝐚𝐧  ▪︎ 𝐏𝐉𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora