Capítulo 24

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El mundo se paró cuando leí el mensaje de Noah, Luca estaba aquí, había vuelto y seguramente querría buscarme para explicarme por qué se fue.
No quería verlo, o quizás si, sinceramente quería saber el motivo que tuvo para hacer lo que hizo, dejándome el corazón hecho trizas, haciendo que mí vida diese un cambio radical, pero si lo veía, sería mucho peor, no sería sano para mí.

~MARA: ¿Cómo lo sabes?
~NOAH: Luca me ha escrito, me ha dicho que necesita verte y contarte todo. Me ha pedido que le diga donde estas.
~MARA: No se te ocurra decirle nada, por favor Noah, verlo me destruiría otra vez.

Necesitaba contarle a mí mejor amiga lo que me estaba pasando, no podía ocultarle algo así, contándole esto entendería perfectamente que no quisiese ver a Luca.

Me puse a dar vueltas por el piso de Alan, estaba nerviosa, tenía ganas de llorar a la vez que quería golpear algo. Necesitaba vomitar, necesitaba no pensar en él, el recuerdo de Alan vino a mí mente, no podía hacerle esto, estaba haciendo las cosas bien, no podría joder lo que ya llevaba hecho.

- Alan, ¿dónde estas? -mi voz sonaba alarmante.
- ¿Mara, ha pasado algo? ¿estás bien?
- No Alan, no estoy bien, quiero hacerlo, quiero volver a encerrarme en el baño y vomitar. -estaba llorando, no podía evitarlo.
- Mara, escúchame. Vete de ahí, sal a la calle y vente al Bar-Restaurante, no lo hagas por favor, hazlo por mí preciosa, hazlo por ti, no lo hagas.
- Alan, noto que las piernas me pesan una tonelada y no puedo moverme. -me costaba respirar.
- Por favor Mara, no. -colgó.

Estaba de pie, anclada al suelo, no podía moverme, no sabía que hacer, mi llanto era desgarrador, sentía dolor en la más profundo de mí alma, podía sentir a Luca cerca de mí, y eso me aterraba, porque por mucho que quisiera negarlo, sabía que en el momento que lo viese, volverían todos esos recuerdos, porque a pesar de que se haya acabado, no puedes pretender borrar esa historia intensa que has vivido. Aunque diga que ya no lo amo, nunca olvidaré a quien he amado, no olvidaré a Luca.

Me senté en el suelo, me agarré las rodillas contra el pecho y me hice un ovillo, comencé a balancearme y empecé a pensar en Alan, en como me miraba, como era su sonrisa cuando me tenía cerca, como eran sus besos por las mañanas, tenía que pensar en cosas bonitas para no cagarla e irme corriendo al baño.
Pensaba, pensaba en él, cerré los ojos con fuerza para evitar mirar hacia el baño.

Cuando parecía que llevaba una hora así, la puerta se abrió y allí estaba Alan, preocupado, angustiado por mí, corriendo se arrodilló frente a mí.

- Mara, ya estoy aquí preciosa.
- No lo he hecho Alan, he pensado en ti, no quería hacerte esto, no puedo defraudarte. Quiero que estés orgulloso de mí.
- Y lo estoy preciosa, sabía que no lo harías. -me besó, despacio, con cuidado. Cuando respondí a las caricias de sus labios, aceleró su beso, había pasado de ser dulce y tranquilo a devorar mí boca, su lengua entraba en mí con fuerza.

Me levantó sin dejar de besarme, me agarró de la cintura y me pegó más a él, haciendo que notase su erección, me cogió por el culo y me incorporó haciendo que cruzase mis piernas por su cintura, me aferré a su cuello, y se dirigió hacia el sofá. Me dejó caer con cuidado, él estaba sobre mí, apoyándose sobre sus brazos, en esa postura se le marcaban todos los músculos, esos brazos fuertes que me protegían todas las noches.
Me miró a los ojos y con una suave caricia en mi mejilla me dijo:

- Te quiero tanto que me duele Mara.

Y comenzó a besarme, su lengua acariciaba la mía, se anudaban, cuando salía de mí boca me mordía el labio inferior, había deseo en esos besos, había necesidad.
Me incorporé y me quite la camiseta que llevaba, me quedé solamente en sujetador y bragas, Alan me besaba el hombro y después me daba pequeños mordiscos. Con uno de sus dedos bajo el tirante de mi sujetador con lentitud mientras no dejaba de mirarme a los ojos. Sus ojos miraban con deseo, sus labios reclamaban placer y su cuerpo quería que fuese suya.
Con un solo brazo apoyado en el sofá, Alan se bajó como pudo el pantalón y los calzoncillos, estaba muy duro, su pene me rozaba por encima de las braguitas, me miró con la respiración agitada y yo asentí.

- Hazlo Alan. -se lo pedí casi suplicándole.
- No pienses en él, por favor.

No nos dijimos nada más, Alan con uno de sus dedos apartó hacia el lado mis braguitas y me penetró con fuerza. Entró en mí una y otra vez, yo me agarré a su cuello dispuesta a recibirlo más. Cerré los ojos con fuerza, intentando evitar que los recuerdos volviesen a mí, intentando no pensar en la primera vez que Luca me hizo el amor.

- No cierres los ojos Mara, mírame. Soy yo el que te está haciendo el amor, el que sigue a tú lado..

Abrí los ojos y comencé a besarlo, era él quien seguía a mi lado, él era quien estaba cuidando de mí y me quería, me quería demasiado.
Cuando respondió a mi beso, me levantó y me puso sentada sobre él, dirigió su erección hacia mí abertura y me penetró otra vez. Empecé a moverme, me agarré a sus hombros para poder moverme mejor, le mordí la clavícula intentando ahogar un grito de placer, después volví a esos precioso labios que tiene y seguí besándolos, rozándolos, mordiéndolos, alimentándome de ellos. Mi respiración parece una locomotora y Alan es ahora quien aumenta la rapidez y la intensidad de la penetración. Un escalofrío recorre mí cuerpo y llegó al orgasmo, tiemblo, me sacudo encima de Alan, gimo entre sus labios, y maldigo entre éstos. Alan embiste con fuerza unas cuantas veces más y me llena de él. Muerde mí hombro mientras aminora sus embestidas, su pecho sube y baja, su respiración se entrecorta, tiene los ojos entrecerrados y busca mis labios con urgencia. Me regala unos cuantos y entre mis labios susurra:

- Te quiero Mara.

Estábamos viendo la televisión abrazados, Alan no sé como lo hizo pero entrelazó sus piernas a las mías y no podía moverme.
Le mandé un mensaje a Noah para quedar, quería contarle lo que me estaba pasando, era mí mejor amiga y tenía derecho a saberlo todo.

Quedamos una hora después en una cafetería que había cerca de mí piso, bueno ahora también su piso.

- Hola cariño. ¿Cómo estás?. -mi amiga me abrazó con fuerza.
- Estoy mejor. -le dediqué una de mis sonrisas.
- ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?.

La invité a sentarse y pedí dos batidos helados de chocolate, sabía que los de aquí eran sus preferidos.

- Bueno Noah, antes que nada tengo que decirte que Alan y yo estamos juntos.
- ¿Cómo?. -los ojos de mí amiga se abrieron como platos. - Mara, eres mí mejor amiga y sabes que te voy a ser sincera en todo lo que pienso. Creo que es una locura lo que estás haciendo, estás utilizando a Alan para olvidar a Luca. Quiero muchísimo a Alan y créeme que me alegraría muchísimo que estuvieses con él, pero no ahora.
- Él sabe que intento olvidarlo, él me dijo que me ayudaría a hacerlo.
- Mara, él también se esta equivocando. No podéis obligaros a quereros.
- Noah, estamos empezando de nuevo, yo estoy empezando desde cero. Sí es cierto que quiero a Luca, y probablemente lo haré el resto de mí vida, pero también sé que me ha hecho daño, y por su culpa estoy pagando esas consecuencias.
- ¿De qué hablas?

Le conté a mí amiga todo, creía que se enfadaría conmigo pero no lo hizo, comenzó a llorar y a mostrarme su apoyo, era como Alan, los dos eran las personas más maravillosas del mundo, daba gracias a la vida por tenerlos a mí lado.

- Mara cariño, sé muy bien que Luca te ha hecho muchísimo daño, pero escúchalo. Solamente escucha lo que tiene que decirte, es muy importante para él. Solamente quiere contarte algo, luego tú decides si quieres seguir con Alan, con Luca o con ninguno.
Estoy segura que el día que veas a Luca, comprenderás todo lo que te quiero decir. Llevas muchísimos meses sin verle y teniendo a Alan contigo piensas que lo puedes olvidar y que puedes querer a nuestro jefe, pero todo cambiará el día que lo veas, nada más verlo sentirás como el corazón te late con fuerza, te flaquearan las piernas, querrás besarlo pero a la vez matarlo, lo querrás y lo odiaras Mara. En ese momento te darás cuenta que estás cometiendo una locura y que estás haciendo daño a una persona que te quiere.

Noté que el corazón me latía con fuerza, notaba como martilleaba mi pecho, las piernas me flaqueaban y el bello se me erizó, miré a ambos lados con miedo, con angustia, imaginándome que podría encontrar, pero no lo vi.

Mí móvil sonó y me di un buen susto. Miré la pantalla y ahí estaba otra vez ese nombre, Luca Gianetti..

~LUCA: ¿En serio estás con Alan? ¿Ese es el tío por el cual sonríes ahora? Al final si que se salió con la suya, pero me lo merezco. Espero que seas feliz con él.
~MARA: Él es el motivo de mí sonrisa, esa sonrisa que se había marchado contigo..
~LUCA: Mara, llegará el día en el que nos volveremos a encontrar..

Confié mi cuerpo en tus manos [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora