Capítulo 3

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- ¡Me cago en la puta! ¡Joder! Me observo la mano que me hierve y hasta puedo notar como se me está levantando la piel.
Levanto la vista para ver con lo que he chocado y puedo observar a un auténtico dios griego. No os podríais hacer una idea de lo guapo que es este hombre.

- Lo siento. Déjame ver tu mano. -el dios griego me coge la mano con cuidado.
- Yo, lo siento. -quito mi mano de la suya. - Ha sido mi culpa. Iba pensando en mis cosas y no me he dado cuenta. -intento mirarlo a los ojos pero tengo que apartar la vista de él porque siento que las mejillas me van a explotar de un momento a otro. ¿Por qué me cuesta tanto aguantarle la mirada?
- No te preocupes. -intenta limpiarse las gotas de café que hay por toda su camisa.
- De verdad que lo siento. ¿No me digas que tienes sesión de fotos y te he jodido el modelito?. -olvidando todo, me lanzo e intento limpiarle con mis manos las gotas de café que hay en su camisa.

Sonríe enseñándome esos dientes perfectamente blancos y alineados.
- No vengo para ninguna sesión de fotos. Trabajo para una agencia de modelos y te voy a dar las gracias por haberme tirado el café. -sonríe ampliamente.
- ¿Cómo? -no entiendo muy bien que quiere decirme con eso.
- Llevo toda la mañana aquí. Viendo chicas y chicos correr de un lado para otro, echándose potingues en la cara y rezando bastantes Ave María. Créeme cuando te digo que quiero irme a casa porque como siga aquí dos minutos más, me voy a volver loco.
- Entonces, yo he sido quien se ha llevado la peor parte, ¿no?. -le dedico la llamada sonrisa tonta. - Creo que me la van a tener que cortar. -y hago un puchero intentando no llorar, porque sinceramente me duele demasiado.
- Perdóname. -la bonita sonrisa desaparece de su cara y opta por una expresión seria. -Me llamo Luca Gianetti. ¿Tu nombre es?. -sus ojos van directos en busca de los míos.
- Mara, Mara Astrain. -intento tragar saliva porque me acabo de quedar muda. Luca, se llama Luca. ¡Joder! ¿Puede excitarme más ese nombre?

Él en cambio actúa normal. A ver, es lógico. Yo no soy el tipo de chicas con las que él está acostumbrado a tratar, ni a estar, ni a coquetear.

Mara, no estás en su lista de prototipo. -maldito subconsciente.

Con su sonrisa recuperada, se acerca a mí y me da un beso en la mejilla.
- Piacere di conoscerti bella ragazza. -susurra cerca de mi oído.

Con ese susurro me eriza el vello. ¿Cómo una frase puede sonar tan jodidamente excitante? Esas palabras han despertado en mí un deseo inexplicable, hablando vulgarmente, me han puesto como una perra. Cierro los ojos para ver si esto es un sueño al abrirlos o no, pero una voz me hace volver a la realidad y lo veo mirándome esperando una respuesta.

- Perdona. -parpadeo varias veces intentando sacar todas estas ideas verdes de mi cabeza. - Estaba pensando en mis cosas.
- Te decía que me acompañaras. -me dirige colocando su mano en el final de mi espalda.

Deseaba salir de aquí y contarle a Noah que he conocido al tío más atractivo que he visto en mi vida. Pero para ser sincera, deseaba aún más quedarme encerrada con él en esta habitación para siempre.

- ¿Me dejas que vea esa quemadura?. -Luca toma mi mano con mucho cuidado.

Asiento y relajo mi mano sobre la suya.
Pone mi mano debajo de un grifo y me la refresca usando agua fría.
Mientras el agua cae por mi mano, me dice que si alguna vez me quemo en casa, que nunca utilice hielo, agua helada o crema para aliviar el dolor; me comenta que utilizar agua fría alivia bastante.
Yo solamente afirmo con la cabeza sin decir nada. Me encanta escucharlo, su voz, sus labios moviéndose al compás de cada palabra que sale de su boca y cómo se humedece los labios; os juro que pagaría porque me tuviese que leer el Quijote sólo por observar semejante acto.

Después de tenerme unos quince minutos con la mano bajo el agua, coge un trozo de bolsa de plástico y me cubre la mano con mucho cuidado. Menos mal que no me he quemado otra zona de mi cuerpo...

Confié mi cuerpo en tus manos [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora