Epílogo

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Había pasado un año desde que mi padre perdonó a Luca y habíamos empezado nuestra nueva vida juntos. Ya no había nada que nos preocupase o nos doliese; éramos sólo nosotros dos.

Decidí mudarme con Luca. Pero, no sólo yo di un cambio a mi vida; Daniela decidió venirse a Madrid. Parece que lo suyo con Alan iba viento en popa y cambió de país para estar cerca de él. A pesar de estar súper feliz con él, no todo fue color de rosa; y sino que se lo pregunten a Luca el día que se enteró de todo.

••••••

- Repite lo que has dicho, Mara. -Luca comenzó a peinarse el pelo con los dedos hacia atrás.
- ¡Joder, Luca! Alan. A-L-A-N. -mi cuñada no tenía ni idea de lo que pasaba realmente.
- No puedes estar con él. Es mayor que tú. Y...y...
- ¿Y qué, Luca? Sólo dices tonterías. Soy mayor de edad y decido de quién enamorarme. -Daniela había elevado el tono de su voz. Pocas veces la había visto enfadada. Entendía que se sintiese así por Alan; cualquier mujer del mundo lo haría. No sólo era su físico. Alan era cariñoso, atento y especial. Era único.
Quería contarle a mi cuñada lo que había pasado entre nosotros, no quería ocultarle nada, porque luego las mentiras salen a la luz y hacen más daño.
- Daniela, ¿podemos hablar? Quiero contarte algo. -mi cuñada me miró con el ceño fruncido.
- No, Mara. Yo se lo contaré. -miré a Luca extrañada. No sabía exactamente qué sería exactamente lo que iba a contarle a su hermana.
- Daniela, sabes que cuando me marche a Italia, dejé a Mara destrozada. No le di explicaciones y tú bien sabes lo que ambos pasamos. -mí cuñada asentía con la cabeza.
- Alan era el jefe de Mara y siempre ha estado enamorado de ella. Cuando me fui y dejé a Mar destrozada, él estuvo a su lado. Consiguió mucho en poco tiempo, ¿sabes? La hizo sonreír, la quiso como sólo ella se merece y la cuidó. Supo alejarla de mí, del monstruo que la había lastimado, de la persona que la destruyó... Él...
- ¡Basta, Luca! -interrumpí. - Daniela, déjame que yo te cuente todo. Alan y yo, mantuvimos una relación. Estuvimos un tiempo juntos. Es cierto que me hizo feliz y me ayudó mucho pero estando con él, me di cuenta que le estaba haciendo daño. Me quiso, me cuidó y creí que sería mi salvación pero me equivoqué. Mi única salvación era tú hermano. Estar con Alan fue una manera cobarde de afrontar las cosas. Pensaba que él me ayudaría a olvidar a tú hermano; pero no fue así. Jamás pude hacerlo. ¿Y sabes que? Que a pesar de que él me dio todo, yo no conseguí amarlo como él lo hizo.
- ¿Me estás diciendo qué Alan es el tío del que me hablaba mí hermano? ¿El tío al que tanto odió por haberte robado tantas sonrisas?-yo solamente pude asentir. Me sudaban las manos y notaba como mi corazón martilleaba a mil por hora.
- Daniela. -Luca rompió el silencio incómodo que se había formado. - Lo mejor es que te olvides de él; al menos durante un tiempo. Esto no es fácil para él, ni para mí ni para Mara.
- No me voy a olvidar de él, Luca. Jamás me había sentido así. ¡Por favor, Luca! Yo te ofrecí mi apoyo el día que me contaste lo de Mara y su...
- Daniela, por favor. -Luca mandó callar a su hermana con sólo una mirada.
- Cariño, solo es cuestión de tiempo. Poco a poco, ¿vale? -solamente le sonreí. No sabia muy bien como tomarme esto; no sabia exactamente si me molestaba que Alan estuviese interesado en Daniela o si me alegraba por ellos. Quería a Daniela muchísimo y sabia cómo era Alan. Estaba segura que ella sería feliz pero, ¿y si Alan intentaba hacer con ella lo mismo que yo hice con él? -intenté apartar esa idea de mi cabeza. No veía a Alan capaz de eso.
- Luca. -miraba fijamente a su hermano. Luca soltó todo el aire de sus pulmones. - Por ahora no me pidas que vayamos los cuatro a cenar o invitarlo a ver una película aquí.
- Bueno, tenemos su piso.. -Oh oh, la expresión de Luca cambió totalmente.
- Daniela, no me toques los cojones, ¡eh! Que vuelves a Italia mañana mismo. -Daniela soltó un bufido.
- Mara, no quiero saber nada más. -me sonrió.
- Sabrás lo que tú quieras saber Daniela. -le devolví la sonrisa a mí cuñada.

•••••

Meses después..

Hoy era mí cumpleaños y Noah me dijo que me tenían una sorpresa preparada. Ella y Daniela habían organizado todo, y sinceramente no me fiaba un pelo de ellas.
Luca me había preparado el desayuno como casi todas las mañanas pero hoy era diferente. La cocina estaba llena de globos, en la puerta había una nota en la que me decía:

Confié mi cuerpo en tus manos [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora