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Una semana después.

Emma se encontraba en su estudio de arte terminando de pintar el cuadro que le había pedido su hermano tiempo atrás, se trataba de una niña de cinco años, tenía cabello negro, un pequeño fleco que caía hasta arriba de sus ojos, piel pálida y de ojos verdes, tenía un lazo rosa en la cabeza y un vestido blanco que le llegaba hasta las pequeñas rodillas, se encontraba en un banquito mirando hacia el frente, una pequeña sonrisa en sus rosados labios alumbraba su cara.

—¿Te gusta como está quedando? —preguntó Emma hacia Samael que permanecía detrás suyo, no lo escuchaba ya que no había vuelto a recuperar la audición, pero sabía que él estaba allí.

Samael solo le tocó el hombro para que lo mirase, le indicó que no se olvidase de los detalles que le había pedido, Emma asintió y siguió pintando, Samael salió de la habitación para dirigirse a la cocina y llevarle un poco de comida.

Charlie había ido a visitarla el día anterior, tuvo que esconder a su hermano en su habitación hasta el anocheser donde Charlie se marchó, luego tuvo que explicarle a él que lo había escondido ya que le había dicho a Charlie que él estaba muerto y lo reconocería por el cuadro que había visto suyo.

El encuentro con Charlie había sido raro para Emma, al principio el hombre le hablaba sin darse cuenta que ella ya no podía oír, cuando lo supo se quedó un rato mirándola en silencio, silencio que basto para que Emma se largase a llorar en su pecho mientras él la consolaba. Después de eso la tarde pasó normal para ambos, Charlie escribía en una pequeña libreta lo que le quería decir y ella respondía hablando, algunas veces se trababa, pero se entendía perfectamente.

Ambos cocinaron juntos, comieron entre risas, miraron el partido de fútbol americano, hablaron de la condición de Emma y Charlie en secreto se iba a esforzar por aprender lenguaje de señas ya que Emma le había dicho que sabía comunicarse de esa forma ya que años anteriores venía practicando para cuando quedase sorda.

Samael arriba solo escuchaba las conversaciones que tenían abajo, leía los libros que tenía su hermana, los que ella misma había escrito junto a sus poemas creyendo que algunos de ellos podría ser una buena canción, miró sus cuadros y notó al desgraciado de su ex-cuñado en uno de ellos.

—Le prometí que no te haría nada, pero el día que te cruze te mató —susurró mirando aquel tipo que no tuvo la oportunidad de conocer porque tenía que ser como un fantasma y hacerle creer a todo el mundo que seguía desaparecido, cambiando su nombre, apariencia, haciéndose documentos falsos y no apareciendo por el departamento de su hermana, lugar donde había vivido antes él también.

Pero Samael a pesar de no haberlo conocido nunca en persona, lo conocía de oído y vista, escuchando todo lo bueno y lo malo que había hecho cuando estaba con su hermana, y viéndolo reflejado en ella en esos momentos, lo conocía tan bien así como su hermana lo conocía a él. Nunca le había caído bien, sabía que no era la buena persona que aparentaba ser, y cuando vio a su hermana caminando hasta el lugar donde se escondía él con Charles, en una casa abandonada a las afueras de la ciudad, confirmó sus sospechas.

Rota, frágil, llorando, descalza y con la ropa sucia, así fue como llegó Emma a su escondite, diciendo que Alex la había dejado, y no sólo eso, la había golpeado y abusado sexualmente luego de su último análisis en el hospital, le hecho la culpa del accidente que tuvo en su casa y por ende fue su culpa que quedaría sorda, y él no quería estar con "una huerfana, sin familia, sorda, que no sabía hacer nada más que pintar y escribir".

Emma no lo sabía, pero luego de que estuviera dos días en su escondite cuidando de ella mandó a Charles, un vampiro viejo pero apariencia joven que rondaba los 285 años a que le diera una golpiza a Alex siguiendose del aroma que había dejado en Emma, él se aseguró de que terminará en terapia intensiva. Días después Emma fue hacer la denuncia y lo encontraron culpable, tenía entendido que solo le dieron dos años, pero lo habían liberado un mes antes de que Emma se mudase por buena conducta, fue muy poco tiempo para ese tipo.

Señales | Carlise CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora