Señales | Carlise Cullen

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Charlie suspiró, miró de nuevo el regalo en el asiento del copiloto y lo tomó para bajar del auto, por primera vez, se arrepentía de ir a visitar a Bella, seguramente la menor le reprochara por no ir a visitarla en todos esos meses, pero más que nada, estaba nervioso, era la primera vez que iba luego de enterarse la verdad sobre los Cullens. La última vez que estuvo cerca de uno fue cuando llevó a Emma al hospital el día en que conoció a Emma, y trató de mantenerse lo más sereno cerca de Carlise.

No le temía a Bella, pero ya no podía verla de la misma forma.

—¡Charlie! —se escuchó una voz femenina, Charlie miró a la joven que bajaba las escaleras con emoción. Le costó un poco reconocerla, pero se dio cuenta que se trataba de Reneesme quien se le acercaba con una sonrisa.

—Holaa —saludo con una sonrisa, la menor se le acercó para darle un leve abrazo-, que grande estas Reneesme.

La menor sonrió, lo tomó de la mano y lo condujo hacia adentro de la casa donde estaban todos los Cullen esperándolo, incluido Jacob, Seth, Lia y Emily. Alice, como siempre, había organizado una fiesta sorpresa para Bella a pesar de las quejas de la menor sobre que no quería ninguna fiesta. Había decorado el salón con algunos globos y girnaldas doradas, había en una mesa cerca de la pared algunas copas con Champagne y un par de aperitivos.

Charlie entró lentamente a la casa, recordaba la última vez que estuvo allí meses atrás antes de conocer a Emma, ahora esa casa de nuevo le resultaba algo extraño, pero ya conocía el porqué.

Reneesme lo condujo al salón donde se encontraban todos menos Carlise que se encontraba en su despacho. Apenas entró fue recibido por Alice con una enorme sonrisa.

—¡Charlie, que gusto verte de nuevo! —chilló antes de lanzarse a sus brazos en un leve abrazo que él devolvió, ella estaba fría.

—Es un gustó verte de nuevo, Alice -sonrió, se había olvidado de lo alegre que era aquella chica—, te ves muy bien.

Alice sonrió y balanceo levemente la falda de su vestido azul marino. Charlie miró el salón en un rápido vistazo buscando a Bella, la encontró media alejada cerca de la ventana dándole la espalda, tenía un vestido negro pegado al cuerpo y unas sandalias azules. Antes de acercarse a ella saludo a todos los presentes cordialmente, le dio la mano a Edward y una leve palmada en el la espalda.

—Es bueno verte, Charlie —dijo el cobrizo, Charlie sonrió y trato de no pensar nada malo sobre él sabiendo que podía leer la mente.

—Lo mismo digo, Edward —sonrió y se acercó lentamente a su hija, cuando estuvo a su lado Bella lo miró, su mirada era intensa, estaba fija en sus ojos.

—Papá —murmuró, Charlie estiró los brazos hacia ella y Bella se acercó rápidamente para abrazarlo, escondió la cabeza en su cuello y aspiro su aroma, Charlie la abrazaba fuertemente entre sus brazos. No se había dado cuenta de lo tanto que extrañaba a su hija.

—Mi niña, ¿cómo estás? —preguntó en su oído, Bella solo respondió un "Bien" y volvió abrazarlo con más fuerza.

Los presentes miraban con ternura la escena, Sabían que para Bella estar alejada de Charlie durante todos esos meses fue una tortura, y más al saber que Charlie pasaba mucho tiempo con Emma, Bella moría de celos. Pero ahí estaban, de nuevo abrazados.

Luego del abrazo Charlie le dio su regalo a Bella, un hermoso vestido que su madre había comprado para ella, y un collar de perlas que él había comprado. A Bella sorprendentemente le gustó y lo volvió a abrazar.

A todo esto Carlise en su despacho contaba silenciosamente hasta diez para tratar de calmarse, pues Charlie estaba infestado al olor de Emma, cosa que todos habían notado pero no dijeron nada.
Luego de calmarse Carlise entró con la frente en alto al salón, saludo a Charlie y platicó con él así como todos los demás.