Introducción.

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𝖴𝖡𝖨𝖢𝖠𝖢𝖨𝖮́𝖭 ; 𝘙𝘌𝘐𝘕𝘖 𝘋𝘌𝘔𝘖𝘕𝘐́𝘈𝘊𝘖.

𝗭𝗔𝗘𝗡𝗡𝗔 𝗞𝗜𝗥𝗢𝗬𝗔𝗦𝗛𝗜.

Mi mirada danzaba entre mis padres, una vez más discutían por una estupidez pero a cada minuto que pasaba la discusión subía de tono.

No faltó mucho para que involucraran sus poderes mágicos. Me interesaba mucho ver su batalla pero poco a poco destruían mi casa, los evite a toda costa para no salir lastimada y salí de casa alerta, en este reino sino estas atento en todo momento no esperes vivir mucho, esa era una de las cosas que mi padre me enseñó, ya que él no pertenece aquí por ser de la raza vampirica y varias veces intentaron asesinarlo.

Con cautela me desplace hasta llegar a uno de los pocos bosques que no estaban secos en esté reino. Tomé una rama e inicie con mi “entrenamiento”.

Mis padres siempre me recordaban entrenar para volverme el arma perfecta, la razón por la que fui concebida. Mis manos comenzaron a doler, mis marcas de color negro con un aura rojizo a su alrededor se hizo presente.

No controlaba muy bien mis poderes demoníacos por lo tanto me hacía daño al utilizarlos.

Las marcas se agrandaban conforme pasaba el tiempo y yo solo intentaba tener el control para no causar problemas.

Sentí una presencia a varios metros de mí, era poderosa e imponente, tenía tantas ganas de ver quien portaba tal poder y no pude evitar comenzar a moverme con dificultad a causa del dolor que me provocaba el poder oscuro.

Me apoyaba de los árboles hasta llegar al lugar, allí fue donde lo vi. No se podía apreciar mucho pues me daba la espalda pero a decir verdad tenía muchos músculos.

— ¿Quién está ahí? Sal ahora— su voz fría y neutra hicieron qué mis vellos se erizasen, no tuve más opción que salir de mi escondite.

Él ahora me miraba con unos ojos sin expresión, tan oscuros como una solitaria noche sin luna, desperté de mi ensoñación al darme cuenta de que el hombre frente a mí era el príncipe Meliodas, hijo mayor del rey demonio.

La hija de Belial y Nadia— me sorprendo cuando menciona a mis padres, al parecer me conocía— ¿Qué haces aquí?

— Entrenaba mis poderes, señor— dije con cortesía.

— No deberías estar aquí y mucho menos sola, cualquier demonio no dudaría en matarte— advirtió severo.

— Por eso vine aquí, no muchos se atreven a venir por las criaturas venenosas qué aquí habitan— tome una pequeña serpiente rosa que se arrastraba cerca de mis pies intentando buscar el punto perfecto para picar mi piel.

Aunque era imposible que me afectará su veneno, las habilidades curativas qué heredé de mi padre me hacen inmune a unas cuantas cositas.

— ¿Y tus padres?

— Haces muchas preguntas— él alzó una ceja en mi dirección ante mi tono.

— ¿Si sabes con quien estas hablando, niña?— inquiere él con frialdad.

— No lo sé ¿Quieres decirme quién eres?— respondí con burla viendo como su ceño se fruncia con disgusto.

— Eres irrespetuosa, soy Meliodas hijo mayor del rey demonio— no quita su tono serió.

— Ah, mira que bien. Como sea, tengo que ir a entrenar, adiós “príncipe Meliodas”— pronuncié su nombre y su título con burla antes de retirarme de allí.

𝗠 𝗢 𝗡 𝗦 𝗧 𝗘 𝗥 ;; 𝗡𝗡𝗧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora