Cap 5 ; 𝗔𝗹𝗱𝗲𝗮 𝗗𝗮𝗹𝗺𝗮𝗿𝘆

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ANTERIORMENTE.

— Increíble— murmura cerrando los ojos, pero no tarda mucho en abrirlos de nuevo— Bueno, gracias Gil.

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EN LA ACTUALIDAD ;; EN EL CAMINO.

— Así que la prisión Baste y la Necropolis, iré a visitar ambas ¿te parece?— habla Meliodas como si no hubiera pasado nada.

— Ya comprendí, te aprovechaste de esta situación y entregue la ubicación de sus amigos, astuto— reconoce con su máscara de frialdad.

— Terminemos esto después— el rubio baja su tono de voz.

— Por supuesto que no— se niega el caballero sacando su espada e ir tras Meliodas. Más no contaba con que el pecado de la traición se pusiera en medio de ambos en protección del rubio, aún así, sin remordimiento Gilthunder apuñala a la mujer justo en su estómago pero está no muestra algún signo de dolor o agonía en cambio le dedica una sonrisa zorruna.

— No se si tienes algún problema auditivo pero no me interesa, él dijo que esto se acabó— ante la última frase su tono se vuelve sombrío— ¡Diane!

— Si, capitana— la gigante obedece la orden silenciosa qué le dio su superior tomando al caballero sacro entre su mano.

— Sueltame— exige provocando unos rayos que envuelven su cuerpo y parte del brazo de Diane qué no le causa tanto dolor.

— Tengo una cosa bastante clara y es que las mujeres odiamos a los hombres ¡qué nos lastiman!— refuta con enojó la chica gigante antes de lanzarlo lejos del bosque.

— Diane, muchas gracias— habla Meliodas— Ay, tu abambrazo se arruinó.

— Ay.

— ¡Oye, te crees muy valiente por hacerme eso! ¡Eres un cerdo!— llega gritando un enojado Hawk con la princesa a su lado— ¡La próxima te daré un golpe yo!

— Díganme si los tres están bien— masculla Elizabeth.

— Si.

— Oigan ¿Donde está ese cerdo?— cuestiona Hawk mirando a todos lados sin encontrar al caballero.

— Tu también eres un cerdo— repone el rubio abrazado de la cintura de su pelirroja.

— Huele rico— dice Diane limpiando su boca. Hawk chilla con molestia apretando sus dientes.

— Señor Meliodas, señorita Zaenna, están heridos— Elizabeth corre a revisar las heridas de sus mayores quedando horrorizada al poder ver el bosque a través del estómago de Zaenna.

— No te preocupes Elizabeth, estaremos bien— asegura la capitana tomando el hombro de la joven.

— P-pero tienen mucha sangre y puedo ver el bosque a través de usted, señorita.

— ¡Oye! ¡Deja de estar de encimosa con los capitanes, estar a su lado es mi trabajo! ¿Te quedó claro?— vocifera Diane celosa.— ¡Yo seré quien cuide de sus heridas!

— ¡No vieron, ese grosero me golpeó muy feo en el trasero!— Meliodas se acerca a vacilar con él.

— Chicas no pueden estar peleando, a partir de hoy seremos compañeras y no quiero disputas entre nosotros— interrumpe la capitana mirando a Diane y a Elizabeth sucesivamente.

𝗠 𝗢 𝗡 𝗦 𝗧 𝗘 𝗥 ;; 𝗡𝗡𝗧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora