Prólogo

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6 de febrero de 2015

Es una tarde nublada, y Jackson y yo nos encontramos en un río, riendo por un torpe chico que acaba de tropezar con una de las tantas rocas. Mientras observo cómo Jackson sufre ataques de risa, sin darme cuenta, le examino los ojos. Fue en ese momento donde caí en cuenta de que nunca los había observado de cerca, y al verlos pude percibir algo extraño.

¿Miedo? ¿Pánico? ¿Escalofríos? Nada de eso. Más que nada, es como el presentimiento de que algo no anda bien.

—¿Hayden? —Susurra el rubio en un hilo de voz.

Me está mirando. Lleva la mirada más oscura que haya visto alguna vez, a pesar de tener ojos de tono claro.

No le doy respuesta.

Mantengo mi vista en él y acabo por pensar... ¿qué hacemos en un río a estas horas con el clima como está?

Me lo pienso mucho por unos segundos, y le cuestiono:

—¿Qué hacemos aquí? —espeté.

Jackson permanece en silencio con los ojos entrecerrados.

—¿Cómo dices?

—¿Por qué me has traído a este sitio tan tarde? —le dije frunciendo el ceño de tal forma, que siento que se me marcan arrugas entre las cejas.

—Porque estábamos aburridos, ¿no?

Por un momento mis pensamientos se desordenan en mi cerebro, haciendo que solo pueda crear una línea con los labios. Jackson devuelve la mirada hacia las aguas del río, acomodándose encima de la enorme roca en la que estamos posados.

Algo no está bien...

O quizá si y sólo esté confundida en este momento.

No sé si está o no está pasando algo. Solo sé que no me gusta como se ha puesto el ambiente desde el vistazo que le lancé a los ojos de Jackson.

Jackson me mira con una sonrisa inexpresiva, mientras repara diferentes partes de mi rostro.

Lo puedo sentir.

Hay algo que no sé, y voy a investigar qué es.

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