R O T A // PJ Masks (Ninyu/Nicolén) [RESUBIDA / EN CURSO / EN EDICIÓN]

Capítulo 8: "Falta de química"

   Caminé tranquilamente, mientras escuchaba música con mis audífonos, hasta llegar a la escuela. Al entrar, crucé por los pasillos y fui directamente hacia mi casillero. Dejé mi mochila allí y saqué algunos libros. Al cerrarlo con llave, me percaté de algo que no había visto antes; en la puerta del casillero, había una nota pegada, la cual decía:

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Sigo cada uno de tus pasos.

- Anónimo.
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— ¿Qué? — Me pregunté extrañada.

   ¿Acoso? ¿Quién podría ser?
¿Gardner?, no, no creía que fuera él, no llegaría a ese extremo. Pero... ¿y si era Pierre? Intentó sobrepasarse conmigo, fue a mi casa, puso su asquerosa mano sobre mi hombro, todo indicaba que podría ser mi acosador.
Eran demasiadas dudas, no sabía si mi cerebro podría soportarlo.

— ¿Por qué todo me sale mal? — Me pregunté en voz alta un poco molesta, mientras miraba hacia el techo.

— No todo, tienes muy buena letra — Dijo una voz masculina, era el niño prodigio otra vez. — ¿Estudiaste caligrafía en alguna escuela?

— Ah, eh, hola — Saludé algo nerviosa, mientras aplastaba la nota de mi casillero y la guardaba en el bolsillo de mi sudadera.

— Hola — Dijo mientras me saludaba con la mano, sin una emoción concreta.

— Eh, oye, ¿nunca te han dicho que es de mala educación interrumpir conversaciones ajenas, o bueno, propias? — Le pregunté seria, volviendo a ser yo, por decirlo de alguna manera.

— Lo siento — Se disculpó algo apenado —, solo quería saber si habías llegado, debemos estudiar.

— Pues bueno, aquí me ves — Le dije sin mucha emoción.

— Entonces, sígueme — Dijo a lo que yo obedecí.

   Ambos comenzamos a caminar sin apuro hacia un lugar que desconocía.

— ¿Qué estudiaremos hoy? — Le pregunté mientras seguíamos caminando.

— Por lo que vi, tus calificaciones están por el suelo en química, así que hoy haremos varios experimentos para que puedas aumentar tus conocimientos — Me explicó con profesionalismo.

— De acuerdo — Dije sin quejarme, de alguna manera resignada.

    Luego de un rato caminando, llegamos al laboratorio. Al igual que el día en el que plantamos vegetales, Nicolás se ausentó por un momento en busca de vestuario, mientras me quedé mirando el lugar.
   Estaba atrapada en cuatro paredes enteramente blancas, cerca de mí se hallaban varias mesas angostas, hechas de aluminio o algún material con similitud. También había dos armarios grises, una pizarra y delante de esta, otra mesa más, perteneciente al profesor.