Doce

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—Gracias.

Terminando la reunión, Gain le mostró gratitud a Haerin, porque sin ella probablemente hubiese tenido que aguantar la humillación más grande de su vida.

Haerin detenidamente contempló los suaves gestos de Gain y no podía parar de relacionarla con su madre. Tal vez ambas mujeres eran totalmente opuestas, pero existía algo muy profundo que le recordaba a su fallecida procreadora.

Como si se tratara de una madre orgullosa, por primera vez le regaló una cálida sonrisa a Gain.

—Lo hiciste bien.

Haerin estaba felicitando a Gain por la fuerza que mostró adentro y tenía un motivo: Taehyung.

Aquello solo llenaba de paz a Haerin, saber que su hermano tenía una gran aliada como su propia esposa ya era una bendición, porque el día de mañana que todos estén en contra de Taehyung, entonces, Gain sería un real soporte.

—Cómo está él.

—Con escurrimiento nasal, estimo que la próxima semana estará por aquí totalmente renovado ¿Y los niños?

A Haerin se le dibujó una gran sonrisa con el simple hecho de hablar de los gemelos.

—Hoy comenzaron sus clases en el nuevo colegio. Sé que les irá bien porque Boyoung está ahí.

—¿Boyoung es la niña de ese día?

—Si. La hija de Jungkook.

—Parece que los niños conectan muy bien.

—Es curioso que lo hagan, mis hijos son un completo caos, en cambio Boyoung es una niña muy educada. Tendré que pedirle algunos consejos a Jungkook.—Haerin le lanzó un guiño a Gain finalizando la charla, para después palmear su hombro y perderse en los grandes pasillos de Maden Motors.

Durante el intercambio de palabras, ambas chicas se ganaron las miradas de los empleados que aún no daban crédito a que una persona inflexible como Haerin se viese tan relajada charlando con su cuñada. Incluso, unos llegaron a pensar que se trataba de algún plan macabro de Kim Haerin para hundir a Gain, lo cierto es que que no habían intenciones ocultas, Haerin estaba siendo sincera respecto a su trato con la esposa de su hermano.

Mientas Haerin se dirigía a su oficina divisó a Seokjin a lo lejos esperando por ella, pero después de la discusión de la noche anterior, no tenía ánimos para cruzar más de dos palabras con el hombre, así que se dio la media vuelta y sacó su móvil tecleando ese número que se sabía de memoria.

Sin embargo, unas manos detuvieron su huida.

—Tú y yo tenemos que hablar de la humillación que me hiciste pasar hace rato. Voté por la mujer de mi enemigo ¿Sabes la cantidad de cosas que dijeron de mi?

—Como si tú no me humillaras todos los días Seokjin. Además, nunca te puse una pistola en la cabeza para que emitieras tu voto a favor de Gain. Si me permites, iré por los niños, puedes perderte si quieres.

Seokjin comenzaba a preguntarse seriamente hasta cuándo cesarían las peleas con Haerin. No había ningún momento en el que terminaran como perros y gatos. El consideraba que la solución estaba en su cancha, pero era enterrar su propia dignidad.

[••••]

Tal como lo pronunció, Haerin fue por los niños al colegio y para su buena suerte pudo encontrarse con Jungkook en la sala de espera donde algunos niños comenzaban a reunirse con sus padres.

—Entonces, no solo te veré en el consultorio, sino también en el colegio de los niños.

Disimuladamente Haerin escaneó de arriba a bajo a Jungkook. El hombre se veía muy cómodo con las mangas de su camisa arremangadas haciendo que sus tatuajes cobraran protagonismo en su cuerpo. Ahora Haerin comprendía porque todas las madres de otros niños no podían apartar la vista del padre más popular y no por sus tatuajes, sino por lo ridículamente guapo que era.

—Considéralo un milagro.—dijo sin apartar la vista de sus tatuajes, era la primera vez que los podía apreciar mejor. Regularmente  en sus encuentros con Jungkook siempre traía esa bata blanca aburrida y cuando eran encuentros fuera del horario de terapias, optaba por sudaderas.

—Hey.—Jungkook chasqueó los dedos provocando que Haerin saliera de la ensoñación.—Estoy aquí.

—Papá, señora Kim.

La vocecita de Boyoung apareció entre todo el bullicio de los niños del colegio.

—Querida, qué tal.—Haerin saludó efusivamente a la menor, después le tocó recibir a los gemelos que parecían en medio de una conversación.

—Propongo que hoy almorcemos pizza.—dijo Seokwoo.

—Y papas fritas.—secundó Haejin.

—Papá sabe de un lugar muy rico.—Boyoung al escuchar la conversación de los gemelos Kim no dudó en unirse a la lista de planes que tenían. Más bien, los tres pequeños ya habían amañado el plan desde el recreo.

—¿Qué dices?—esta vez Jungkook se dirigió a Haerin obteniendo una respuesta muy obvia.

—Guíanos con tu intelecto.

Jungkook encabezó la procesión Jeon-Kim corriendo por su camioneta. Milagrosamente hoy no había moto y es que tampoco podía exponer a su hija subiéndola en una máquina así de riesgosa.

[••••]

Fue todo un caos a la hora de descender de la camioneta de Jungkook, los tres niños no paraban de tararear una canción que se encontraba de moda en esos días, que la pobre de Haerin estaba perdiendo la paciencia.

Los menores salieron corriendo al restaurante de pizza mientras eran seguidos por sus padres, sin embargo, algo llamó la atención de los mayores cuando los tres niños se detuvieron a socorrer a una anciana que trataba de subir las escaleras del local.

Con total inocencia los tres niños tomaron las manos de la mujer cumpliendo con el objetivo principal.

Aquella anciana quedó fascinada por las buenas intenciones de los niños Jeon-Kim, que no dudó en dirigirse a los padres para hacerles saber el excelente trabajo que desempeñan.

—Han criado a unos niños preciosos.

Jungkook y Haerin rieron juntos, pues la mujer había confundido un poco la situación, pero el cuadro que daban Jungkook, Haerin y los tres niños llegando al local, solo era el de un matrimonio pasando tiempo de calidad con sus hijos.

—Seguro.—Haerin no sacó del error a la anciana, entonces intentando abrir la puerta del local un pequeño detalle se atravesó como un golpe bajo para su ya mancillada dignidad.

Justo cuando Haerin, Jungkook y los niños estaba por entrar al local, una pareja salía tomados de la mano.

Una auténtica pareja.

Seokjin y Lea Miller.

La reacción de los adultos fue muy variada, Haerin, Seokjin y Jungkook de total sorpresa, en cambio, la de Lea Miller se asemejaba a la de una mujer triunfante.

—Papá, por qué estás sosteniendo la mano de esa chica.—desconcertado Seokwoo reprochó a su padre. Algo que más adelante le costaría muy caro a Seokjin frente a sus hijos. Niños que eran más listos de lo que parecían.

—Que hermosa familia.—con descaro, Lea Miller se refirió notoriamente a Haerin y Jungkook, pero ellos no se inmutaron en los más mínimo. Sin embargo, quien si la estaba pasando mal fue Seokjin.

Porque entonces, si él renunciaba a Haerin, esto era el vaticinio de un hecho más que inminente a ocurrir.

Claramente el destino les había lanzado una advertencia a Haerin y Seokjin, la decisión estaba en sus manos.

The Good VillainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora